Últimamente se están dado con bastante frecuencia las producciones de temática sexual en las que se trata alguna desviación de género, como ocurría antes con los niños que eran zurdos y se intentaba corregirlos y ahora se dejan que lo sean, e igual ocurre con la sexualidad que cada uno tiene su propia tendencia que antes no se toleraba y ahora se permite que cada uno busque su propia identidad. No ocurre así en La (des)educación de Cameron Post (2017), que refleja lo que sucedía en los años 90.
La acción transcurre en el año 1993 y cuenta la historia de una chica de una familia conservadora, cuyos padres han muerto y vive con su tía Ruth. Es una adolescente modélica en sus estudios, que está a punto de acabar en el instituto y durante la celebración del baile de graduación, Cameron es descubierta por Jimmy, su novio, besándose con Coley, su mejor amiga, en el asiento trasero de un coche, y su imagen de buena chica queda en entredicho. Escandalizada la familia, es obligada a ingresar en el Centro Good's Promise de la Iglesia Evangélica para adolescentes con problemas de atracción por el mismo sexo para cursar un programa de conversión de la homosexualidad y reconducir sus tendencias lésbicas, donde es sometida a una extravagante terapia.
Para ello tiene que aceptar y firmar que accede al tratamiento, pero durante el transcurso del mismo descubre que todo en el Centro es una manipulación emocional y que además no tienen ni idea de lo que están haciendo, ya que constantemente improvisan en las técnicas a emplear y al mismo tiempo abusan emocionalmente del personal que está internado en el centro. Allí Cameron conocerá a personas como Jane y Adam, que les permitirán encontrar su lugar y su propia identidad.
La película transcurre en Montana y es la historia de esta chica que es sometida a esa terapia para borrar su lesbianismo, que es como la otra cara o la versión femenina de Identidad borrada (2018), de Joel Edgerton, que contaba cómo a un chico lo llevan a un centro para curarlo de su homosexualidad. Aquí es lo mismo pero en versión femenina, aplicado a esta chica, interpretada por Chloë Grace Moretz, la protagonista de (500) días juntos (2009), del remake de Carrie (2013), o más recientemente de La viuda (2018).
Es una escuela religiosa en la que se vulneran todos los límites de la privacidad, se controla la música, los libros, las cartas y la personalidad más allá de lo tolerable. Durante el curso llevan a cabo una lucha contra el pecado buscando el momento en el que algo se torció en su vida, lo cual no hace mella en Cameron, que cree no tener fe. No cesan las canciones religiosas dirigidas en ese sentido, incluso en las sesiones de gimnasia se les da doctrina. Los psicólogos parecen amables, haciendo creer que el cambio es posible, poniendo como ejemplo el caso de Rick, el hermano de la directora, Lydia Marsh, uno de los educadores, que era homosexual, que se ha convertido en hetero y se ha casado, pero cuando se va profundizando nos damos cuenta de que no son tan buenos como parecen ya que abusan de la buena fe de los jóvenes.
El guion está basado en parte de la extensa novela del mismo nombre de Emily Danforth, que fue un gran éxito de venta en 2012 entre los lectores jóvenes norteamericanos, que se hace reiterativo en muchos momentos a base de repetir situaciones que carecen de tensión dramática, y por otra parte no se ve muy favorecido por la puesta en escena por parte de la dirección que lleva a cabo la actriz y realizadora neoyorquina de origen iraní, Desiree Akhavan, que debutó en el largometraje con Appropriate Behavior (2014), que también tocaba una temática de homosexualidad.
Destaca la interpretación de Chloë Grace Moretz en el papel de Cameron en esta cinta indie que alterna el drama con algún momento divertido apoyado por una banda sonora con éxitos de los años 90. En este caso pierde el ritmo con frecuencia, haciéndose lenta a pesar de tener una duración bastante standard de hora y media.
91'