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CINE EN SALAS

La seminal película El planeta de los simios (1968), de Franklin J. Schaffner, ha resultado ser un río caudaloso que, más de medio siglo después, sigue generando un importante caudal audiovisual. Este siglo XXI conoció el “reboot” de Tim Burton, también titulado El planeta de los simios (2001), al que la crítica le dio fuerte y flojo, aunque a nosotros no nos pareció mal. Llegada la década de los años diez, se hizo una trilogía que estuvo muy bien, refrescando el tema, haciéndolo a la vez más denso y con más acción, una trilogía que fue describiendo en cada uno de sus hitos las distintas etapas que llevarían al tiempo en el que, en la primigenia película de Schaffner, la Tierra está dominada por simios inteligentes y parlantes y los seres humanos estamos reducidos a la condición de bestias. Aquella trilogía, compuesta por El origen del planeta de los simios (2011), de Rupert Wyatt, y El amanecer del planeta de los simios (2014) y La guerra del planeta de los simios (2017), ambas de Matt Reeves, supusieron una revitalización del mito del “sorpasso” de los monos (¿se podría llamar, aunque no sea muy correcto etimológicamente, “mono sapiens”?) a los seres humanos, pero sobre todo ahondó en los graves problemas existenciales que, como especie dominante, arrastramos los “homo sapiens” desde nuestro nacimiento como raza preponderante en nuestro planeta.

Aquella trilogía recaudó en todo el mundo la bonita cifra de 1.672 millones de dólares (fuente: The-numbers.com), por lo que, aunque en principio se dio por cerrada con la tercera entrega en 2017, la 20th Century Fox (ahora rebautizada por su nuevo dueño, Disney, como 20th Century Studios) ha decidido poner de nuevo en circulación la franquicia con esta nueva aportación que, lo diremos ya, nos parece inferior a las anteriores.

La acción se desarrolla en un futuro indeterminado, pero en cualquier caso muchos años después de los hechos: los seres humanos se han reducido en población de una forma tremenda, y los que quedan parecen relegados a una forma subhumana, brutalizados y limitados prácticamente a un estado animal. Conocemos a una pequeña comunidad de simios inteligentes, que se reconocen entre sí como los “criadores de águilas”, porque efectivamente roban huevos de los nidos de estas aves (dejando siempre uno, para que se puedan reproducir) y adiestrando a los polluelos con un arte que recuerda a la cetrería. Noa es un chimpancé adolescente que, con sus amigos Anaya y Soona, consiguen hacerse con un huevo de águila cada uno; el rito de la comunidad indica que los tres deben llevar el huevo para la ceremonia conocida como “el vínculo”, que se va a celebrar al día siguiente, una ceremonia en la que se establecerá un enlace entre el adolescente y su futuro polluelo, al que amaestrará, y que marcará el paso de la infancia y la adolescencia a la edad adulta. Pero Noa, en un accidente, rompe el huevo, así que tiene que ir a por otro si quiere poder realizar la ceremonia del “vínculo”. En el camino se encuentra con un grupo de bandoleros enviados por el tiránico Proximus, que se hace llamar César, como el simio que fundó la civilización de los primates, pero retorciendo sus enseñanzas en su propio y egoísta beneficio. Los de este nuevo y falso César matan a parte de los miembros del clan de Noa y se llevan presos a su madre y a sus amigos...

Wes Ball es un cineasta que comenzó como artista gráfico y de efectos digitales, para posteriormente, a partir de 2014, pasarse a la dirección de largometrajes. Hasta ahora su experiencia como director se limitaba a la trilogía iniciada por El corredor del laberinto, en sus tres capítulos, de 2014, 2015 y 2018, una de esas franquicias surgidas de novelas para adolescentes deseosas que reeditar el éxito de Crepúsculo, o de la saga  de Harry Potter. En aquella trilogía Ball se fogueó en la puesta en escena, y lo cierto es que esta El reino... está correctamente filmada y no tiene fallos evidentes. Eso sí, de lo que sí adolece es de varios baches narrativos, casi siempre coincidentes con las escenas que no son de acción, mayormente porque los diálogos no tienen la altura de las películas de la trilogía simiesca anterior. Y es que, aunque se intenta volver a plantear la difícil cohabitación entre ambas civilizaciones (en puridad, ese es el tema central de esta historia), lo cierto es que el nivel desciende apreciablemente sobre la intensidad intelectual (sí, no estamos de coña...) de los tres segmentos de la trilogía mentada.

Hay, desde luego, cosas interesantes, como ese mito de Prometeo que se pasea por la película, en este caso un Prometeo a la fuerza, que es lo que quiere Proximus César que sea para él la humana Mae, o en su defecto el mono Noa, que le entreguen la tecnología, la ciencia humana almacenada en un recóndito búnker. Esa alusión al mito de Prometeo (en este caso, como decimos, un Prometeo renuente) se verá reforzada con la figura del águila, el animal señero del clan de Noa, y que, como sabemos, era el ave que en el mito griego roía las entrañas de aquel que osó entregar el fuego a los humanos, en un sádico castigo que los dioses quisieron que fuera eterno.

El conjunto es, entonces, irregular, con escenas de acción bien filmadas, lo mejor de la película, pero con escenas de diálogo que resultan bastante más endebles, cuando en la trilogía anterior ambas cuestiones estaban muy equilibradas, conformando con ello un producto a la vez comercial y artístico. Tampoco ayuda la excesiva duración de casi dos horas y media, cuando con un par de horas podría haberse contado esta misma historia, y mucho mejor.

Continuación entonces de menor nivel de sus homólogos anteriores, esperemos que, si continúa la saga, se entone a partir de ahora, a ser posible recuperando a alguno de los dos notables directores de la trilogía pasada, Rupert Wyatt o Matt Reeves, y a sus guionistas, Mark Bomback, Rick Jaffa y Amanda Silver, que adensaron y actualizaron el universo inicialmente creado por la novela de Pierre Boulle y el film de Schaffner.

Hablar de interpretación cuando se hace con una compleja máscara encima no es tarea fácil, pero nos parece que el protagonista, el jovencísimo Owen Teague, hace un buen trabajo como el chimpancé adolescente Noa, y también la joven Freya Allan, que es la humana con la que tendrá que colaborar para vencer al tirano Proximus, que se llama a sí mismo César. La fotografía del húngaro Gyula Pados, asentado hace ya tiempo en Hollywood, consigue buenos resultados de los lujuriantes paisajes de Nueva Gales del Sur, en Australia, donde está rodada la mayor parte de la película.

(11-05-2024)


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145'

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El reino del planeta de los simios - by , May 11, 2024
2 / 5 stars
Una continuación de menor nivel