Peter Yates fue un cineasta británico que hizo la mayor parte de su carrera en Estados Unidos. Fue ayudante de dirección en films como Los cañones de Navarone (1961), de J. Lee Thompson, para pasar posteriormente a la dirección a partir de su debut en Vacaciones de verano (1963). No se puede decir que fuera un gran director, pero sí que hizo un cine profesional y bien hecho, con algunos títulos remarcables, como Bullitt (1968), que se hizo muy popular por su notable persecución en coche, durante mucho tiempo el modelo a seguir en ese tipo de escenas; Abismo (1977), que buscaba uncirse al carro del exitazo de Tiburón, con una inolvidable Jacqueline Bisset; El relevo (1979), esforzada incursión en un deporte como el ciclismo, de escasa tradición en los USA, un film muy apreciable que pasó más bien desapercibido; El ojo mentiroso (1981), potente thriller con las entonces pujantes estrellas Sigourney Weaver y William Hurt; y La sombra del actor (1983), poderoso duelo actoral entre dos grandes de la escena y el cine británicos, Albert Finney y Tom Courtenay. Después su estrella se apagó en productos adocenados, sin mayor relieve. Pero durante tres lustros, entre finales de los sesenta y primeros de los ochenta, Yates brilló como el solvente profesional que era, capaz de hacer cine de todos los géneros, y siempre con calidad y buena mano.
También en la comedia se defendió bien, como demuestra esta ¿Qué diablos pasa aquí? Se suele considerar generalmente que las secuelas o imitaciones siempre cuentan con menores medios que sus originales; sin embargo, en este caso, esta comedia, evidentemente inspirada en la estupenda ¿Qué me pasa, doctor? (1972), de Peter Bogdanovich, gozó de un presupuesto más holgado que la obra primitiva, y desde luego también contó con su misma estrella, la divina Barbra Streisand.
Aquí el esquema es el de la pareja de pánfilos que un día decide dar un "pelotazo" con un proyecto disparatado. A Pete, un pobre diablo, le llega un soplo según el cual cierta inversión en bolsa es segura y le dará grandes réditos. Henrietta, su mujer, también de cabeza más bien hueca, intentará conseguir por su cuenta dinero para que el marido pueda invertir y ambos hacerse ricos, pero ello se revelará extremadamente difícil...
En el film se consigue un más que saludable tono de farsa que en general agrada, aunque es evidente que el original de Bogdanovich del que bebe sin recato la supera con creces. Streisand repite, a grandes rasgos, el personaje que encarnaba en ¿Qué me pasa, doctor?, que al fin y al cabo es lo que se le pedía. Su “partenaire”, Michael Sarrazin, pasa por ser uno de los galanes más sosos de los años sesenta y setenta, y eso que estuvo en una de las películas clave de la época, Danzad, danzad, malditos (1969), de Sydney Pollack.
90'