Un director de cine que atraviesa uno de sus peores momentos creativos conoce a una mujer de extraordinario parecido físico a una estrella de gran fama, Lylah Clare. Entre ambos se producirá una relación de extraña química. El director de este film, Robert Aldrich, tuvo más de un problema con esta película, en la que el autor de Apache se despachó a gusto con las interioridades de la gran industria del cine.
La leyenda de Lylah Clare es una cinta irregular, pero, como casi todas las de Aldrich, está muy bien contada y tiene un ritmo perfecto. Desde luego, no está a la altura de otros títulos del maestro, como Veracruz, ¿Qué fue de Baby Jane?, Doce del patíbulo o El emperador del Norte, pero no es despreciable.
Además, cuenta con la inestimable presencia de Kim Novak, una mujer de extraña belleza, fría, casi inalcanzable, pero que interpretó algunas películas que le otorgan, por ese solo hecho, la categoría de diosa de ese Olimpo pagano pero quizá imperecedero que se llama Hollywood; su tarjeta de presentación sería, sin duda, la magistral Vértigo, de Hitchcock, película que guarda más de un parecido con esta La leyenda…
Acompaña a la gran Kim en el reparto Peter Finch, un hombre al que años más tarde le cupo el más bien dudoso honor de ser el primer actor que ganó el Oscar (por Network, un mundo aparte) después de muerto.
(29-10-2011)
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