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Se acaba la tercera trilogía de Star Wars, y habrá que decir aquello de "menos mal", porque parece claro que la saga da muestras ya de un probablemente irreversible agotamiento temático y estético. De hecho, a nuestro juicio estamos ante la peor película de toda la serie, desde la inicial La guerra de las galaxias (1977) hasta el anterior y penúltimo capítulo, Star Wars. Los últimos jedi (2017).

La acción se sitúa poco tiempo después de lo narrado en la anterior aventura galáctica. Ahora el emperador Palpatine se ha revelado con todo su poder y como gran tenedor de la Fuerza en su acepción maligna. Kylo Ren, por su parte, intenta captar a Rey para la causa del Lado Oscuro de la Fuerza, y la resistencia intenta luchar contra la Primera Orden, la dictatorial institución espacial que gobierna el universo con mano de hierro...

El problema de este noveno (y, loados sean los cielos, último) capítulo de Star Wars es que da la impresión de que los guionistas no sabían muy bien por donde tirar, y han optado por la fácil solución de dar más de lo mismo: otra vez la resistencia contra las fuerzas del Poder, otra vez un individuo con capacidades omnipotentes, otra vez la tentación para caer en el Mal (que aquí se desdobla, qué originalidad, en la tentación para caer en el Bien...), otra vez una lucha final conceptualmente calcada de la primigenia de La guerra de las galaxias, otra vez... Y no es que los guionistas sean artísticamente mancos: John Terrio tiene un merecido Oscar por el notable libreto de Argo, y J.J. Abrams, que también ejerce como director, ha escrito guiones para series tan notables como Perdidos o Felicity, así que no es que sean unos indocumentados. Pero es que, además de reiterativo y falto de originalidad, el guion de este episodio IX es marrullero, inconexo, plagado de incoherencias y de flecos. Es cierto que el hecho de tener que incluir el personaje de la general Leia Organa, habiendo muerto ya Carrie Fisher, les ha obligado a hacer algunos funambulismos, pero eso no es de recibo para que la continuidad argumental sea un desastre tan lamentable como ocurre aquí.

Y, encima de todo, Abrams, que es un director muy competente (ahí están, por ejemplo, su Star Trek y su Star Trek: En la oscuridad, para confirmarlo), aquí parece ir con el piloto automático, enjaretando un plano detrás de otro, sin ponerle una pizca de complicidad, no digamos ya de talento. Es cierto que con diálogos tan plagados de tópicos, de lugares comunes, de buenismos, como tiene la película, diálogos que más parecen escritos por Paulo Coelho que por Terrio y Abrams, era difícil hacer algo medianamente decente, pero a un director y productor como J.J. hay que pedirle más, mucho más. El propio Abrams debe ser consciente de la castaña que ha hecho, cuando dijo que “al fin y al cabo, Star Wars es para niños”, como si eso fuera excusa. La saga de Toy Story es, teóricamente, “para niños”, y es difícil encontrar un conjunto artístico más talentoso, más humano, más creativo que la deliciosa serie de Pixar. Así que no vale como excusa que sea “para niños”.

En el reparto, aparte de las apariciones más o menos ectoplásmicas de las viejas glorias, Harrison Ford, Mark Hamill y Carrie Fisher (esta casi literalmente, ya que había muerto cuando empezó el rodaje, teniendo que tirar de metraje descartado en films anteriores), nos quedamos con la estupenda Daisy Ridley, a la que auguramos un porvenir más que brillante fuera de Star Wars, que evidentemente se le ha quedado pequeña. No podemos decir lo mismo de John Boyega, uno de los actores más hieráticos que nos ha sido dado contemplar en mucho tiempo, transmitiendo menos que un telegrafista manco. El guatemalteco Oscar Isaac, plenamente integrado en el cine USA, hace su papel sin una especial convicción: nos parece que vale más que la tontería de personaje que le han endilgado. Por lo demás, tendremos las fanfarrias de John Williams, los temas inolvidables de Star Wars y de Darth Vader, el inicial letrero de “En una galaxia muy, muy lejana...”, y hasta la Estrella de la Muerte, aquí en modo chatarra espacial. Por tener “déjà vu”, hasta tenemos a un personaje que, parafraseando la mítica frase de Vader, “Yo soy... tu padre”, no llega a decir “Yo soy... tu abuelo”, pero le falta un pelo...

Así que “menos mal” que termina la saga. Eso sí, los “spin offs” no lo harán. Si estos tienen entidad (se dice, aunque no lo hemos podido comprobar aún, que la serie The Mandalorian sí la tiene), la estela de Star Wars puede ser casi eterna, o todo lo eterna que puede ser la obra humana. De lo contrario, y a pesar de la apabullante campaña publicitaria de cada evento “warsie”, terminarán matando la gallina de los huevos de oro. Por de pronto, el estreno USA en el primer fin de semana de este noveno episodio se ha saldado con una significativa caída en taquilla del treinta por ciento con respecto al episodio séptimo, confirmando con ello el progresivo desinterés del público sobre esta historia ya fatigosamente repetitiva.

(24-12-2019)



Star Wars. El ascenso de Skywalker - by , Dec 25, 2019
1 / 5 stars
¡Yo soy... tu abuelo!