Iris Murdoch fue una escritora, filósofa y oradora británica famosa en el Reino Unido por sus novelas y su fuerte personalidad, pero con mucha menor difusión fuera del ámbito anglosajón. Su muerte en 1997 a causa de la enfermedad de Alzheimer puso triste final a una mente combativa y tumultuosa, unida siempre a otro intelectual, John Bailey, de igual fama y renombre en su país.
Siguiendo el modelo estadounidense, el cine inglés nos trae ahora la biografía de esta mujer, narrada por el director Richard Eyre en una mezcla de academicismo y modernez que no ayuda precisamente a los buenos resultados del film. El guión quiere ser original y recurre a la narración indiscriminada de la etapa juvenil y senil de su protagonista, sin apenas alusiones a su triunfo y madurez. Sólo vemos a Iris como joven impetuosa de tormentosa vida sentimental, o como pobre anciana perdida en su enfermedad, sin apenas datos que nos aporten su progresión vital. Por otro lado, los saltos narrativos son demasiado frecuentes, con escenas excesivamente breves punteando una u otra etapa.
En lo positivo queda la esforzada labor de todos los actores, tanto la pareja joven (Kate Winslet y Hugh Bonneville) como la de ancianos (Judi Dench y Jim Broadbent), en típicos papeles que gustan en Hollywood, hasta el punto de que tres estuvieron nominados en la última edición de los Oscars, ganándolo Jim Broadbent, que ha tenido mejores trabajos en Balas sobre Broadway o Moulin Rouge.
Ejemplo claro de cine académico, de coartada cultista y públicos exquisitos, nos queda Iris como un típico caso de película en la que la vida que se nos cuenta fue mucho más interesante en la realidad que en sus resultados cinematográficos.
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