En España hay una cierta tradición de cine negro que, a día de hoy, está casi olvidada. Sólo hay que recordar títulos como Apartado de Correos 1001, Brigada Criminal, Crimen de doble filo, El crack y El arreglo, entre otras muchas, para entender que hay una veta de cinema noir a la española más que interesante. Sin embargo, parece que en los últimos años se hubiera agostado ese filón, como si los cineastas españoles hubieran olvidado su existencia o simplemente la despreciaran. Ha tenido que ser uno de los pocos directores españoles que ya ha reincidido en el género, Enrique Urbizu, el que recuerde su vigencia. Urbizu tiene en su haber dos buenos films negros, Todo por la pasta y La caja 507, ambas películas plenamente de serie noire, sin por ello caer en los tópicos o los convencionalismos de las dos grandes cinematografías que han tratado este bello género, obviamente la norteamericana y la francesa.
En este más que interesante No habrá paz para los malvados Urbizu actualiza el género, adaptándolo a los descreídos años diez del siglo XXI, y lo ajusta a nuestra realidad. Tendremos entonces a un policía cincuentón, alcoholizado por problemas de antaño, fulero y pendenciero, que en medio de un pedo considerable se lleva por delante a varios empleados de un lupanar, dueño incluido. A partir de ahí la madeja irá enredándose y desenredándose alternativamente, con una implacable juez y la policía judicial tras la pista del asesino, pero también con el propio policía felón tras una pista que le debía llevar hasta un testigo de su crimen pero que realmente le abocará a otra misión, más grande y heroica, esta vez sin encomienda alguna de sus superiores, sino como expiación de sus culpas.
Film bronco y bien dirigido, cuenta con un guión sólido y (por qué no decirlo) tan embrollado como es habitual en el género, donde a lo más a lo que se puede aspirar es a enterarse, al menos, de las líneas generales de la historia y a dejarse llevar por la atmósfera, en este caso bien conseguida por Urbizu, con una dirección funcional pero muy efectiva, mimando el personaje central, un Santos Trinidad que es, ciertamente, uno de los hallazgos del cine español de nuestro tiempo, a la altura del Malamadre de Celda 211. José Coronado consigue el que seguramente es su mejor papel en cine, y eso que los tiene muy buenos, como en la mentada La Caja 507 o en La vida mancha, curiosamente ambos bajo la dirección de Urbizu. Su caracterización trasciende, como dijo en una entrevista televisiva, el mero disfraz, para hacerse con el personaje, fundirse con él, y componer un personaje tan abominable como, a la postre, fascinante.
Atención a Helena Miquel, cantante y actriz, una revelación en el rol de la juez, uno de los mejores personajes (tras el excelente Santos Trinidad) del film.
(28-09-2011)
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