CRITICALIA CLÁSICOS
Esta película está disponible en el catálogo de Filmin.
Edward Dmytryk (1908, Grand Forks, Canadá – 1999, Encino, Estados Unidos), como es sabido, está en los libros de cine tanto por su obra como también por haber sido delator de colegas de profesión cuando en los años cincuenta fue acosado por el Comité de Actividades Antiamericanas del senador McCarthy, durante la famosa Caza de Brujas que buscaba “limpiar” de comunistas el mundo del cine. Incluido por el citado Comité como uno de los “Diez de Hollywood”, se negó a declarar, lo que le llevó primero al exilio en el Reino Unido y después, a su regreso a los USA, a la cárcel, tras lo que Dmytryk revelaría varios nombres de miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos, en el que él mismo militó durante un tiempo.
En su carrera, tanto antes como después del asunto con el Comité McCarthy, tuvo algunos films ciertamente de relieve, como los broncos “noir” Historia de un detective (1944), sobre la novela de Raymond Chandler, y Encrucijada de odios (1947), por el que estuvo nominado al Oscar, rodados antes del “affair” de los Diez de Hollywood, y posteriormente El motín del Caine (1954), quizá su mayor éxito comercial, el potente melodrama El árbol de la vida (1957), el drama bélico El baile de los malditos (1958) y los wésterns Lanza rota (1954) y El hombre de las pistolas de oro (1959).
La gata negra fue el sui géneris título que se adjudicó en España al original Walk on the wild side, algo así como “Caminar por el lado salvaje”; el título en España debió inspirarse, con toda probabilidad, en los espléndidos títulos de crédito iniciales del gran Saul Bass, centrados precisamente en la elegante, a fuer de inquietante, figura de una gata negra... Al margen de esa cuestión, lo cierto es que este film forma parte también del buen cine que generalmente hizo Dmytryk a lo largo de su carrera.
La acción se desarrolla en los primeros años treinta, en plena Gran Depresión. En ese contexto conocemos a Dove, un joven que marcha desde el Oeste hacia Nueva Orleáns, al Sureste del país, donde cree que reside Hallie, una mujer de la que está enamorado y con la que vivió un apasionado romance años atrás. En el camino se topa con Kitty, una jovencita con mucha hambre y (por ello, casi inevitablemente) ningún escrúpulo, al que Dove ayuda pero no accede a sus insinuaciones, firme en su deseo de reservarse para su amada. Ya en Nueva Orleans, Hallie resulta que es la amante de la poderosa madame de un prostíbulo de alto “standing” en la ciudad, así que cuando llega Dove, la mujer no ve muchas posibilidades de escapar de la vida que lleva...
Como queda dicho, los créditos iniciales de Saul Bass ya empiezan con buen pie la película, un melodrama romántico de alta intensidad, con potentes pasiones pero también sexo sin más, como el que se ofrece en el burdel de Nueva Orleans donde vive Hallie, y también con el que tienta la joven Kitty para conseguir comida o cualquier otro beneficio primario. Con el marco al fondo del decadente ambiente sureño de la cosmopolita Nueva Orleáns, el film parte de la novela de Nelson Algren Walk on the wild side, y la siempre profesional y personal puesta en escena de Dmytryk realza una historia de atmósfera viciada, donde Bien y Mal conviven, donde la necesidad de la regeneración, de la redención, será finalmente su tema fundamental, la única salida para una historia que, conforme a los cánones de la época, difícilmente podía acabar en final feliz.
La gata negra, aparte de ser un consistente drama de perfecto ritmo narrativo y pulsiones muy a flor de piel, fue la primera película producida por una “major” (en este caso la Columbia) en el que se hablaba bastante a las claras de una relación lésbica, la que mantiene en pantalla la madame, una espléndida (como siempre...) Barbara Stanwyck, y la amada de Dove, encarnada por la francesa Capucine, de presencia fascinante aunque interpretativamente inferior al resto del elenco femenino; Capucine fue “top model” antes que actriz, faceta en la que bastaba con su magnética presencia, aunque lo cierto es que no estaba especialmente dotada para la función actoral. Mucho mejor que ella, también como siempre, Anne Baxter, aquí en un papel no demasiado extenso ni agradecido, que ella, sin embargo, borda. A Jane Fonda, en su segunda película para el cine, se la ve todavía un poco novata pero dando ya signos de que daría mucho juego en el futuro; ella es la que aporta, fundamentalmente, la sensualidad a un film que precisa de esa capacidad de incitar al deseo para que la obra tenga la atmósfera adecuada: romántica, fatalista, atormentada, sensual, quizá deudora del teatro de Tennessee Williams, y de las célebres adaptaciones que del mismo se han hecho, desde Un tranvía llamado deseo a Dulce pájaro de juventud, entre otras.
Como curiosidad, se pone en boca de Dove la historia del profeta Oseas, para proclamar solemnemente que, a la manera del legendario prohombre bíblico, también el joven rescataría a todo trance a su amada prostituta, como Oseas hizo con su esposa infiel, Gomer. Hermosa música del gran Elmer Bernstein, de evidentes reminiscencias jazzísticas, estando nominada al Oscar su canción original, aunque finalmente se llevaron ese premio Henry Mancini y Johnny Mercer por Días de vino y rosas.
(17-09-2021)
114'