He aquí una película de aventuras con efectos especiales y mucho decorado, algo ciertamente insólito en el cine español de los años setenta. Julio Verne ha sido siempre un autor muy agradecido para llevar al cine. De hecho, muchas de sus novelas han sido versionadas a la gran pantalla, en general con una buena acogida comercial, como 20.000 leguas de viaje submarino, Los hijos del capitán Grant, La vuelta al mundo en 80 días o La isla misteriosa. El valenciano Juan Piquer Simón debutó en el cine comercial con este Viaje al centro de la Tierra, uno de los relatos vernianos más conocidos.
El profesor Otto Liddenbrock encuentra el manuscrito de un alquimista noruego que cuenta su aventura bajo tierra. El profesor, un erudito del siglo de las luces, un empirista algo soñador, decide seguir los pasos del noruego, y forma una expedición con su sobrina y Axel, el novio de ésta...
Ni que decir tiene que uno de los mayores problemas con los que chocó Piquer fue cómo reproducir verosímilmente el mundo subterráneo con tres perras gordas, y en esto tuvo la suerte de contar con el gran Emilio Ruiz, un mago de los efectos especiales (los populares F/X, como los denominan los norteamericanos) y el maquetismo, que trabajó también en Hollywood, y que es lo mejor de la cinta. Aparte de ello, es cierto que la película resulta bastante entretenida.
El reparto lo encabeza Kenneth More, del que los cinéfilos que peinen canas quizás recuerden su papel protagonista en el (por lo demás interesante) culebrón televisivo británico La saga de los Forsythe. Aparece también Ivonne Sentís, de la que ya casi nadie se acuerda, y Pep Munné, que evolucionó desde sus papeles de galán guaperas al macarra intratable de El amor es extraño. Juan Piquer Simón, el director, se dedicó posteriormente a hacer subproductos del género terrorífico, que firmaba, para despistar, como J.P. Simon, por ver si colaba que eran películas americanas. Qué catetada…
(17-01-2009)
107'