Pelicula:

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David Ilundain (Pamplona, 1975) llamó la atención hace unos años con B (2015), una aproximación a la figura de Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular investigado por financiación ilegal del partido y, ya si eso, por desviar para su peculio parte de lo apandado ilícitamente por su organización política. Ahora el navarro da un giro en su carrera y afronta un drama escolar, un film ambientado en un aula, en un tipo de cine que, por supuesto, tiene una amplia tradición, generalmente con conflictos suscitados en los colegiales, o en los profesores, o entre ambos.

En este caso la historia parte cuando conocemos a Aleix, un joven profesor interino catalán de Educación Primaria que es contratado en un colegio de la población de Caspe, en Zaragoza, para cubrir la baja de una profesora con embarazo de alto riesgo. Aleix, que tiene sus propios demonios familiares, se entera de que uno de sus alumnos está en casa convaleciente de cáncer, tras haber recibido quimioterapia. Pronto se da cuenta de que la mayoría de sus compañeros no tiene precisamente mucho interés en que vuelva, y se pregunta por qué...

Uno para todos (por cierto, ¿no había otro título más que el de este lema que, evidentemente, está indisolublemente ligado a la dumasiana Los tres mosqueteros? ¿Será por títulos?) forma parte de ese tipo de cine que solemos llamar “de buenas intenciones”: ahí es nada, su tema es el “bullying” o acoso escolar, y cómo gestionarlo desde el punto de vista del profesor (pero también de los alumnos) cuando el acosador está aquejado de una grave enfermedad y su regreso a clase, que en otras circunstancias sería todo un acontecimiento, se vive como un drama dentro del aula. Está bien, por supuesto, el planteamiento, y la apuesta de Ilundain y sus guionistas es encomiable, porque el problema del “bullying” es una de las lacras de nuestro tiempo (y no solo de nuestro tiempo, por supuesto...). Otra cosa será que la historia implementada para ello, los personajes, las situaciones, los giros de guion, etcétera, estén más o menos acertados, y en este caso nos tememos que no lo han estado en demasía.

Nos hubiera gustado que la historia tuviera más poso, que los personajes no fueran meros estereotipos, que tuvieran pasado, que no fueran perchas en las que colgar los diálogos. Apenas sabemos nada del protagonista, y lo que sabemos nos lo cuentan, pero no lo sentimos; el personaje que hace Patricia López Arnaiz es un pegote, como si fuera necesario que tuviera una amiga con cierta tensión sexual que a su vez hace un poco de Pepito Grillo cuando Aleix se encuentra con el marrón del niño a la vez leucémico y acosador. En puridad, los mejores son los niños, en los que es fácil rastrear verdad: la chica marroquí, brillante pero asustada por el regreso de quien la humillaba; el niño con ciertas maneras femeninas, avergonzado constantemente por el que una vez fue su amigo; el sempiterno cómplice del golfillo, que le ríe las gracias.

Aleix tendrá que lidiar entonces con estos sentimientos encontrados, pero también habrá de dar una oportunidad a la redención, a la que quizá el acosador haya llegado por la crudelísima prueba vital de la enfermedad por la que está atravesando.

El conjunto es irregular, con toda la parte final, en la que se produce el restañamiento de las heridas mientras los niños vuelven a ser niños y dejan de ser víctimas y verdugos, cuando, a través del proceso de creación de un videojuego, vuelven a ser lo que deberían haber sido siempre, compañeros, tal vez amigos, en ese tiempo, la infancia, en el que se cuece lo que seremos en el futuro.

Loables, pues, las intenciones, en un film no precisamente exquisito en las formas, sino más bien ramplón: técnicamente a Ilundain le hace falta todavía bastante para que pueda ser un cineasta a tener en cuenta, aunque parece claro que evidencia buenos detalles y podemos estar, en el futuro, ante un director interesante, porque tiene cosas que contar y esperamos que lo haga de manera más atractiva que en esta película a la que, sin embargo, salva su tema, y sobre todo su esperanzada resolución.

David Verdaguer, desde que ganó el Goya por Verano 1993 (2017), está muy lanzado, encadenando títulos de toda laya, desde algunos muy estimables como Tierra firme (2017) y Los días que vendrán (2019) a otros con bastante menos interés, como Lo dejo cuando quiera (2019) y Salir del ropero (2020). En cualquier caso, es evidente que la cámara lo quiere (aunque aquí parece que se han empeñado en que lo quiera más bien poco...). Queda dicho que el personaje de Patricia López Arnaiz es un “no-personaje”, y contra eso la solvente actriz vasca poco puede hacer.

(25-09-2020)


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88'

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Uno para todos - by , Aug 29, 2021
2 / 5 stars
La redención del acosador