Pelicula:

Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo Bajo Demanda (VoD).


La tercera película de Isao Takahata dentro de Studio Ghibli, la prestigiosa productora que fundó junto a Hayao Miyazaki y otros profesionales del anime, fue esta Pompoko, tras la triste La tumba de las luciérnagas (1988) y la bucólica Recuerdos del ayer (1991). Takahata tenía ya un lugar en la Historia del Cine como creador de dos de las series de anime más famosas del mundo, Heidi y Marco, de los Apeninos a los Andes, y como productor y realizador en Ghibli reafirmó con creces esa merecida fama.

El cine de Takahata, y por extensión también el de Miyazaki y otros directores de Ghibli, está transido de una serie de preocupaciones sociales entre las que destaca sobremanera el ecologismo. En Pompoko se habla de ello, en una evidente clave de fábula, al ser los protagonistas los mapaches como especie, mapaches que, según nos cuenta el omnisciente narrador en off (también perteneciente a ese tipo de animales), según la tradición oral de Japón, tendrían una inopinada capacidad para transformarse en cualquier otro animal o cosa, incluso seres humanos, siempre que los individuos de la especie cuenten con el debido adiestramiento.

A partir de ahí se nos cuenta la historia de los mapaches en Japón, donde van siendo acorralados por la deforestación que propicia la continua construcción de viviendas. Ante estas “colinas decapitadas”, como define el narrador ese arrasamiento de su hábitat natural, los mapaches con capacidades transformistas (pues no todos tienen esa facultad cuasi taumatúrgica) se reunirán en asambleas que intentarán buscar soluciones: así, se reproducirán las posturas de la sociedad humana pero a escala de estos mapaches con capacidad intelectual: tendremos al tipo belicoso, volcánico, sanguíneo, que propone la destrucción del género humano como solución a todos sus problemas; tendremos también al viejo sabio, que busca soluciones pacíficas, y al pragmático, que aboga por propuestas de acuerdo con los humanos...

Tiene Pompoko la intencionalidad de ser didáctica para los niños a los que evidentemente se dirige, aunque es obvio que su mensaje va también para los adultos, mayormente los que, de una forma u otra, tienen responsabilidad, mayor o menor, en la tremenda deforestación que durante los últimos decenios asuela los bosques del planeta. Pero es también significativo que el dibujo, aunque de corte infantil, contenga elementos tan ajenos al “cartoon” para niños como el hecho de que los mapaches, en su fase intermedia de transformación, en la que tienen una apariencia como de osos de peluche, ostenten unos llamativos testículos (hablamos de los machos, lógicamente), cosa absolutamente inhabitual en el dibujo animado, en general, y no digamos en el pensado para dirigirse a los más pequeños.

El film logró un gran éxito en su país, Japón, si bien su distribución en el resto del mundo (quizá el “detalle” de los testículos tuvo algo que ver...) se demoró durante varios años. Pompoko, aunque hecha a veces en tono de comedia (sobre todo en las relaciones entre los mapaches), es en el fondo un sentido canto elegíaco por la tierra perdida, por la Naturaleza destruida por el hombre, uno de los temas recurrentes en Takahata y Ghibli, y entre sus asuntos está el de la asunción, o no, de esa máxima que dice que por donde pasa el ser humano, a la manera del caballo de Atila, no vuelve a crecer la hierba. Revolución o pragmatismo, sería el dilema, aceptar la progresiva destrucción del planeta para acomodarlo a las necesidades o caprichos (táchese lo que se crea que no proceda) del hombre, o bien luchar contra ello. La peli presentará las dos opciones, siendo la más vistosa esta última, sobre todo en las secuencias del festival de monstruos, un gran derroche de fantasía que propician los mapaches transformadores, convirtiéndose en un fastuoso carrusel de elementos fantásticos, desde gigantescos tigres y dragones hasta enormes monjes budistas, entre otros muchos elementos que supuestamente deberían asustar a los seres humanos y hacerles recapacitar. Claro que los mapaches no contaban con la (re)conocida capacidad del hombre para dar la vuelta a los temas y convertir sus derrotas en victorias...

Hay otros temas, claro, como el de la demografía (un asunto capital en un país con una densidad demográfica superior a las 330 personas por kilómetro cuadrado), que se reputa como uno de los problemas inherentes a la deforestación de los hábitats de los animales salvajes del país. Por otro lado, los mapaches transformistas reproducirán a su escala algunos de los muchos vicios y escasas virtudes de los seres humanos a los que tienden a imitar, a metamorfosearse como ellos: tendremos entonces las luchas entre halcones y palomas, tan frecuente en la política de los humanos, las dudas sobre el camino correcto a seguir, los conflictos inherentes a la especie humana, a la que los animales, en toda fábula, tienden a parecerse. También en esta fábula en Japón, como si Esopo volviera a la vida y tuviera los ojos rasgados.

La visión muy negativa sobre los seres humanos se tamiza a la postre en un final bienintencionado que suena a postizo, como si, inevitablemente, no se pudiera terminar con el evidente mensaje pesimista que recorre (incluso en sus incisos cómicos) todo el film.

(27-05-2020)

 


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119'

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Pompoko - by , May 27, 2020
3 / 5 stars
Esopo en Japón