Esta película está disponible en el catálogo de Filmin.
Sameh Zoabi es un cineasta palestino (Iksal, 1975) que se graduó inicialmente en la Universidad de Tel Aviv, en Israel, para después hacerlo también, gracias a una beca, en la de Columbia, en Estados Unidos, estando asentado desde hace años en Nueva York, donde ejerce como profesor de cine. Como director tiene una obra corta pero interesante, compuesta hasta ahora por un corto, dos largos de ficción y un documental; también fue guionista de una de las obras más populares e internacionales del cine palestino, Idol (2015). Su obra gira siempre sobre temas relacionados con el conflicto palestino-israelí, apreciándose una curiosa evolución, pasando de una etapa inicial más combativa a otra más reciente en la que se aprecian elementos de distensión y de entendimiento entre ambas posturas.
Algo (o mucho) de eso hay en esta comedia de enredo, que también es romántica, titulada en España Todo pasa en Tel Aviv, que nos cuenta, a ritmo de la “soap opera” cuya grabación narra, las peripecias de Salam, un tipo un poco (a veces un mucho...) imbécil, un hombre de mediana edad sin oficio ni beneficio, al que su tío, uno de los jefes de producción de la grabación de la serie palestina Tel Aviv on fire, “enchufa” para que lleve los cafés y, nominalmente, para que sea una especie de “coach” para los diálogos en hebreo, lengua que domina bien. Por esa vía Salam consigue, casi sin proponérselo, meterse en el equipo de guionistas; pero el pobre diablo vive en Israel, por lo que tiene que cruzar todos los días a Ramala para la grabación; el capitán Assi, jefe del control israelí de frontera, se entera de que es guionista del serial que fascina a su mujer, y entonces barrunta la posibilidad de influir en el guion del culebrón en beneficio de su relación conyugal, un tanto deteriorada...
Lo cierto es que la película se sigue con agrado, en una intriga que combina acertadamente los giros de guion propios de cualquier “soap opera” (como la que los personajes del film supuestamente ruedan) con algunos toques que recuerdan la situación de las dos comunidades, la palestina y la israelí, con cierta denuncia, sin demasiada acritud, sobre los abusos de poder en los que incurren las Fuerzas Armadas de Israel, y finalmente con una mirada conciliadora entre las dos poblaciones; en un momento dado, cuando el tío de Salam, que hizo (y perdió...) la Guerra de los Seis Días, en 1967, contra Israel, le dice que hay que volver a ese espíritu y no al de claudicación de los Acuerdos de Oslo, el pobre infeliz de su sobrino, en un rapto de lucidez, le espeta, “¿es que no hay un punto intermedio entre las bombas y la rendición?”, abogando por una posición pragmática en la que entendemos se puede reconocer la voz, la opinión del propio director, una postura que abjura de la guerra abierta, pero tampoco rendir pleitesía ante el estado que los sojuzga. Ese quizá sea el mayor mérito de esta por lo demás agradable comedia, bien narrada por Zoabi, cuyos conocimientos teóricos sobre cine son evidentes.
Con algunos elementos muy típicos de nuestra época, como el cine de opuestos (los judíos y los palestinos, como en España los andaluces y los euskaldunes en Ocho apellidos vascos), con una diferente visión del mundo (cultural, política, socialmente) y una aceptable técnica en los giros de guion, aunque algunos sean más bien improbables, por no decir imposibles, Todo pasa en Tel Aviv queda como un producto aceptable sobre los peligros del postureo, del darse pisto, del envanecimiento, sobre todo si el sujeto en cuestión tiene en la mollera poco más que serrín, la historia de un guionista sobrevenido al que su inesperada cualidad como libretista (apoyada, eso sí, en todo quisque: pide ayuda y consejo a su madre, a los amigos, al capitán judío, hasta al camarero del bar...) le procuró un futuro inesperadamente boyante y hasta conseguir a la mujer amada (no destripamos nada: esto es una comedia, qué diantres...).
Eso sí, Todo pasa en Tel Aviv podría haber sido mejor si el protagonista no hubiera sido el negado de Kais Nashif, que tiene permanentemente el mismo gesto, el mismo rictus para todo: transmite menos que un telegrafista manco… Y eso que tiene una ya más que apañada carrera cinematográfica, habiendo intervenido en algunos de los títulos emblemáticos del cine palestino, como Paradise now (2005), e incluso ha trabajado en el cine norteamericano, en Red de mentiras (2008), de Ridley Scott; pero parece que la comedia inteligente (que es lo que en el fondo es Todo pasa en Tel Aviv) no es lo suyo...
(15-03-2020)
98'