Enrique Colmena

En los tres capítulos anteriores, y a raíz del estreno con pocas semanas de diferencia de dos versiones libérrimas sobre la novela La bestia en la jungla, de Henry James, hemos ido presentando algunas generalidades sobre la literatura del escritor anglo-norteamericano en la pantalla grande o pequeña, y en las dos entregas posteriores hemos espigado, cronológicamente (1949-1974, 1978-1991), algunos de los títulos de mayor relieve que se han rodado sobre la novelística jamesiana durante esos períodos.

Con la presente entrega de esta serie fílmico-literaria vamos a darla por concluida, comentando ahora los títulos que, tomando como referencia la obra de James, se han volcado al audiovisual en los últimos treinta años.

La primera película que traemos aquí es Retrato de una dama (1996), lógicamente adaptación al cine del relato homónimo de Henry James, film que realizó Jane Campion inmediatamente después de su éxito El piano (1993), ganadora de 3 Oscars, lo que la llevó a la primera línea mundial en la dirección cinematográfica. Sin embargo, la versión de la novela de James, a pesar del notable reparto (Nicole Kidman, John Malkovich, Shelley Winters, Shelley Duvall, Viggo Mortensen, Christian Bale), fue un estrepitoso fracaso en taquilla; tampoco la crítica fue elogiosa. Y lo curioso es que se trató de una costeada versión, como decimos con estupendos intérpretes y una muy cuidada ambientación. Pero la versión de Campion, con todas sus excelencias formales, adoleció de ese pecado mortal conocido como “aburrimiento”, pecado que, desde luego, en cine no tiene expiación: demasiado larga (casi dos horas y media), la historia jamesiana, aunque se sigue pulcramente, en manos de Campion resultó endeble, sin tensión narrativa, convirtiéndola en una historia que no interesó mayormente a nadie. Y fue una pena, porque Retrato de una dama, la novela de James, es una de sus narraciones más interesantes, en la que aparecen elementos tan novedosos para la época como el deseo de libertad de la mujer (deseo que, paradójicamente, se volverá en su contra cuando consiga la independencia económica vía una herencia recibida), pero también la denuncia contra el amor emboscado e interesado, y un final ambiguo como los que se estilan en nuestro tiempo... solo que James lo escribió hace ahora casi siglo y medio...

El cine británico, con la colaboración del norteamericano, rodaron en 1997 Las alas de la paloma, nueva versión del texto jamesiano que ya hemos comentado en capítulos anteriores, la intriga de una pareja para medrar a costa de una joven sensible, enfermiza y ricachona, aquí con dirección del inglés Iain Softley, un realizador sin demasiada personalidad pero que supo poner en imágenes esta historia con solvencia y profesionalidad, apoyándose especialmente en un reparto con el que era difícil fallar: Helena Bonham Carter, Linus Roache, Alex Jennings, Charlotte Rampling, sir Michael Gambon, Elizabeth McGovern... pero no se debe menospreciar el trabajo de Softley, que probablemente hizo con este film su mejor película, lo que fue reconocido con varias nominaciones a los Oscars y dos premios BAFTA.

Washington Square (1997) será la nueva versión de la novela homónima de James, que ya hemos visto en anteriores capítulos que ha sido llevada a la pantalla con frecuencia con el título de La heredera, la historia de la rica solterona madura y sin amor pretendida por el cazafortunas de turno dispuesto a quedarse con la herencia de la mujer. Esta versión la dirigió la polaca Agnieszka Holland, una veterana cineasta que a finales de los años ochenta, ya en plena descomposición de los países de la órbita soviética, había conseguido cierta notoriedad en Occidente con films como Conspiración para matar a un cura y Europa, Europa. Su versión, hecha con producción norteamericana, contaba con un muy apañado reparto: Jennifer Jason Leigh, Albert Finney, Maggie Smith... el film, suntuoso y bien contado, fue aplaudido por la crítica y tuvo una aceptable carrera comercial, adaptando pulcramente la historia jamesiana y apoyándose fundamentalmente en el buen reparto.

