Pelicula:

Reconozco que me gustan las utopías, y más aún las antiutopías: en ellas anida con frecuencia lo mejor, y lo peor, de los seres humanos, y también la capacidad del creador para imaginar mundos mejores y, por supuesto, peores que el nuestro. Al final, no es sino vivir otra realidad (virtual o no) a través de ese medio mentiroso, pero tan verosímil, al que hemos dado en llamar cine.


También es cierto que, sobre utopías y antiutopías (o de ambas entreveradas, como es el caso de Blade Runner, la obra maestra de este venero que no llega a género), lo habitual es que se hagan películas no precisamente extraordinarias, aunque sí es cierto que su mera materia argumental es suficiente para que a los que nos interesan estas historias nos apetezca verlas. Cfr. el caso de El último hombre vivo o Soy leyenda, versiones de una misma historia, no precisamente para tirar cohetes, pero suficientemente excitantes en su simple enunciación como para ponernos las orejas tiesas (valga el símil canino) a los degustadores de utopías y antiutopías.


Así, filmes que en otro contexto argumental podrían catalogarse de mediocres, como Soylent Green (denominada en España con el muy poético título de Cuando el destino nos alcance), tienen un plus de interés para nosotros.


Hay, por supuesto, algunas películas de indudable mérito, como El planeta de los simios (versión Franklin J. Schaffner; la de Tim Burton era inferior) o Matrix (la primera, la genuina; las continuaciones fueron sendos fiascos, en orden decreciente), que elevan el nivel de las utopías y antiutopías, pero lo normal es que sean tirando a discretas, aunque resaltadas por su original textura argumental, como en el caso de la reciente Gamer.


Así las cosas, esta Los sustitutos plantea una interesante tesis: ¿qué ocurriría si, en el futuro, todos nosotros tuviéramos un robot de apariencia humana (más que humana, habría que decir…), que nos sustituyera en todos los momentos de la vida, gobernados por nuestra mente mientras descansamos en una silla, cómodamente tirados a la bartola? A partir de ahí, y de la muerte violenta de dos de los humanos tras ser asesinados sus sustitutos (de ahí el título del filme), un agente del FBI tendrá que investigar el crimen, implicándose en ello emocionalmente, casi filosóficamente.


Pero (siempre hay un pero…) la historia, que prometía, con su dialéctica entre los integrados (los tipos que viven de forma vicaria a través de sus androides) y los “outsiders” (los humanos que se niegan a esa forma de “vida” y prefieren la normal, con sus riesgos pero también con su autenticidad), con su reflexión sobre hasta qué punto el maquinismo, al tiempo que nos hace la vida más fácil, no nos está hurtando también la gloria --y la miseria-- de vivirla, hubiera requerido un guión más sólido, que hubiera hurgado con inteligencia en la contradicción de sentir a través de un amasijo de acero y silicio, y hubiera contado con una dirección más personal que la del mediocre Jonathan Mostow, entre cuyos créditos, por decir algo, está el de haberse cargado Terminator 3. La rebelión de las máquinas.


Así las cosas, quedan aciertos parciales, como la persecución en coche del androide femenino por parte del protagonista, un alarde de pericia en el rodaje y montaje de este tipo de escenas de acción, pero también espantosos personajes, como el llamado El Profeta, supuesto líder de los humanos que no quieren tener sustitutos, que más que líder político o social parece un adivino tipo Rappel (sólo le falta la pluma desplegada…).


Eso sí, merece la pena la película aunque no sea más que por ver a Bruce Willis recauchutado, en una versión bastante mejorada de lo que haya sido nunca (ni siquiera en su época del serial televisivo que le dio a conocer, Luz de luna, y de la película que lo lanzó a la fama en la pantalla grande, Cita a ciegas): es gracioso ver a este Willis aerodinámico, con todo su pelo, rubio por más señas, con una graciosa onda en el tupé: descacharrante… También es verdad que los dos kilos de maquillaje que lleva en el rostro en su papel de androide le facilita mucho su habitual pose de esfinge, que tantos réditos le ha dado…



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88'

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Los sustitutos - by , Nov 03, 2016
1 / 5 stars
Yo, robot