A pesar del tiempo que ha transcurrido desde la realización de esta película, los años parecen no haber pasado por sus imágenes, que ha dejado una huella indeleble en la Historia del Cine y en el recuerdo de los espectadores. Con obras maestras como la presente adquiere el cine caracteres de importancia y le confirman como el arte séptimo.
My darling Clementine es una obra redonda y completa de principio a fin. Ya en los primeros metros, el paisaje fordiano nos delata su presencia. Sus montañas parecen como una constante, como un adorno sin el cual el viejo director no se encuentra a gusto, por lo que las repite a lo largo de su filmes: Fort Apache, El gran combate…
En todas ellas se repiten los mismos personajes una y mil veces sin que por ello se le pueda tachar de falta de inspiración; son personajes que bajo los moldes que Ford ha creado, tiene cada uno una vivencia distinta, unos caracteres propios y el soplo de vida e inspiración que les hace héroes cotidianos anónimos, hombres y mujeres de una sola pieza. ¡Cuántas veces hemos visto a estos hombres y mujeres cabalgar por las praderas del Oeste! Y sin embargo, nunca como cuando los mueve John Ford.
En esta película cada personaje, cada escena, cada plano resultan ser una verdadera antología, una enciclopedia ilustrada con la que se puede aprender la mejor manera de hacer cine. Ese cine fácil y a la vez difícil que Ford hace con la facilidad con que se respira, con la mayor naturalidad del mundo.
Si antes gozaba de prestigio esta película, ahora se puede apreciar mucho más el auténtico valor que encierra sus imágenes. Tal vez para muchos pasara en su día desapercibida, una película más del Oeste, de ese género que durante mucho tiempo fue despreciado como de tono menor, y que sin embargo ha sido siempre filón para hacer tantas y tan grandes películas de valor auténticamente cinematográfico, colocando al cine americano en la más alta estimación ante la crítica de todo el mundo.
La perspectiva de los años nos dice que Pasión de los fuertes es una película clave en la filmografía de John Ford, y su autor uno de los genios más grandes que ha dado el cine.
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