Rodada en el año 2006, esta película ha tardado seis años en llegar a las pantallas españolas, a causa de problemas económicos de toda laya, relacionados, según parece, con impagos de servicios prestados durante su rodaje y los subsiguientes embargos que ello suele acarrear.
Lo cierto es que tanta espera ha sido para nada, porque Manolete es uno de los filmes españoles (aparte de su cosmopolita coproducción europea y norteamericana) más endebles de los últimos tiempos, una sarta de tópicos sobre el famosísimo torero cordobés, centrándose de forma prácticamente exclusiva en la tormentosa relación que mantuvo Manuel Rodríguez con Lupe Sino. Quizá ello conviniera de cara a la galería, a fin de fomentar el tópico del torero y sus amores (más o menos) pecaminosos, pero lo cierto es que ello hace que la historia sea más un romance no precisamente distinguido antes que un esbozo de biografía, aunque sea parcial, del que probablemente ha sido el torero más influyente de la toda la Historia de la Tauromaquia (con permiso, lógicamente, de Joselito El Gallo y Belmonte).
Porque este Manolete resulta ser un tipo balbuciente, indeciso, más parecido a un Hamlet moreno que a un bragado toreador que se jugaba la vida día tras día delante de bestias de media tonelada de peso y con unas cornamentas como para matar del susto. No es este el matador impávido, de efigie estoica, un nuevo Séneca que hizo de su profesión una vocación, casi una devoción, y que revolucionó el mundo del toro; el Manolete que se nos presenta no parece capaz ni de matar una cucaracha en el pasillo de su casa.
Con una ambientación que a ratos parece más mexicana que española (lo que no deja de ser grave en una producción rodada en España y cuyo máximo responsable en ese terreno es español), Manolete es una olvidable biografía de un torero cuya memoria habría merecido bastante más que este sordo drama de implicaciones románticas, con algunas de las metáforas cinematográficas más torpes y zafias que se han visto en mucho tiempo, como la escena en la que vemos alternativamente al torero en una especie de ayudado por abajo, casi abrazando al toro con la mano libre, mientras se intercalan escenas eróticas en la cama con su Lupe, en una mixtura cuando menos indigesta…
No parece que el holandés afincado en USA, Menno Meyjes, fuera la persona adecuada para dirigir este proyecto; guionista de algunos éxitos de la primera etapa de Steven Spielberg, como El color púrpura o El imperio del sol, su relación con el mundo de los toros, o tan siquiera con España, parece nula, y parece que en este caso se limitó a poner su oficio y poco más.
Entre los actores, Adrien Brody está desorientado, sin tener mucha idea de a quién está interpretando, y Penélope Cruz, aunque ya emigrada entonces a Hollywood, aún no tenía el caché del que hoy día goza y se limita en este pestiño a prestar su rostro de racial española, un poco a la manera de la Chiquita Piconera de Romero de Torres. Como curiosidad, Santiago Segura hace el que probablemente sea su primer (y último, me temo) papel dramático en cine, el fiel ayudante del torero.
(09-09-2012)
89'