Franck Dubosc es un comediante francés, nacido en 1963, que se ha hecho popular en su tierra con espectáculos de humor en escenarios y televisión. En cine tiene ya una larga carrera como actor (63 títulos, entre la pantalla grande y la pequeña), si bien generalmente ha estado en papeles de reparto, y siempre desde luego en los terrenos de la comedia. Aunque también ha escrito bastantes guiones, da ahora el salto a la dirección con esta Sobre ruedas, que funcionó muy bien en su país en taquilla: 2,3 millones de personas lo vieron.
Jocelyn es un hombre de mediana edad, triunfador en su faceta laboral (director general para Europa de una importante marca de zapatillas deportivas); es también un ligón empedernido, para lo que no duda en mentir como un bellaco siempre que ello le permita llevarse a la cama a las mujeres que desea. Tras la muerte de su madre, y mientras está en casa de esta, sentado en la silla de ruedas que usaba su progenitora, es sorprendido por una nueva vecina, Julie, de muy buen ver, que cree que el hombre está realmente impedido; pensando que ese malentendido podría facilitarle su acercamiento con intenciones libidinosas hacia la bella, sigue la corriente. Lo malo es que la chica tiene una hermana mayor, Florence, que sí está realmente parapléjica, y cuando se la presenta, las cosas empiezan a complicarse...
Sobre ruedas, como casi toda película, tiene cosas buenas y otras manifiestamente mejorables. Entre las primeras, el hecho de tratar un tema vidrioso, las relaciones amorosas y sexuales entre discapacitados, o que dicen serlo (como es el caso del protagonista), y hacerlo incurriendo con frecuencia en lo que actualmente se llama “incorrección política”. Ese ponerse el mundo por montera y dejarse de las habituales mamarrachadas para no molestar a nadie tan frecuentes hoy día, debe anotarse en el haber a Dubosc, como guionista, director, actor y, en definitiva, estrella de la película. Por el contrario, resulta estomagante el narcisismo de este “hombre-orquesta”, incluso haciendo que su personaje en la película tenga 50 años, cuando él realmente tiene 55, un gesto de coquetería bastante significativo; y es que todo gira en torno a él, todos los demás personajes tienen algún peso en la medida que se relacionan con él, no hay autonomía de ninguno de ellos: existen porque se relacionan con el personaje de Jocelyn: la novieta paralítica, la hermana de esa novieta, la secretaria, secretamente (perdón por la redundancia...) enamorada de su jefe años ha, su amigo el médico urólogo, que casi siempre aparece haciéndole tactos rectales (...), el hermano supuestamente gemelo... todos existen en función al rol de Jocelyn: vamos, lo que viene siendo creerse el ombligo del mundo...
Tampoco ayuda que Dubosc, como director neófito, sea más bien pedestre filmando, careciendo de eso que llamamos estilo, que no se aprende en ninguna escuela de cine sino más bien viendo muchas y, sobre todo, buenas películas (lo que no parece que sea el caso...). El guion, por su parte, está lleno de azares y carambolas para pastorear a sus personajes por la senda marcada inicialmente (que, lógicamente, conllevará un final feliz, a pesar del ególatra protagonista), la que le interesa a Franck Dubosc, santo y seña de esta comedia romántica que, ciertamente, no parece confirmarle como heredero de los grandes del género, sino más bien como otro de los cómicos o comicastros galos que, de un tiempo a esta parte, han dado en pasarse a la dirección para controlar absolutamente sus “performances” humorísticas cinematográficas: véase el caso de Philip Lacheau o Dany Bon, por citar dos ejemplos evidentes. Del resto del reparto nos quedamos con el buen hacer de la coprotagonista, Alexandra Lamy, con cierto parecido con Cameron Díaz (o al menos así nos lo parece), y dos veteranos del cine francés, Gérard Darmon y, sobre todo, el ya anciano pero siempre segurísimo Claude Brasseur, historia viva de la cinematografía gala; no deja de tener guasa, por decirlo de alguna forma, haber trabajado, como es el caso de Brasseur, con los mejores cineastas franceses (Franju, Renoir, Godard, Deville, Clouzot, Costa-Gavras, Téchiné...), para terminar haciendo de viejo con incontinencia urinaria...
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