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En 1975 Jacques Doillon, del que ya no se acuerda nadie, aunque siga haciendo cine, rodó Un saco de canicas, adaptación de la novela homónima de Joseph Joffo, cuya publicación un par de años antes constituyó todo un acontecimiento literario, un libro que narraba en clave autobiográfica las experiencias de su autor, que fue prófugo judío en su más tierna infancia, huyendo del nazismo que persiguió a su familia durante toda la Ocupación. Ahora, Christian Duguay vuelve a llevar al cine esa misma historia.

Agosto de 1944. El pequeño Jo vuelve a París; allí recuerda, mientras juega a las canicas, los azares de su vida dos años y medio antes, cuando la ciudad, tomada por los nazis, empezó a ser peligrosa para las personas de etnia judía, como lo era su familia. En ese contexto, sus padres envían a la zona libre (el sur de Francia en aquella época) a sus dos hijos menores, el propio Jo, de unos diez años de edad, y su hermano Maurice, de unos doce. Pero en la zona libre las cosas no serán tampoco nada fáciles, y de nuevo tendrán que volver a huir…

Christian Duguay es un cineasta canadiense, quebequés por más señas, que ha hecho la mayor parte de su carrera en Francia, casi siempre en films de acción, de cierta vocación internacional, cine generalmente sin mucho interés más allá del pasatiempo olvidable. Hablamos de películas como Hilo mortal (1992) o Asesinos cibernéticos (1995). Con Una bolsa de canicas se puede decir sin faltar a la verdad que hace su mejor film, lo cual, desde luego, no es decir mucho, dada la general endeblez de su cine. Se aprecia una intención de hacer cine social, hecho de sentimientos y dolor, ambientado en el mismo torturante contexto de la magistral Adiós, muchachos, aunque desde luego muy lejos de la altura del extraordinario film de Louis Malle.

Una bolsa de canicas resulta ser, entonces, una esforzada, voluntariosa aunque no especialmente distinguida denuncia (otra más, pero no importa cuántas se hagan) de la aberrante persecución que los judíos sufrieron durante el imperio del Tercer Reich en las amplias zonas que controlaron los nazis, vista desde la perspectiva atónita de un crío de apenas diez años, que padeció en sus carnes la dureza de la separación de sus padres, el castigo físico, la enfermedad, que estuvo a punto de morir dos veces y cuya cruel infancia le marcó de por vida.

Buen trabajo del protagonista, el pequeño Dorian Le Clech, con una apreciable capacidad para transmitir emociones, bien secundado por el adolescente Batyste Fleurial. Entre los adultos destaca Patrick Bruel, como siempre muy seguro, y Christian Clavier, generalmente adocenado en comedietas, aquí en un personaje muy distinto.


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112'

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Una bolsa de canicas - by , Dec 31, 2017
2 / 5 stars
Voluntariosa denuncia