Esta película forma parte de la Sección Oficial del 18º Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2021).
El mito griego de Medea, la mujer que, por venganza hacia el amante que la abandona, asesina a sus propios hijos para infligir el máximo dolor posible a quien había sido su amor y ahora es su odio, fue llevado a los escenarios de la Grecia y Roma clásicas por Eurípides y Séneca. Por supuesto, se corresponde con un arquetipo humano que, desgraciadamente, llega hasta nuestros días, aunque es cierto que en nuestro tiempo son más frecuentes los “medeos”, los hombres que matan a sus hijos para hacer sufrir a sus exmujeres.
En cine y televisión se han hecho muchas versiones, por supuesto, de este mito, siendo quizá las más interesantes la de Pier Paolo Pasolini, titulada precisamente Medea (1969), con Maria Callas como protagonista, pero también la más libre del mexicano Arturo Ripstein que llevó el titulo de Así es la vida (2000).
Aleksandr Zeldovich es un cineasta ya de cierta edad (Moscú, 1958) pero con una relativamente corta carrera como director, solo 6 largometrajes de ficción desde 1986, sin que ninguno de ellos se haya estrenado en España. A la vista de esta Medea, se entiende mejor el porqué de la escasa filmografía y su nula repercusión fuera de las fronteras de la vieja Rusia.
Porque, ciertamente, esta Medea es una actualización manifiestamente prescindible y gratuita del mito recreado por Eurípides y Séneca, un retrato de mujer que nos ha parecido el colmo de la misoginia, como si el director tuviera una pésima imagen de las féminas, en general, y las hubiera volcado todas en esta historia en la que la protagonista, amén de matar a sus hijos al final (no hay “spoiler”, claro: si Medea no mata a sus hijos para hacer daño a su ex, no seria Medea…), incurre en otras cuestiones no precisamente positivas, como matar a su propio hermano para ¿proteger? a su amado. Eso aparte de beneficiarse a cualquier cosa con pantalones que se le ponga a tiro: por supuesto, la promiscuidad femenina o masculina no es negativa “per se”, y solo concierne, en su caso, a las parejas respectivas, pero aquí es evidente, o así nos lo parece, que Zeldovich nos la presenta como otro mas de los defectos (él seguramente diría otro más de los vicios…) de esta mujer que es el súmmum de todas las maldades, de todas las perfidias.
Y lo curioso es que, formalmente, la película se deja ver: está bien filmada, con una hermosa fotografía que saca buen partido tanto de los iniciales paisajes rusos como de los mucho más yermos, pero también bellos a su manera, del Israel a donde los amantes emigran. También es cierto que el director no debió ir a clase el día que explicaron la elipsis, porque su película no nos ahorra nada; ya sabíamos que los cineastas rusos no son precisamente muy sutiles, pero éste parece que le gana por la mano a sus colegas… Así las cosas, la película se alarga extenuantemente durante casi 140 minutos, sin ahorrarnos ni uno solo de los “polvos” que la fogosa protagonista se echa con cualquier tipo que pase por allí, hasta el punto de que, desde el momento en el que aparece un nuevo varón en escena, ya sabemos que terminarán fornicando, con muchos jadeos y muchos ayes, como manda el cine moderno, y aquí además con la traca final de que la chica, cuando llega al orgasmo, le da siempre como un síncope con los ojos vueltos, como si muriera un poco, con el consiguiente susto del amante de esa jornada, que pasa en un tris del “final feliz” al “ay, Dios mío” (como se diga en ruso o en hebreo, claro…).
En fin, tampoco hay que tomarse demasiado en serio este dramón que se reputa tan solemne, y cuya escena del asesinato de los niños es una de las más alambicadas y rebuscadas que hemos visto en mucho tiempo, con lo bonita que es la sencillez…
Misógina hasta decir basta, inescrupulosa y finalmente vacía, nos quedamos desde luego con las versiones de Pasolini y Ripstein. Esta Medea del siglo XXI, desde luego, ni será una versión canónica del mito ni tendrá trascendencia más allá de ser una de las escasas muescas en la filmografía de un director cuya obra (ahora lo entendemos mejor) no ha salido hasta ahora de su país por algo tan simple como que no interesa mayormente a nadie…
(11-11-2021)
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