Es poco frecuente la existencia de cine mexicano dirigido por mujeres. Está María Novaro, claro, quizá la más prolífica de las cineastas aztecas, y algunas más, pero pocas. Entre estas escasas directoras del país de los cuates está Dana Rotberg, mexicana del D.F. a pesar de su apellido, autora de una corta filmografía, en la que destaca este “Intimidad”, que fue presentada en el Festival Iberoamericano de Huelva del año 1990. Se trata de una comedia sentimental, con un doble adulterio, ambos con la misma pareja como protagonista. Esta historia de profesor de literatura avejentado y algo amargado por la rutina diaria, que un buen día se enamora de una chica pizpireta y calentorra, está tratada con gracia y con algunos “gags” bien conseguidos, aunque adolece tal vez de un excesivo metraje, y al final parece que la realizadora no supiera qué hacer con sus personajes, metidos en un callejón sin salida. Es una obra agradable, un bálsamo en el mar de dramones que, inevitablemente, constituyó el grueso de la producción iberoamericana en la década de los noventa, la más nefasta de esta región del mundo (tan cercana social, cultural, espiritualmente a España) en mucho tiempo. Aunque “Intimidad” dista mucho de ser una obra redonda, se beneficia del gracejo de su protagonista, Emilio Echevarría, un actor que, si bien no es apenas conocido en España, en México es una figura de primera línea, y tiene incluso una carrera en Estados Unidos de bastante enjundia: ha participado en filmes como “Babel”, “Muere otro día” y “El Álamo” (versión 2004).
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