Era de esperar: tras el notable éxito de público y crítica de REC, hace un par de años, hasta con “remake” norteamericano incluido (la mediocre “Quarantine”), Balagueró y Plaza, los fautores de aquel estimulante filme de terror que llevaba hasta el paroxismo el falso documental que inició, dentro de su género, El proyecto de la bruja de Blair, han hecho una segunda parte. Como teóricamente la primera se cerraba sin posibilidad de continuación, ahora han optado por rodar en el mismo espacio-tiempo, pero con otros personajes (un grupo de GEOS y el comandante médico que los dirige, pero también con tres adolescentes descerebrados, y algunos otros personajes aislados, como un bombero), teniendo en cuenta que alrededor del edificio de Barcelona donde tienen lugar los hechos son muchas las historias paralelas que se sucedían.
Pero esta vez hay varios inconvenientes: en primer lugar, falta la frescura de la primera vez; donde antes era un equipo de una televisión local que se encontraba inmerso, “velis nolis”, en una pesadilla indescriptible, aquí es un grupo de avezados GEOS, a cuyo mando está un extraño personaje de raro acento y pronunciación enfática (parece Agustina de Aragón en macho, para entendernos…), que no termina de encajar en el naturalismo con el que, también esta vez, Balagueró y Plaza trufan su nueva película.
Por otro lado, aquí se pierde la unidad de acción, que en la primera parte se centraba exclusivamente en la cámara del equipo de la televisión local y su reportera, a través de cuyo ojo veíamos toda la historia; aquí son varias cámaras las que nos presentan los sucesos que acontecen, y esa fragmentación juega en contra del trance hipnótico que suponía la primera entrega, la sensación de inmediatez, de proximidad insoportable del terror. Para remate de los tomates, el segundo segmento, el de los adolescentes carajotes, adolece (qué propio…) de errores tales como intentar hacer creer que tres pipiolos que son prácticamente incapaces de atarse los cordones de los zapatos puedan sin embargo colarse en un edificio sometido a un excepcional blindaje de seguridad; tampoco los diálogos ni el desarrollo de este segmento es precisamente brillante, sino todo lo contrario.
Aún así, es verdad que este REC 2 mantiene razonablemente bien la tensión, aunque la deriva preternatural que toma la historia (con posesiones diabólicas incluidas) va en contra del mentado sentido naturalista del filme. Es verdad que ese nuevo recurso al cine de terror de toda la vida de Dios proporciona algunas novedades excelentes, como el brillante final en el ático del edificio, combinando notablemente las nuevas tecnologías con el más arcano y antiguo de los terrores del ser humano, el del Ángel Caído cuyo nombre, como dice la Biblia, es Legión (aquí en un sentido cuasi literal…).
(10-10-2009)
85'