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Corea del Sur es una de las potencias medias del Extremo Oriente, y en cine y series es también ya una nacionalidad bastante fuerte. La IMDb censa más de 46.000 productos audiovisuales desde la creación del país en 1948, cifra muy apreciable (para que nos hagamos una idea, España aparece con unos 105.000 audiovisuales, pero desde 1895, fecha en la que se data el nacimiento del cine como fenómeno de masas). En series en concreto se ha especializado bastante en productos de misterio y terror, con títulos tan populares como El juego del calamar y, en menor medida, Estamos muertos y Kingdom, entre otros.
Esta Mar de la tranquilidad, serie de 8 capítulos, se inscribiría también en ese segmento genérico, en concreto más en el apartado de misterio e intriga que en el de terror. Se puede considerar también perfectamente como una muestra del audiovisual que imagina futuros postapocalípticos con el que los seres humanos nos autoflagelamos de vez en cuando, y que en los últimos tiempos, a la vista de lo cerca que parece el fin del mundo civilizado (brutal cambio climático, nefastos demagogos en el poder, redes sociales que esparcen impunemente el odio y la mentira, letales plagas que nos confinan en casa, politicastros con encefalograma plano...), se adivinan más reales que nunca. La serie que comentamos plantea un futuro indeterminado en el que, tras una Gran Sequía (¿nos suena esto?), el mundo raciona el preciado líquido elemento con tarjetas de crédito que, en vez dar acceso a una cuenta con dinero, lo hace a dosis de agua; dependiendo del nivel en el que está clasificada cada persona, podrá disponer de más o menos H2O.
La acción se inicia en nuestro satélite, en una base lunar ubicada en el llamado Mar de la Tranquilidad (de ahí el título que toma la serie), donde una situación de crisis fatal termina con la muerte de todos los miembros de la estación. Cinco años más tarde, las autoridades de la Tierra deciden enviar una misión para intentar averiguar qué ocurrió (se teme un incidente radioactivo) y traer muestras a nuestro planeta para investigar lo sucedido. Para ello buscan reclutar a la astrobióloga doctora Song, quien en principio es renuente a la misión, pero cambia de opinión cuando se entera de que irán a la base lunar donde murió su hermana. Al llegar la expedición a la Luna, los tripulantes de la nave se ven obligados a un alunizaje de emergencia. Tendrán entonces que llegar a la base lunar contra reloj, caminando por la superficie del satélite, antes de que se les acabe el oxígeno. Cuando lleguen a la base lunar, les esperarán muchas sorpresas...
Park Eun-kyo, creadora de esta serie, es una guionista con una todavía no muy larga carrera cinematográfica. Es la primera vez que actúa como creadora de una serie, pero entre sus créditos está el interesante guion del film Mother (Madeo en su original en coreano), que dirigió uno de los grandes popes del cine de su país, Bong Joon Ho, el director de la multioscarizada Parásitos. Nos parece que Park está todavía un tanto verde como creadora, porque, aunque este Mar de la tranquilidad es un producto aseado y potable (qué propio este término, dado el líquido elemento que es su eje central...), lo cierto es que nos parece un tanto marrullera en la forma y en su continuidad narrativa, utilizando con cierta frecuencia escenas de misterio que quedan en nada, en la misma línea que en España utilizaron, por ejemplo, las series El internado y El barco.
No obstante, es cierto que la serie se sigue con agrado (dentro de los sobresaltos inevitables en estos productos de intriga), con una buena ambientación, creíble, en una historia seca aunque un tanto confusa, con pocas concesiones, premeditadamente muy hierática, consiguiendo a ráfagas una cierta sensación, un tanto difusa, de inquietud, de misterio, razonablemente bien generada. Eso sí, los efectos digitales son bastante malos, manifiestamente mejorables.
Por otro lado, nos parece evidente la influencia temática y estética del clásico de culto Alien: el intruso esquivo, el mandato secreto que lleva la misión, el traidor (aquí dos traidores, por falta de uno...), en un film con unos bonitos títulos de crédito iniciales, en los que los temas recurrentes serán el agua, el espacio y los astronautas. Habrá lugar también para otros esquejes argumentales relacionados con el central (el descubrimiento de qué pasó en la base lunar), tales como la aparición de una misteriosa niña que recuerda poderosamente el tema del ingenuo salvaje de Rousseau (y algunas de sus plasmaciones cinematográficas, como El pequeño salvaje de Truffaut), o los experimentos científicos con seres humanos, bajo la abyecta idea de que el fin justifica los medios, ese fin que girará en torno a la bella expresión “agua de luna”, determinante en la serie.
Mar de la tranquilidad, como serie, conjuga aceptablemente la historia de fanta-ficción con temas emocionales como la relación entre las hermanas (la astrobióloga que estaba en la tierra, la científica que murió en la base lunar), o la del capitán de la misión comprensiblemente obsesionado con salvar a su hija enferma en la Tierra, condenada a muerte si no puede disponer de más agua, motivo por el que aceptó comandar aquella misión tan arriesgada.
La interpretación la vemos premeditadamente rígida, aunque también es lo habitual en actores y actrices en Corea del Sur, formados en una escuela interpretativa (como lo es el propio país) poco dado a expresar sentimientos y emociones; lo cierto es que en este caso nos parece que ese tipo de actuación conviene bien al tema y al tono de la serie que comentamos.