Pelicula:

Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, plataforma de Vídeo Bajo Demanda (VoD).

David Michôd (Sydney, 1972) es un guionista, director y productor australiano que empezó en cine como crítico y periodista cinematográfico en una revista de su tierra, Inside Film, de la que fue editor, para posteriormente pasarse al cine y la televisión primero con una serie de cortos, para llamar después poderosamente la atención con su debut en el largometraje, Animal Kingdom (2010), un acercamiento al crimen organizado de corte familiar, desde los ojos convulsos de un adolescente recién huérfano que será acogido por sus muy poco recomendables parientes, una película de gran dureza física, pero sobre todo psíquica, que puso a Michôd en el escaparate del cine mundial. El film obtuvo premios de todo tipo e incluso optó a un Oscar para Jacki Weaver, la veterana actriz, que hacía un personaje ciertamente inolvidable. Aquella película además descubrió para Hollywood una serie de talentos interpretativos, tales como Joel Edgerton (aunque este ya había hecho algo en los USA), James Frecheville y Sullivan Stapleton. Tal éxito tuvo aquella cinta que incluso propició una serie de televisión, con título homónimo, iniciada en 2015 y que se mantiene aún en emisión cuando se escriben estas líneas.

Los siguientes films de Michôd no alcanzaron similar éxito. Ni The Rover (2014), no estrenada en España, distopía de ambiente postapocalíptico, ni Máquina de guerra (2017) reeditaron los laureles de Animal Kingdom, si bien este último film supuso el encuentro del cineasta australiano con la estrella de Hollywood Brad Pitt, quien no solo la protagonizó sino también la produjo a través de su empresa Plan B, como ha hecho ahora con esta The King, rodada directamente para la poderosa Netflix.

Sobre los dramas Enrique IV (en sus dos partes) y Enrique V, ambos de Shakespeare, el director y el actor, también guionista, Joel Edgerton, han realizado esta adaptación, The King, que si bien no se puede considerar en sentido estricto una versión cercana a los clásicos del vate de Stratford-upon-avon (de hecho, Shakespeare no es mencionado en los créditos), es evidente que bebe sin recato de sus textos, poniendo en pantalla la vida de Henry, príncipe de Gales, a principios del siglo XV, en una Inglaterra regida por su belicoso padre, Henry IV; el joven es un díscolo que lleva una vida disoluta, con constantes francachelas, borracheras y puteríos, acompañado siempre de su amigo y mentor, sir John Falstaff. Cuando el rey enferma y lo llama a su lecho de muerte, el que fuera un bala perdida será coronado con la determinación de no incurrir en los mismos errores de su padre y acabar de una vez por todas con las interminables guerras. Pero una supuesta afrenta que le llega desde Francia parece que no facilitará esa labor...

Tiene The King el empaque, la trascendencia, la enjundia de la historia shakespeareana, aunque no conserve estrictamente los versos del genio de Hamlet. La historia del tarambana que, cuando fue llamado a un cometido superior, a una altísima magistratura, supo madurar y convertirse en un monarca sensato (aunque intentará ser pastoreado por sus cortesanos ávidos de beneficios), es un arquetipo humano universal, como lo es el amante incasable de Casanova o Don Juan, o el eterno defensor de los débiles del Quijote. Aquí la historia enhebrada por Michôd y Edgerton tiene coherencia, encargándose el primero de contarla en imágenes de forma elegante e impecable, y en las escenas de batalla de forma impactante. Es cierto que, como casi todo el cine moderno, es algo más larga de lo deseable: entendemos que un recorte de 10 ó 15 minutos la habría mejorado.

Estamos entonces ante un sólido producto, una nueva aportación al imaginario artístico sobre aquel célebre monarca, que ya cuenta con diversas versiones en cine, como la clásica Enrique V (1948), interpretada y dirigida por Laurence Oliver, hasta la más moderna que también protagonizaría y dirigiría Kenneth Branagh, Enrique V (1989), e incluso alguna implícita, críptica, como lo era, en realidad, Mi Idaho privado (1991), de Gus Van Sant. En esta se acentúa el carácter antibelicoso del rey, en contraposición a la postura abiertamente belicista de su progenitor, por el que el nuevo soberano mostrará un desprecio sin límites. También la amistad entre los dos compinches de francachelas, el príncipe al que en sus correrías llamaban por el cariñoso diminutivo Hal, y su colega Falstaff, tienen importancia en la trama, una amistad a prueba de fisuras, dos hombres que se saben leales mutuamente, absolutamente.

Se podría acusar a este The King de tener una mirada quizá demasiado actual, demasiado moderna para lo que debió ser la Inglaterra de principios del siglo XV, donde los personajes, en especial el rey, además de Falstaff y la que sería la esposa del primero, la hija del rey de Francia, tienen pensamientos, actitudes y comportamientos que parecerían casi de nuestro tiempo; pero es inevitable que cada momento histórico en el que se lleva adelante un proyecto cultural como este lo revista de sus valores como sociedad, como civilización: otra cosa sería imposible.

Buena película entonces, una interesante aproximación a la figura de un rey peculiar y atípico. El hecho de que Shakespeare (y con él, sus adaptadores Michôd y Edgerton) se tomaran bastantes licencias artísticas, no empaña, por supuesto, la validez de lo que se nos narra: no estamos ante un documental de historia; para eso ya está el National Geographic y otros canales especializados. Esto es cine, esto es arte, y no hablamos de rigor histórico.

En principio pudiera parecer que un actor tirando a enclenque, como es el caso de Timothée Chalamet, no era el más adecuado para encarnar al rey que galvanizó a sus tropas hasta el punto de invadir Francia, derrotar a los galos y someter a vasallaje al monarca francés. Pero, vista la película, nos parece que era el actor adecuado, un personaje compelido a su pesar hacia una vida que no deseaba de manera alguna, que sacará fuerza de sus propias convicciones para llevar adelante su reinado. A lo tonto, a lo tonto, Chalamet se está convirtiendo en el actor masculino por excelencia de su generación,  habiendo trabajado ya para gente tan buena como Christopher Nolan, Woody Allen, Luca Guadagnino, Greta Gerwig y ahora tanto Michôd como Denis Villeneuve, para el que está haciendo el personaje-bombón de Paul Atreides en la nueva versión de Dune. Quiere decirse que, o él, o su agente artístico, tiene un excelente olfato para escoger papeles y proyectos. Del resto nos quedamos con el siempre estupendo Joel Edgerton, uno de los más interesantes (y polifacéticos: actor, director, guionista, productor...) hombres de cine que nos ha llegado del país de los canguros en los últimos veinte años. Por supuesto, también los eficientes Sean Harris y Ben Mendelsohn, y la cautivadora Lily-Rose Depp, que ha heredado directamente el carisma de sus padres, Johnny Depp y Vanessa Paradis.

(25-12-2019)


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140'

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The king - by , Dec 25, 2019
3 / 5 stars
El putero que sería dignísimo rey