Este drama de superación está basado en un caso real, aunque aquí no sea conocido, pero se advierte que hay algunas partes que no lo son. La historia se desarrolla en Gaza en 2012, donde Mohammad Assaf, un joven taxista palestino con una voz extraordinaria, que quiere ser cantante, se fija una meta casi imposible de alcanzar: presentarse al concurso Arab Idol, pero para ello tiene que vencer bastantes obstáculos antes de conseguir su meta.
La historia de este chico, que ganó realmente el Arab Idol en 2013 y ahora es embajador de buena voluntad de la ONU con un pasaporte con el que puede viajar por todo el mundo, el director la usa para mostrarnos la situación actual de Palestina, con un evidente componente político para dar a conocer al mundo las dificultades para viajar a Egipto, donde son las primeras pruebas, o los problemas religiosos que tienen algunos que al hecho de cantar lo tachan de pecado. Él desea triunfar, tiene una buena voz y este es el biopic del cantante que se convirtió en héroe palestino al ganar el concurso.
Un film inusual en el cine palestino, una propuesta política, optimista y comercial, pero que dice más de lo que enseña entre líneas ¿o tendríamos que decir entre imágenes? Es una historia amable, sencilla, que funciona bien en la primera mitad, que está prácticamente dedicada a la infancia al mostrarnos la lucha que llevan a cabo los niños, aficionados a la música, que se hará realidad cuando sean mayores, al mostrarnos la vida cotidiana en Gaza, esa especie de prisión gigante de la que no se puede salir y en la que falta de todo, cómo hacen para sobrevivir y comprar sus instrumentos, trabajando y ahorrando, siendo la segunda parte más tópica y previsible, aunque se deja ver bien; es curiosa y sobre todo lo que más interesa es la situación brutal de una Gaza en ruinas con dificultades para poder salir de allí, como le ocurre al protagonista para llegar a El Cairo y presentarse en el Teatro de la ópera donde son las audiciones de preselección.
Dos de las películas anteriores de Hany Abu-Assad, el director palestino más internacional, Paradise now (2005), en la que dos amigos de la infancia son reclutados para cometer un atentado suicida en Tel Aviv, y Omar (2013), en la que un joven luchador por la libertad en Palestina se compromete a trabajar como informante a raíz de la muerte de un soldado, fueron nominadas al Oscar.
Como se pueden ver las dos tienen un componente político y de reivindicación como ocurre en Idol (2015), aunque en este caso sea a través de algo más festivo como es la música, las canciones y un programa concurso de televisión para que de esta forma llegue más al gran público. A nuestro juicio en calidad cinematográfica es inferior a las anteriores.
Ganó el Premio Unesco en los Asia Pacific Screen 2015.
98'