Esta película se pudo ver en la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo 2010 (SEFF’10).
En el cine ruso hay una cierta veta de recreación de las costumbres más ancestrales de su pueblo. No hay más que recordar algunos filmes, como Siberiada, de Andrei Konchalovski, o Dersu Uzala, de Akira Kurosawa (aunque el director era nipón, fue una coproducción japo-soviética y ambientada en parajes siberianos con personajes inequívocamente rusos) para confirmar que este es un venero que el cine “ruskie” frecuenta bastante, y generalmente con buenos resultados.
Lo que ocurre con este peculiar Silent Souls es que, más que un largometraje de ficción, que lo es, parece un documental etnológico, una película hecha más para poner en pantalla los peculiares ritos fúnebres del pueblo merja, un pueblo que fue asimilado por la cultura rusa hacia el siglo XVII, pero que ha mantenido sus costumbres desde entonces. Entre esas peculiares costumbres fúnebres está el dar el mismo trato a una difunta (si estaba casada) que a una novia en el día de su boda, lo que supone lavar su cuerpo y colocarle hilos de colores enredados en el vello púbico (ejem…). Ésa es la tarea a la que se dan el viudo de una mujer de mediana edad y su mejor amigo, que finalmente resulta que también fue su amante. Ambos llevarán el cadáver de la mujer hasta el mar Negro, donde incinerarán el cuerpo y sus cenizas las esparcirán por las aguas.
Parecería más un documental etnográfico del National Geographic, si no fuera porque la historia se conduce a través de los dos protagonistas y de vez en cuando hay algunos excursos en forma de “flashback” para recordar los momentos de felicidad de la pareja. Aleksei Feodorchenko, el director, opta por un tono poético que ciertamente cuadra bien con el perfil nostálgico, como de fin de cultura, que tiene toda la historia, seguramente no sin falta de razón, a la vista de que las nuevas corrientes están llevándose por delante antiguas tradiciones y viejos usos que ya sólo conocen los más ancianos del lugar.
Filme interesante aunque quizá falto de fuerza, Silent souls nos permite echar una mirada hacia otras sociedades, otras culturas, otras formas de vivir y, en este caso, de morir; no es mala cosecha, de todas formas…
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