Un rico científico, presa de un delirante deseo de poder, busca la forma de hacerse con el control del mundo. Para ello secuestrará a un prestigioso hombre de ciencia. Supersonic Man, un superhombre enviado por poderosas fuerzas de las galaxias, intentará impedirlo...
En ocasiones hemos hablado del peculiar hecho de que, sobre todo en los años sesenta y sesenta, cuando se producía un gran éxito comercial de alguna película yanqui, surgieran otras cinematografías que copiaban sin muchos escrúpulos la fórmula original, en busca de hacer suyo también ese boom en taquilla. Usualmente esto ocurría con las cinematografías japonesa e italiana, muy propicias a este tipo de imitaciones. Pero, ¡oh, sorpresa!, he aquí el curioso caso de una productora española que se lanzó a hacer nada menos que una mala copia de Superman-El film (1978), la multimillonaria (en presupuesto y en recaudación) cinta norteamericana que puso de moda el cine de superhéroes a finales de los setenta.
No era de prever que el valenciano Juan Piquer Simón, cuyo primer largometraje de ficción (antes había hecho un par de documentales) fue Viaje al centro de la tierra, pintoresco intento de poner en imágenes la famosa novela homónima de Jules Verne, se atreviera con un proyecto en teoría tan ambicioso como este Supersonic Man. El resultado como cabría esperar, fue decepcionante. Ni la cinematografía española de la época tenía el poderío económico necesario para hacer frente a una producción que requería de un montante económico considerable, ni Piquer supo o pudo hacer una labor medianamente digna en la puesta en escena de este tan endeble producto.
Además el guion era ya de por sí de pena: se acumularon todos los tópicos habidos y por haber, se tomó un poco de La guerra de las galaxias, otro mucho de la mencionada Superman, y con esa materia prima de retales Juan Piquer confeccionó un más bien indigerible producto de burdos efectos especiales, sin imaginación alguna, que sin pretenderlo divierte al espectador al ir este descubriendo los torpes trucos de maquetas y transparencias, realizadas de forma tan endeble y poco acertada que incluso los más pequeños advierten sus deficiencias.
Cameron Mitchell, que hizo durante su carrera algunos buenos villanos (no en este caso, desde luego...) es la cabeza internacional del reparto, en el que otros actores, españoles e italianos, aparecen con sonoros nombres anglosajones, en ocasiones divertidos de puro delirantes: así, el itálico Antonio Cantafora se convierte en Michael Coby, José Luis Ayestarán será Richard Yesteran, y el entrañable José María Caffarel de tantos y tan buenos Estudio 1 aparece como John Caffarel...
(24-01-2022)
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