El cine sigue aportando esquemas extraños. Aquí tenemos dos hermanos: uno es un desastre: típico niño bien, malcriado y rebelde, termina siendo un paria que llega incluso a atracar un banco y producir un trauma a la cajera; el otro es un hombre virtuoso, ejemplar padre y esposo de una mujer que no siente simpatía alguna por el descerebrado de su cuñado. Pero cuando el bueno, el Abel de esta fábula, es abocado a una situación extrema, en plena guerra de Afganistán (a donde viaja como oficial de la ONU), ocurrirá algo que le sumirá en una profunda depresión. Entre tanto, en Dinamarca creen que ha muerto, y la tragedia parece hacer aproximarse a la supuesta viuda y al macarra del cuñado, surgiendo, casi impensablemente, el amor donde antes sólo había desdén. El regreso inesperado del muerto, tan vivo, supondrá una inversión en los roles de los hermanos que resulta cuando menos llamativa.
Y por ahí es donde falla sustancialmente el filme: el cine es el arte de mentir con verosimilitud, como hemos dicho ya alguna vez, pero aquí, aunque puede resultar creíble que el honrado padre de familia se convierta en un felón por un suceso que le supera y le ha hecho trizas sus esquemas vitales, no parece que el que no ha tenido norte alguno en su existencia, el que ha despilfarrado sus mejores años, el niño engreído, el botarate sin rumbo, el estúpido que con su vida ha hecho humo, sólo por que se le ha, supuestamente, muerto el hermano, vaya a mejorar hasta el punto de travestirse en un angelical Abel. Como diría el clásico, a otro perro con ese hueso...
Correcta la dirección de Susanne Bier, cineasta danesa que cuenta ya con varios largometrajes en su haber, de los que éste es el primero que se estrena en España, seguramente por la fama de Connie Nielsen, la inolvidable hermana del César en Gladiator. A reseñar especialmente la sobrecogedora escena en Afganistán que cambiará el futuro del hasta entonces hombre cabal, rodada con una fuerza que, si la hubiera mantenido durante el resto del relato, quizá otro gallo hubiera cantado. Por lo demás, no deja de tener su interés poder ver, para variar, una muestra de un cine, el escandinavo, tan pujante como difícilmente visible fuera de su área de influencia.
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