Pelicula: Otoño Cheyenne es, al decir de los historiadores, la película 129 en la filmografía de John Ford; su equivalente son unos sesenta años haciendo cine y la consecuencia que la valoración de su obra ya ha sido hecha desde perspectivas muy distintas, arrojando resultados tan poco correctos como desorientadores.

Las constantes de su obra  han ido evolucionando con el tiempo, transformándose, hasta resultar las últimas opuestas a las primeras, lo que supone la ambigüedad unas veces, la contradicción otras no sólo de la ética, sino de la estética. No puede ser otro el resultado de una obra corpulenta que nace en el mudo, se desarrolla en el sonoro y sigue brotando con savia nueva en la pantalla panorámica sin que sepamos cuándo va a morir.

Que la obra cinematográfica, como la literaria, sea ahistórica, puede resultar sólo pura teoría pues de lo contrario los conocedores de la primera etapa del autor no se sentirían decepcionados ante los últimos films realizados, y los que hemos conocido a Ford a través de las obras de madurez no enjuiciaríamos el mundo personal del creador a través de los tópicos habituales que es como vienen dados por la crítica. La discriminación de la auténtica obra de la que no lo es (política de obras y no de autores) ha sido con Ford un fracaso, pues en los últimos diez años ha sido enjuiciado por unos con una superabundancia de adjetivos, altisonantes pero vacíos, mientras que para otros, al considerarlo en sus significaciones morales, quedaba en un problema de “repugnancia” (1). Ahora, con estas líneas no pretendemos ni descubrirlo ni rehabilitarlo. Es su obra la que debe avalarse por sí misma.

Otoño Cheyenne ni ha sido el testamento de Ford ni su canto del cisne; todo lo más, la aplicación de una nueva ética a un problema y a unos personajes esbozados en films anteriores. Ahora es otra raza la que busca su tierra de promisión. La épica será condimentada con los consabidos y oportunos toques líricos no exenta de costumbrismo: un pueblo viviendo sobre un paisaje dado a través de un toque documental.

(1) Nos referimos a la controversia suscitada en la crítica madrileña entre las revistas Film Ideal (defensora de Ford) y Nuestro Cine (más distanciada con el director). En esta, el crítico Antonio Eceiza llegó a escribir: “Nos repugna J. Ford”



Este comentario se publicó el 19 de diciembre de  1970 en el programa del Cine-Club Vida de Sevilla con motivo de su proyección en el ciclo “Dos clásicos: Bergman y Ford”

El gran combate - by , Nov 23, 2013
4 / 5 stars
Redimiendo la realidad cheyenne