En 2000 causó cierta sensación un filme de ciencia ficción, entreverado de terror, titulado Pitch Black. Era una producción más bien barata, de serie B, con actores poco conocidos, que fiaba su interés en un guión impactante y una dirección bastante plausible. Se trataba de confinar, por causa de un accidente, a un grupo de personas en un planeta infernal, donde en la oscuridad unos temibles depredadores mataban a cuanto ser viviente existiera sobre su superficie. Un presidiario que viajaba entre los accidentados sería su única defensa.
Cuatro años después, al olor de aquel (moderado, pero evidente) éxito, su guionista y director, David Twohy, vuelve con más ínfulas, mucho más medios y, lástima, menos interés. Lo que en aquella pequeña película era un universo cerrado y angustioso en el que la llegada de la oscuridad se vivía como una pesadilla terrorífica para los cada vez más menguados supervivientes, aquí se convierte en toda una megalómana historia con imperio del mal de por medio, con evidentes influencias de la saga de Star Wars, con su Lord Mariscal enteramente como Lord Vader, y los rebeldes que le hacen frente; hasta tienen al cínico que cree no tener nada que ver con la guerra, para implicarse finalmente, y que en la serie de Lucas le tocó a Harrison Ford y aquí a un hipermusculado Vin Diesel, ya convertido en estrellita del cine de acción.
No acaban ahí las influencias: David Twohy saca a pasear hasta al fantasma de Macbeth, haciendo que la esposa del lugarteniente del Lord Mariscal conspire con su marido para usurpar el trono del imperio: ahí es nada, un epígono de Shakespeare en el espacio... Por haber hay hasta una reproducción en zarrapastroso de la prisión espacial de Alien 3, lo que no deja de ser el colmo, imitar a una secuela...
Pero tanta ínfula y visión megalómana va en detrimento del ritmo y de la verosimilitud de la historia, y no nos terminamos de creer las hazañas de este superhéroe de cráneo rasurado y ojos de gato, hasta el punto de que, con mucha más precisión que en el programa de Sardá, aquí se puede hablar de Crónicas marcianas... Queda un diseño de producción costeado aunque ciertamente feo con ganas, y una estética del imperio del mal que recuerda, por momentos, la del nazismo hitleriano. Sí, la verdad es que original, original, lo que se dice original, poco tiene la película...
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