Estefanía Sánchez, conocida como Fanny "Pelopaja" por el color de su cabello, espera la hora de vengarse de Andrés Gallego, un expolicía que le rompió todos los dientes a culatazos cuando ella intentaba denunciar en Comisaría que había matado a su novio, El Gato, en su presencia. Pero la relación entre Fanny y Andrés no es solo de odio, sino también de amor, un amor oscuro y sadomasoquista. Ahora ha llegado el momento de la "Pelopaja", cuando le avisan de que Andrés ha sido localizado trabajando de guardia de seguridad en una empresa de transporte de dinero. Fanny organiza un atraco al furgón blindado, aunque su intención no es precisamente robarlo…
La (en parte) fallida adaptación de la novela de Vázquez Montalbán Asesinato en el comité central deja paso, dos años después, a una de las más personales películas de Aranda, Fanny "Pelopaja", versión para la pantalla grande de la novela Prótesis de Andréu Martín, texto de extraordinaria violencia física y de notable carga erótica, que el cineasta barcelonés hará suyas tras cambiar de sexo a uno de los personajes centrales. Así, lo que en la novela era un enfrentamiento a muerte entre dos hombres, pasa a ser lo mismo, pero entre un hombre y una mujer. Sin embargo, Aranda añade algo de su propia cosecha, que será lo que conformará a Fanny "Pelopaja" como una de las películas más controvertidas e interesantes de su tiempo: entre el expolicía y la delincuente se forjará no solo una relación de odio extremo, sino también una dependencia amorosa, de sexo físico, más allá de todo razonamiento, de toda lógica.
Fanny "Pelopaja" fue posiblemente la película más generosa en sexo y crueldad de todas las que Aranda había dirigido hasta entonces. Además, es donde se mezclan con mejor química ambas circunstancias, dando lugar a una relación obviamente sadomasoquista entre los protagonistas, pero también a una serie de líneas tangentes de violencia, sexo y sadismo, que afectarán a otros personajes colindantes con la pareja central. El meollo del filme estará, de todas formas, en la relación directa, de tintes inequívocamente sadomasoquistas, que mantienen los protagonistas.
El terreno de lo que vulgarmente se llama "encoñamiento", y su correspondiente femenino, que en la película denominan "encapullamiento", aparecerá más veces en la filmografía de Aranda, pero difícilmente con unas dosis tales de violencia y sadismo como se alcanzan en este thriller atormentado y fatalista, esta historia espeluznante y brillantísima, una de las cimas del cine arandiano. Y ello a pesar de que los protagonistas, Fanny Cotençon y Bruno Cremer, impuestos por la coproducción francesa, no eran del gusto de Aranda, que de todas formas consiguió un trabajo interesante de ambos, en especial de la mujer.
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