El titulo de esta crítica es, precisamente, el inicial que tuvo esta película, hasta que la aparición de otro parecido, Las huellas borradas, aconsejó un cambio para evitar confusiones. Buena decisión, aunque el original era realmente un título muy adecuado, pues borrados son los años que investiga en la memoria de un enfermo mental una psiquiatra en Galicia, en una búsqueda que se tornará progresivamente peligrosa para ambos, doctora e insano, y también para los que osen ayudarlos.
Ópera prima en ficción que no lo parece, la película de Patricia Ferreira tiene un plus de interés, aparte de su intriga cuasi policial, y es que su tema bucea en una época, la Transición, en la que hay mucho que contar y que permanece prácticamente virgen en el cine español, salvo algunos contados casos, además tratados hace ya mucho tiempo, casi en su momento histórico. El terrorismo de ultraizquierda infiltrado por la Policía, el miedo a la legalización del PCE tras la muerte de Franco y las sórdidas bandas parapoliciales están en el meollo de este turbio misterio, complicado además con una leve línea romántica y, sobre todo, con la búsqueda de la verdad de esos años borrados en la mente de un hombre maduro que se niega a ir más allá de los 23 años que cree aún tener.
Es cierto que la historia tiene altibajos, y que hay personajes escasamente desarrollados (concretamente los de Ingrid Rubio, Mercedes Sampietro, el propio Héctor Alterio, que hubieran merecido por sí solos buena parte de la película; pero el metraje, claro, es limitado), pero el conjunto se eleva sobre la media de las películas de nuestro tiempo y tiene la osadía de remover un pasado histórico que con demasiada frecuencia nos negamos a recordar; parece como si aquéllos fueran, también, nuestros "años borrados".
(19-08-2023)
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