Pelicula:

Estreno en Prime Video.


Nacho G. Velilla alcanzó notoriedad como guionista de dos de las series más populares de la historia reciente de las televisiones españolas, Siete vidas y, sobre todo, su esqueje o “spin-off” Aida, que se mantuvo durante un buen puñado de años en los primeros puestos de los “shares”, las audiencias televisivas, cuando aún eran casi analógicas... Aquella notoriedad como guionista imaginativo le permitió saltar a la condición de director, primero de productos televisivos en esas mismas series y en alguna posterior que se saldó, sin embargo, con un sonoro fracaso, como Gominolas, para después pasarse al cine como guionista y director, con un puñado de películas que, ciertamente, tuvieron una buena acogida en taquilla, en prácticamente todos los casos con cifras de asistencia de público claramente por encima del millón de espectadores (fuente: web del Ministerio de Cultura y Deportes, ICAA), cifra que para España es mucho. Se sucedieron los títulos: Fuera de carta (2008), Que se mueran los feos (2010), Perdiendo el norte (2015) y Villaviciosa de al lado (2016), siempre comedias que buscaban claramente la comercialidad, con algún tema llamativo (el chef gay y estresado, por ese orden; la emigración a Alemania por motivos laborales; el Gordo de la lotería repartido en participaciones en un puticlub...), e incluso se lanzó a la aventura americana con No manches Frida (2016), que tuvo tanto éxito en México y, secundariamente, en el mercado hispano yanqui, que hasta se hizo una segunda parte en 2019.

Pero el cine de Velilla es el típico del guionista que se aplica a poner en imágenes su libreto, pero poco más, pareciéndonos evidente que es mucho más guionista que director, siendo como tal muy limitado e impersonal. Pero el cine, ya lo sabemos, es algo más que ilustrar aplicadamente un guion, y en eso Velilla parece que no ha dado todavía el salto.

Mañana es hoy, rodada directamente para Amazon Prime Video, en esa coyunda quizá no demasiado afortunada (en términos de calidad) que se está dando en los últimos tiempos entre cineastas y plataformas de “streaming”, es probablemente uno de los peores productos del cineasta zaragozano, partiendo de un guion marciano (con lo que ya empezamos mal, si tenemos en cuenta que su fuerte es el texto cinematográfico...), y terminando por una puesta en escena ciertamente penosa, como intentaremos explicar.

La acción se sitúa inicialmente en Madrid, en 1991. Conocemos a una familia media española de la época: el padre, José Luis Gaspar, tiene una pequeña tienda dedicada a productos relacionados con la fotografía; la madre, Pilar, ama de casa; la hija mayor, Lucía, a la que llaman Lulú en la familia, a punto de cumplir los 18, con un novio, Charly, al que José Luis no puede ver ni en pintura; y un hijo más joven, Rodrigo, en la adolescencia, con todos los calores hormonales propios de la edad. La familia Gaspar prepara sus primeras vacaciones estivales en 10 años, que pasarán en la costa valenciana, aunque tienen problemas con los hijos y con el atolondrado chico (Quique) que se va a quedar a cargo de la tienda de fotos, un cenutrio con vocación de eterno pagafantas. Cuando por fin llegan a la costa levantina, los padres y el adolescente son sorprendidos por una tormenta eléctrica mientras navegan en un patín acuático, produciéndose un peculiar fenómeno entre lo meteorológico y lo esotérico (aunque los guionistas intentan hacerlo pasar por científico...), apareciendo los tres, cuando por fin alcanzan la playa, en el año 2022...

Los viajes en el tiempo son, desde luego, uno de los recursos fantacientíficos más utilizados por los guionistas del cine, teniendo en cuenta lo agradecidos que son, aunque también es cierto que, como las escopetas, los carga el diablo. Así a vuela pluma nos acordamos de algunos ya clásicos, como El tiempo en sus manos, Los pasajeros del tiempo, la popular trilogía iniciada por Regreso al futuro y la no menos notoria que comenzó con Terminator, y otros más recientes, como Interstellar y Tenet (los dos de Nolan, por cierto...). Mañana es hoy no se inscribe, desde luego, entre esos títulos ilustres, sino que su viaje en el tiempo es más un pretexto para poner en escena una comedia de diferencias intergeneracionales, con los padres coercitivos y los hijos (la hija, más bien) que se comportan como procede en la edad, con la rebeldía correspondiente a la misma.

A partir de ahí, Velilla busca acentuar las diferencias entre los dos tiempos presentados en pantalla, principios de los años noventa y nuestros días, aunque con frecuencia se aprecia que el cineasta “extrema” esas diferencias, haciendo en muchos momentos que, más que situarse en los años noventa, parezca hacerlo en los ochenta e incluso en los setenta. No solo en la mentalidad de la época, que también, sino incluso en el atrezo: véanse, por ejemplo, los automóviles que aparecen supuestamente en los años noventa, claramente anteriores a esa fecha.

Así las cosas, la comedia se desliza con cierta pesadez, navegando entre los dos tiempos cronológicos en los que los protagonistas transitarán a lo largo de la historia, pareciendo que hay un cierto tono de nostalgia (que, ciertamente, no reprocharemos al autor, visto el panorama actual...) sobre aquellos años de la última década del siglo XX, en el que todo parecía más sencillo, más claro, menos complicado...

Llama la atención que, siendo esta la séptima película de largometraje que afronta Velilla como director, más una buena tanda de capítulos de series también dirigidas por él, sin embargo sigue siendo un realizador acartonado, no sabe imprimir a sus productos audiovisuales la ligereza que debe ser inherente a una buena comedia. Y lo que ya es no llamativo, sino increíble, es la torpeza que se gasta Nacho G. Velilla en la filmación de las escenas de acción: las del patín acuático en el mar, y la de la noria de la penúltima escena, están resueltas con una soprendente falta de pericia, con un alargamiento artificial y extenuante de lo que vemos en pantalla, como si esa grosera artimaña agregara tensión cuando lo que añade es cansancio y fatiga por unas escenas mal planificadas y peor montadas.

Endeble propuesta entonces, muy convencional y estándar, Mañana es hoy es una buena muestra de ese cine o serie de manufactura rápida que se estila en estos tiempos, rodada en un pispas gracias a los generosos presupuestos de las plataformas, pero sin que tengan realmente un interés más allá de llenar de ceros las cuentas corrientes de sus productores. Hay, es cierto, algún detalle interesante, que hace pensar cómo habría sido la película si Velilla, en vez de actuar como un mero pegaplanos (que es lo que mayormente es, dicho sea sin ánimo de ofender...), le hubiera echado un poco de imaginación al tema, como la secuencia en la que los padres leen el diario íntimo de su hija, en la que el director presenta a los padres como testigos “dentro” de esas escenas en las que vemos a la chica contando pasajes de su vida, incluido alguno subido de tono. El recurso, desde luego, no es novedoso, pero funciona bien como manera muy cinematográfica y poco habitual de contar algo.

En cuanto a los actores, nos parecen que están, en general, correctos. El mejor,  sin duda, Javier Gutiérrez, que incluso en un producto como este, evidentemente alimenticio, se entrega totalmente, como si fueran a darle un Goya por él.

(09-01-2023)


Mañana es hoy - by , Jan 09, 2023
1 / 5 stars
Viajar en el tiempo en un patín acuático