Pelicula:

Sobre la figura imaginaria de Sherlock Holmes, inventada por Arthur Conan Doyle, se han hecho todo tipo de adaptaciones y versiones al cine. De hecho, este personaje y Tarzán rivalizan en cuanto al número de veces que han sido llevados a la grande o pequeña pantalla. Sin embargo, no recordamos ninguna en la que el detective de la calle Baker fuera presentado como el anciano que alguna vez (si hubiera existido) pudo llegar a ser.

El novelista norteamericano Mitch Cullin, enfant terrible (vale, terrible child, dada su nacionalidad…) de las letras hodiernas, publicó en 2005 su novela A slight trick of a mind (en español editado por Viamagna como Un sencillo truco mental), en la que el escritor yanqui fantaseaba sobre la posibilidad de que el detective de la pipa y el gorro de cazador, ya nonagenario, tuviera que resolver un último caso, que en esta ocasión no sería sino recordar aquel postrer asunto que le determinó a dejar la investigación y que, 35 años más tarde, entre las brumas del Alzheimer, se afana en recordar. El viejo contará con la inestimable ayuda de un niño, el hijo de su criada, un chico despierto, de alguna forma traumatizado por la falta de la figura paterna, muerto el padre en la Segunda Guerra Mundial. Entre ellos dos y la madre del niño tiene lugar casi toda la película, salvo un excurso en Japón (que terminará de completar el puzzle) y alguna visita profesional (médico, policía).

Mr. Holmes resulta ser así la probablemente más humana, más nostálgica, a la vez más valiosa de las historias imaginadas sobre el detective conandoyleano. No deja de ser curioso que el mejor Holmes que se haya hecho nunca (con permiso del también magnífico que puso en imágenes Billy Wilder en La vida privada de Sherlock Holmes) se haya hecho a partir de un texto ajeno a Conan Doyle… Y es que sir Arthur era un escritor perito en montar inextricables intrigas, pero no era precisamente un gran conocedor del alma humana, no sé si me explico…

La película resulta ser, entonces, un bellísimo, tristérrimo, finalmente redentor canto sobre la especie humana: si la sagacidad, la inteligencia, la capacidad para desentrañar misterios, todo ello típico del célebre Sherlock, se aliara a la humanidad, al compromiso, a la toma de decisiones arriesgadas, ¿no se conseguiría la cuadratura del círculo? ¿No podrá, entonces, descansar el nonagenario, el enfermo de Alzheimer, el hombre que lo fue todo (sin siquiera existir) para terminar no siendo nada, salvo una caricatura de sí mismo?

Hermosa obra, de nuevo en una fructífera colaboración entre Bill Condon e Ian McKellen, tras la espléndida Dioses y monstruos (1998), confirmando ambos, director y actor, que sus trabajos en común se cuentan por aciertos. McKellen está soberbio, como es habitual en él, componiendo admirablemente un personaje en dos etapas de su vida, con tres décadas de diferencia entre ambas, sin necesidad prácticamente de afeites ni maquillajes, sólo con la perdida mirada del anciano senil frente a la vista enhiesta del hombre maduro pero aún en la flor de la vida.

Atención al jovencísimo Milo Parker, un chico de extraño rostro que puede dar mucho de sí en el futuro. Laura Linney, como siempre, está estupenda, aquí en un papel poco agradecido que ella borda desde la sencillez.



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104'

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Mr. Holmes - by , Sep 02, 2015
4 / 5 stars
Elemental, Dr. Alzheimer