Pelicula:

Hace unos años, la película Loving Vincent (2017) llamó poderosamente la atención, más que por su tema (una indagación sobre la muerte de Van Gogh, sobre el que ya se habían hecho otras producciones), por la forma de hacerlo, rodando la película con actores y después utilizando decenas de artistas que pintaron óleos sobre esas imágenes, con lo que el resultado era una sugestiva animación realizada, además, con los colores y las técnicas vangoghianas. Los responsables de aquella peculiarísima película eran la directora polaca Dorota Kobiela y el productor británico Hugh Welchman. Ahora, seis años después, convertidos ambos en esposos, y con Dorota firmando ya con su apellido de casada como D.K. Welchman, nos llega este nuevo film que juega, en buena medida, con las mismas técnicas de aquella esforzada película, incluso se puede decir que llevada a extremos imposibles. Porque, en cifras, el rodaje del film ha supuesto 5 años, 100 artistas en 4 países pintando al óleo cada fotograma rodado con actores de carne y hueso, 200.000 horas de trabajo en total. Cifras hercúleas que, es cierto, no tendrían más validez, en términos de arte, si después el producto fuera infumable, cosa que no es, ni de lejos, esta bellísima, doliente, melancólica historia basada en la novela Chlopi (“Campesinos”, en español) del Nobel polaco W.S. Reymont, que supone la tercera adaptación al cine de este texto seminal de la literatura del país, tras las de 1922 (perdida) y 1973.

La historia se ambienta a principios del siglo XX, en el pueblo de Lipce, en el centro de Polonia (podemos hablar entonces de la Polonia profunda...), en un entorno de campesinos. Conocemos a Jagna, una joven modesta y muy hermosa pretendida por varios hombres del pueblo, aunque a ella quien le gusta es Antek, que siente por ella una volcánica pasión que mantiene en secreto al estar casado con Hanka, con la que tiene ya varios hijos; Antek es hijo de Maciej, el campesino más rico del pueblo, con un buen número de hectáreas de terreno cultivable, que se ha quedado recientemente viudo y decide pedir la mano de Jagna, ante la silenciosa ira de Antek. Consumada la boda, un furioso Antek se pelea con su padre, quien lo expulsa, con su mujer e hijos, de la casa familiar...

Hay en esta En nombre de la tierra (título ciertamente pomposo, aunque también hermoso, para el original, que como decimos podría ser “Los campesinos”; aunque éste en español tiene menos fuerza, es verdad) una cierta disociación entre la extraordinaria calidad formal de la imagen, en la que se advierte, bajo la capa del óleo, los fotogramas originalmente rodados con actores y actrices, y el guion, que no es demasiado sutil en la exposición de esta historia de ambición, celos, pasiones tórridas, envidias, deseos latentes o patentes, una potente materia prima literaria para cuya adaptación a libreto cinematográfico nos parece que los directores, los esposos Welchman, debieron contar con un guionista avezado que insuflara cierta sutileza y profundidad en los caracteres de los personajes, que resultan un tanto acartonados y de una sola pieza. Ello, por supuesto, no desmerece la rotunda belleza de este film ciertamente singular, cuya visión es una delicia, se mire como se mire (nunca mejor dicho), un auténtico festín para los sentidos. Porque, además de las bellísimas imágenes dirigidas por los Welchman, con su ejército de pintores al óleo, tiene la película una banda sonora, coordinada por Lukasz Rostkowski, plagada de hermosas canciones y composiciones del folclore eslavo, con ritmos vertiginosos que convienen bien al tono volcánico de la historia, una historia de emociones fuertes, segmentada en cuatro partes (como los cuatro libros originales de Reymont, publicados entre 1904 y 1909), que se corresponden con las cuatro estaciones, Otoño, Invierno, Primavera y Verano, con unas transiciones entre ellas realmente preciosas, aún más que el resto del film, que ya lo es hasta el preciosismo.

Es cierto, ya que hablamos de preciosismo, que se podría decir que los Welchman han podido incurrir en cierto esteticismo, que se han podido emborrachar de belleza, un poco a la stendhaliana manera, pero nos parece un reproche menor, cuando esa belleza está modulada, está ajustada a la historia que se nos cuenta, adaptándose a ella y no siendo un fin en sí misma.

Como curiosidad, en un recurso ciertamente sorprendente y sugestivo, conforme la película va avanzando, el aspecto pictórico del film (inspirado, por cierto, en pintores realistas polacos de los siglos XIX y XX, como Chelmonski, Ruszczyc y Wyczólkowski) se va diluyendo poco a poco: cada vez vemos más a los actores y menos a las imágenes en pintura que los representan, hasta que en la escena final, tras una secuencia de tremendo impacto emocional, el personaje de Jagna, la protagonista, aparecerá desnuda de cualquier añadido artístico (bueno, en realidad aparece desnuda en todo su significado...), en lo que entendemos como un progresivo despojamiento de la idílica belleza inicial de la historia, conforme los hechos que se van sucediendo van tornando la vida de la protagonista en un auténtico infierno, perdiendo por el camino, también, esas formas pictóricas que endulzaban el comienzo de la trama.

Aunque sea bajo la capa de 100 artistas, nos parece plausible enjuiciar el trabajo de los intérpretes, todos muy seguros y adecuados para sus personajes: en especial hemos visto muy interesante la labor de la protagonista, Kamila Urzedowska, pero también el actor que hace de Antek, Robert Gulaczyk, su tórrido amante que, sin embargo, llegado el momento cumbre en el que pudo decidir sobre el futuro de su amada, se lavó las manos, como un Pilatowski cualquiera. En este sentido, vemos en el film (y, a través de él, en la novela de Reymont) un cierto hálito feminista, una denuncia sobre la forma en la que las sociedades, en su conjunto, se pueden convertir en despreciables masas borreguiles que actúan por sordos rencores, por enquistadas envidias, por el miedo que causa en sus pequeñas mentes el hecho de que una mujer sea capaz de actuar, en el amor, pero también en la vida, conforme le plazca.

(06-12-2023)


Género

Nacionalidad

Duración

115'

Año de producción

Trailer

En nombre de la tierra - by , Dec 06, 2023
4 / 5 stars
Un festín para los sentidos