La idea de combinar una trama en la que tenga lugar una intriga policiaca, poco desarrollada, con juicio incluido, una historia de supervivencia con un doble romance, no suele ser mala si se lleva a cabo con una buena realización de la puesta en escena.
La cautivadora historia tiene lugar en la ficticia ciudad de Barkley Cove y comienza con el supuesto asesinato de Chase Andrews, un joven, figura de fútbol americano, con un próspero negocio, que tuvo una relación con la protagonista, Caroline Daniel Clark, a la que llaman desde que era pequeña Kya, y otros como la chica salvaje, por lo que es acusada de asesinato y consecuentemente arrestada a la espera de celebrarse el juicio.
A partir de ese momento la trama nos retrotrae a 1953, a la infancia de la protagonista, ya que tanto sus padres como sus cuatro hermanos mayores la abandonaron cuando apenas tenía diez años, desenvolviéndose sola pescando cangrejos de río en los peligrosos pantanos de Carolina del Norte, que vendía para poder sobrevivir, en lugar de acudir a la escuela, alimentándose de lo que le ofrecía la naturaleza y aprendiendo de ella hasta convertirse en su familia. Fue creciendo y, con el tiempo, tuvo un romance con Tate Walker, un amigo de la infancia de su hermano Jodie, que la enseña a leer y la educa, pero llegado el momento se fue a estudiar a la universidad prometiendo volver a por ella. En ese ínterin aparece Chase, que también pretende casarse con Kya, pero el trato recibido no es el del chico anterior.
La acción vuelve al presente con la acusación de asesinato y se va alternando constantemente con el pasado y los momentos del juicio en el que es defendida por Tom Milton, un abogado que la conoce desde que era pequeña.
El guion está confeccionado por Lucy Alibar, basándose en la fiel adaptación de la novela de misterio Donde cantan los cangrejos, escrita por Delia Owens, con ecos autobiográficos, publicada en 2019, con más de doce millones de copias vendidas, que trata sobre cómo el amor y las relaciones humanas influyen en la supervivencia de la protagonista y a confiar en sí misma cuando no tiene ayuda de los demás. No obstante, la trama posee algunos convencionalismos que no son explicados.
Esta historia está puesta en manos de Olivia Newman, directora nacida en New Jersey, para llevar a cabo su transformación en imágenes. Olivia Newman comenzó en el cine con su largometraje First Match (2018) después de hacer un corto de igual título, siendo La chica salvaje (2022) la segunda película de su aún corta filmografía, aunque la mayor experiencia realizadora la ha adquirido dirigiendo episodios de televisión y ciertamente lleva el relato a buen ritmo, con una planificación muy realista.
El protagonismo recae lógicamente en los actores jóvenes, como la británica Daisy Edgar-Jones en el personaje de Kya, que es su tercer largo, y por la parte masculina en Taylor John Smith y Harris Dickinson, que rivalizan por los amores de la chica salvaje, estando bastante ajustados sus trabajos a los personajes que encarnan. Por la parte más adulta recae el peso en el veterano David Strathairn, que hace el papel de Ton Milton, el abogado defensor de Kya.
En la parte técnica, formada mayormente por mujeres, destaca la fotografía que obtiene Polly Morgan de los espléndidos paisajes naturales del entorno salvaje de la marisma, haciendo que se integre como un personaje más, obteniendo un tono poético de los pantanos de Louisiana donde fue rodada.
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