Pelicula:

CRITICALIA CLÁSICOS

No deja de ser chocante que. a pesar de la coincidencia de idioma, el cine que se hace en países sudamericanos hispano hablantes no llegue con frecuencia a nuestro país, si bien en los últimos años ese problema se va atenuando. Y en esa tendencia tiene siempre protagonismo la cinematografía de Argentina, desde sus comienzos la más potente y pujante del subcontinente sureño. De ello podría dar fe el veterano Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, donde los films porteños están tantas veces presentes... y muchas de ellas acaparando premios. O en un ámbito muy lejano (en todos los sentidos) como es la IMDb estadounidense, que tiene editada una lista de nada menos que 50 realizadores de dicha cinematografía, empezando con la A, de Adolfo Aristaráin... para luego alargar la relación hasta 63 directores, de momento...

Y decíamos bonaerense en nuestro título porque la cinta que hoy comentamos en cuestión tiene una protagonista que vive en el Gran Buenos Aires, que se convierte en provincia, y hace que se define "porteño" solo como término relacionado con el casco antiguo, céntrico, de la gran capital. Allí, en ese otro extrarradio, conocemos a una niña y luego mujer, alias La Raulito o La Pelada, cuyo verdadero nombre era María Ester Duffou (1933-2008), hija de padre alcoholizado y madre enferma, para la que la vida se convirtió desde chica en un deambular por reformatorios, casas de acogida, hospicios, institutos psiquiátricos, calabozos preventivos... más muchos problemas policiales y paso fugaz por tribunales. Cuando llega a la adolescencia se viste de muchacho y se corta el pelo, porque piensa que la sociedad es machista y la tratará mejor.

Su historia nos la cuenta Lautaro Murúa, de nacimiento chileno pero afincado en Argentina. Primero como actor, con muchos títulos rodados con Leopoldo Torre Nilsson, el gran pope del cine de su país en los años 50 del pasado siglo XX, para luego -Murúa- dar el paso a director y ya en 1961 tener un éxito de taquilla con Alias Gardelito, mordaz sátira sobre los muchos cantantes que acudían a la capital intentando repetir los triunfos del rey del tango, el inmortal Carlos Gardel. Ello le permite estabilizarse y rodar más cintas, hasta llegar en 1975 a su más grande éxito, La Raulito.

La vida callejera de la protagonista se nos da en una crónica que navega entre el cine de autor y un neorrealismo renovado y enmarcado en un país concreto, con su dosis de crítica social. La Pelada pasa por calabozos, convive con mujeres de mala vida en un extraño grupo teatral que encubre la prostitución, que ella no comparte. O vive colaborando con un repartidor de periódicos (Luis Politti), que le permite dormir en su casa. También recibe una ayuda parcial de un médico de asistencia social, que choca con la testarudez de la implicada, que -en vez de colaborar- prefiere romper escaparates para robar camisetas de su club favorito, el Atlético Boca Junior, con esa pasión futbolera de todo argentino que se precie. 

Y pieza fundamental y clave de la cinta es la interpretación de Marilina Ross, más talludita que como aparece aquí, ya conocida por entrevistas, como cantante, espacios radiofónicos y otros medios de comunicación, incluso con pequeños papeles anteriores y en documentales, que luego le ayudaron al llegar a este largometraje. En la cinta, en buena parte, recrea varios de los momentos difíciles de su vida e incluso su etapa de protección a otra niña (mucho más pequeña) a la que apodan "Medio Pollo" (Juanita Lara). Y entre la buena mano realizadora de Lautaro Murúa, los intérpretes y el gancho de la propia historia, se encubren también algunos baches narrativos que resultan repetitivos, o la endeble fotografía, de un desvaído color.

Con sus pros y sus contras, lo cierto es que la película arrasó en taquilla en su país, por supuesto, y en otros muchos iberoamericanos, repitiendo la excelente acogida también en España, estrenándose en Mayo de 1976, y con la presencia de Lautaro y Marilina en varias ciudades de este otro lado del océano, para apoyar el lanzamiento. Obra primorosa, que sabe captar al espectador (incluso fuera de su país de origen, como pasó en España) llegó a ser nombrada por la Asociación de Críticos de Nueva York como mejor cinta foránea en 1979 (cuando se estrenó allí). Y como prueba de su sobresaliente acogida de los españoles, en 1977 se rueda aquí La Raulito en libertad, también dirigida por Murúa, y con un prestigioso reparto -además de Marilina Ross-, con Charo López, Vicente Parra, Maruja Asquerino, Manolo Zarzo... si bien su acogida taquillera no tuvo nada que ver con la clamorosa del original.

Y volviendo a la primera, la que nos ocupa, su tramo final es abierto, ambiguo y muy alargado: vemos a la protagonista acompañada de la niña, "Medio Pollo", que se montan (obviamente sin billete) en un tren que las lleva a Mar del Plata, donde se bajan, y tras recorrer parques y calles, en un largo trávelling, las lleva casi sin saberlo hasta la costa, hasta el propio mar, bravío e inmenso -como evidente símbolo liberador-, donde una agotada Raulito con la niña en brazos. terminan jugando con un balón y descansando en las dunas, ante un futuro ciertamente sin definir. Y uno (que pertenece a esa raza en extinción de los cinéfilos) se pregunta si es la Pelada o acaso es Antoine Doinel, el niño protagonista de la inolvidable ópera prima de Truffaut, Los cuatrocientos golpes, otra historia de dificultades, dolor y contratiempos, también en plena infancia y terminando igualmente a la orilla del mar. A decir verdad, reuniendo datos o información de nuestra cinta, no hemos encontrado ni una crónica, ni un comentario, ni un apunte que aluda a esa semejanza para componer el -por otra parte- hermoso y dubitativo final...


(15-06-2025)



 


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95'

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La Raulito - by , Jun 15, 2025
3 / 5 stars
Los cuatrocientos golpes... bonaerenses