La miniserie La maldición de Bly Manor (2020) se basa en la novela corta de Henry James Otra vuelta de tuerca, que ya hemos visto es la más versionada de sus obras, y en la que, generalmente, el canon que se ha seguido ha sido el del clásico Suspense (The innocents) que rodó en 1961 Jack Clayton. Esta miniserie de 9 episodios que comentamos, con el nuevo “enfant terrible” del cine de terror, Mike Flanagan, como creador, acentúa los aspectos terroríficos, como cabía esperar en un producto cuya dirección recae sobre el autor de films como Somnia: dentro de tus sueños, o series como La maldición de Hill House o Misa de medianoche. Como curiosidad, quizá un guiño, cada uno de los capítulos lleva como título el nombre de otros textos jamesianos, como La bestia en la jungla, El altar de los muertos o El alumno.

Por último, las dos últimas adaptaciones de novelas de Henry James que vamos a comentar, y cuyo estreno este 2024 con solo unas semanas de distancia entre ellas ha motivado esta serie de artículos, son sendas versiones libérrimas de La bestia en la jungla, probablemente uno de los textos que se podrían considerar más abstractos, menos narrativos, de la literatura jamesiana, un texto además que podría considerarse existencialista “avant la lettre”, de ese existencialismo que colinda con la angustia de vivir. La primera de esas adaptaciones en estrenarse ha sido La bestia en la jungla (2023), la muy libre versión que el austríaco Patric Chiha ha realizado con Anaïs Demoustier y Tom Mercier al frente del reparto, versión libre que presenta a los conocidos personajes de la historia jamesiana (el hombre angustiado por la catástrofe innominada que cree llegará en algún momento a su vida o al mundo, la mujer que, enamorada de él, resiste a su lado esperando que se libere de su obsesión), situados en una discoteca donde, a lo largo de un cuarto de siglo, intermitentemente bailarán como posesos, esperando lo que ha de venir (que no termina de llegar...), en una visión ciertamente desesperanzada sobre el futuro de la humanidad, que ahora, en estos tiempos inciertos, precisamente se debate pensando cuál será ese desastre absoluto que quizá nos lleve no al infinito (como “el viento” al personaje de Torrente Ballester), sino directamente a la nada. El problema del film de Chiha, claro está, es que la originalidad del planteamiento no da para casi hora y tres cuartos de película, y ahí ya pierde todo el crédito.

Un planteamiento distinto, pero con igual base literaria, es el que ha hecho el francés Bertrand Bonello en The beast (La bestia), traducción anglo-española del original La bête. Aquí Bonello (del que recordamos su muy heterodoxo biopic sobre el famoso diseñador en Saint Laurent) presenta la historia jamesiana en tres momentos históricos distintos, en el futuro, hacia 2044, cuando una mujer deberá ser “limpiada” de emociones presentes y pasadas por la IA que ya entonces se supone que dominará el mundo, lo que nos permitirá regresar en el tiempo y verla a ella (o quizá a sus ancestros) a principios del siglo XX, en 1910, y del XXI, en 2014. A partir de ahí, jugando con el hermetismo y con tres historias que en el fondo son la misma, la película se pasa de frenada en el cripticismo y termina descarrilando con tanta experimentación, cuando es obvio que juega en la liga del cine que aspira a tener un retorno de taquilla decente. No es Star wars, por supuesto, pero tampoco cine “underground”, que se puede permitir casi cualquier cosa.

Eso sí, el hecho de que la novela corta La bestia en la jungla como hemos comentado, haya sido adaptada al cine o la televisión en tres ocasiones durante los últimos cinco años, nos parece que confirma dos cosas: una, la rabiosa actualidad y, sobre todo, la plena modernidad de Henry James, cuyas propuestas literarias siguen teniendo absoluta vigencia casi siglo y medio después de ser escritas; y dos, el hecho de que textos como éste, que auguran catástrofes ignotas de consecuencias imprevisibles, en estos tiempos aciagos en el que el mundo parece irse al garete, confirman esa impresión que se va haciendo cada vez más generalizada de que nuestra civilización, tal como la conocemos, tiene los días contados... Ojalá James, y sus epígonos Chiha y Bonello, estén equivocados... Ojalá...

Ilustración: Nicole Kidman, en Retrato de una dama (1996), de Jane Campion, versión cinematográfica de la novela homónima de Henry James.