La escuela de la vida

A veces no se explica que algunas películas lleguen a nuestras pantallas tan tarde como le ha ocurrido a ésta, que nos cuenta una bella historia que se desarrolla en el París de 1927 donde Paul, un niño huérfano, vive en un orfanato de altos muros y un edificio sombrío de un barrio obrero de los suburbios. Un día, en una visita de Célestine, es adoptado por ella, que es una criada del Conde de la Fresnaye, y su marido, Germain Borel, es un severo guardabosques, que trabaja en la gran finca del conde, situada en la región de Sologne.

Paul inicia su nueva vida en el mundo rural que irá descubriendo, ya que está habituado a la ciudad, y lo hará en compañía de Totoche, un cazador furtivo con el que traba una buena amistad. Para él su estancia en el campo resulta un mundo misterioso e inquietante, en una región salvaje con un inmenso bosque, con un río, animales y árboles varios. Todo ello pertenece al Conde de La Fresnaye, un viudo taciturno que habita solo en su gran mansión y en cuyos bosques hay varios pescadores y cazadores furtivos, como Totoche, el más escurridizo de todos, que le enseñará a Paul todos los secretos.

Este film ha servido al aventurero, escritor y director de cine Nicolas Vanier para recordar su infancia en la región de Solonge, donde creció y comenzó a amar una naturaleza a la que rinde un bello homenaje con esta cinta.

Una vez más, como ya ha hecho en sus largometrajes anteriores (éste es el tercero de ficción), el cineasta francés muestra su amor al cine con esta película que básicamente es una fábula sobre la libertad, la naturaleza, los animales y el campo, que nos invita a disfrutar de la belleza del canto de los pájaros, la relajante corriente de agua del río o cómo el viento mueve las hojas de los árboles componiendo una sinfonía de colores. En definitiva, nos ofrece admirar lo que tenemos delante de nuestra vista y a hacerlo a través de los ojos de un niño, este huérfano que acoge la mujer del guardabosques y de camino le sirve para mostrar la diferencia que había entre las clases más humildes y las más pudientes en la Francia de 1930.

El film transmite un mensaje ecologista y humanista e intenta recuperar los buenos valores que se encuentran cada vez más en desuso. Es básicamente un melodrama bucólico, un tranquilo paseo por la naturaleza para los amantes del cine contemplativo y de los pequeños placeres de la vida campestre, pero también un relato amable sobre la educación y el viaje iniciático de este pequeño a manos de Totoche, que le educa de una forma muy bonita, sobre la vida, al tiempo que le va enseñando a querer a los animales y que éstos puedan vivir en libertad.

El último tercio del guion nos recuerda a los melodramas de Charles Dickens, ya que además de los secretos de la naturaleza Paul descubrirá otros familiares del conde y de las relaciones con su hija.

La cinta tiene una narrativa con un devenir pausado, pero no por ello se hace lenta, ya que va encaminada a un descubrimiento final, que en algún momento se sospecha, pero entre tanto se disfruta de esa amistad entre Paul y Totoche.

La película cuenta con dos actores veteranos del cine francés, François Cluzet, como Totoche, y François Berléand en un papel más secundario como el conde; el primero comparte su protagonismo con el debutante Jean Scandel como Paul y con Valérie Karsenti como Célestine.