The quiet girl

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La acción de este melodrama tiene lugar en la Irlanda rural en 1981, escenario en el que una niña llamada Cáit, que vive con sus padres y sus dos hermanas mayores, es enviada con unos parientes durante las vacaciones de verano. El motivo es que los padres no están en una buena situación económica, la madre está agobiada a la espera de un cuarto hijo, el marido poco trabajador no le ayuda, y ha decidido enviarla una temporada con su prima Eibhlín y su esposo Seán, que tienen una granja, a los que se les ha muerto un hijo de la edad de la niña.

Al marido no le sienta bien, pero no dice nada, en cambio la esposa ve en ella al hijo que perdieron y le da el cariño que no encuentra en su casa, con un padre adusto y una madre que no echa cuenta de ella. Cáit se involucra en las tareas del hogar y la comida, y mientras está en esa casa conoce un secreto que la familia guarda ocultando su dolor.

Con el paso del tiempo y las breves ausencias de la esposa, ella ayuda al marido en las tareas de la de la granja y él le va tomando cariño, hallando así al padre que no tiene en su familia, ni en la escuela, ni sus amigas, ni sus hermanas, ni sus padres. Cáit, sin hacerse notar, une fragmentos de las conversaciones de los mayores y se hace una idea de la situación a pesar de su corta edad.

Es una película pequeña, sin gran ambición, con una historia sencilla, en la que apenas pasa nada, pero que está llena de emotividad, de evolución del cariño a través del contacto diario con esos nuevos padres temporales que finalmente no desea abandonar porque ha encontrado lo que no tenía en su familia.

La pequeña actriz de nueve años, Catherine Clinch, hace un estupendo trabajo en el personaje de Cáit, de esa chica retraída, discreta, que no dice una palabra más alta que otra y que no dice más de lo que tiene que decir. La corresponden igualmente en su interpretación Carrie Crowley y Andrew Bennett como la pareja que la acoge.

El guion del propio director Colm Bairéad está basado en el relato corto Foster, de Claire Keegan. Se trata del primer largometraje dirigido por el guionista dublinés Colm Bairéad para el cine, realizado con sumo cuidado y sensibilidad, cuya experiencia anterior proviene de lo aprendido en la televisión, tal vez por eso ha elegido para su filmación el formato 4/3, más semejante al de la pequeña pantalla, al que dota de una silenciosa emoción en el transcurso de la narración en la que vamos conociendo algunas cosas conforme avanza, con un buen uso de la fotografía de Kate McCullough y de la música compuesta por Stephen Rennicks.

Sus logros están en proporción inversa a sus ambiciones. Es la primera vez que un film en lengua irlandesa está nominado al Oscar y está en posesión de numerosos premios de festivales y de la crítica.