Pelicula:

La gaditana Ángeles Reiné es una realizadora fundamentalmente dedicada a la publicidad, con gran experiencia en ese campo. Desde hace unos años ha sido tentada por la ficción audiovisual no publicitaria, y ha ejercido distintas tareas en series como Doctor Mateo, así como ha dirigido un par de cortos que han tenido cierta repercusión. Ángeles, está claro, tiene muy buenos contactos en el mundo publicitario, también en el cinematográfico y audiovisual, y todo ello le ha valido para hacer su ópera prima en el largometraje con un brillante elenco interpretativo y un más que apañado equipo técnico.

En el primero de esos apartados Reiné ha contado con nada menos que cuatro intérpretes ganadores del Goya, algunos incluso más de una vez: Verónica Forqué y Candela Peña, tres cada una; Rosa Maria Sardà, dos “cabezones”; y David Verdaguer, un Goya; además de tener al frente del reparto a una de las promesas de la actuación en España, una promesa que más bien es una realidad total, la talentosa sueco-sevillana (sí, vaya mezcla, jajaja) Ingrid García-Jonsson, que aún no tiene un Goya (estuvo nominada por Hermosa juventud, y se lo debería haber llevado), pero que es cuestión de tiempo que lo gane, y más de uno. Pero es que además Pol Monen y Mónica López también tienen sendas nominaciones al Goya...

En el segundo de los apartados que comentamos, el técnico, los nombres también apabullan: de la fotografía se encarga el maestro de maestros José Luis Alcaine, una leyenda en su disciplina, con cinco Goyas ganados y otras 13 candidaturas; del montaje, la gran Teresa Font,  con dos “cabezones” ganados y otras 6 nominaciones; y de la música, ese “enfant terrible” que es Lucas Vidal, con contrastada carrera en los USA, donde ha escrito, entre otras partituras, la del “score” de una de las entregas de la serie Fast & Furious, además de tener también ya dos Goyas.

Es decir, Reiné ha contado con los mejores mimbres, pero nos tememos que no ha sabido ensamblar un buen cesto, si seguimos con la metáfora. La historia se ambienta en nuestro tiempo, fundamentalmente en la isla de Lanzarote, en las Canarias. Allí viven Sofía y Celia, dos ancianas que han vivido su amor en secreto durante décadas. Ahora, ya en la senectud, las dos amantes quieren dar a conocer sus sentimientos mediante su boda, lo que supondrá todo un terremoto en sus entornos familiares, que desconocían absolutamente este amor; la que peor lo llevará será la nieta de Sofía, Eva, que va a casar de forma inminente con un rico heredero de una familia luso-escocesa, de antigua raigambre y aún más antiguos credos e ideologías, y ve peligrar tan prometedor porvenir...

Salir del ropero es una comedia que, obviamente, juega la carta de la tolerancia: todo gira en torno a las dos viejecitas que, al final de sus vidas, quieren que todo el mundo sepa lo que se quieren, con el consiguiente schock incluso entre los más liberales, que creen que están bien como están, sin tener que contarlo a los cuatro vientos, no digamos con los más carcas, que se hacen cruces de semejante relación. Es, en ese sentido, y a su manera, un film de tesis, que reivindica la libertad del ser humano para actuar como le plazca, en cualquier tiempo y circunstancia. Bien, entonces, en cuanto a lo que propone, pero bastante menos bien en cómo se plasma ese discurso (como decían los críticos pelmazos de los años setenta...), en la manera de modularlo para que el producto audiovisual sea mínimamente decente, lo que, sentimos decirlo, no es el caso.

Porque la película de Reiné parte de un guion lleno de situaciones y personajes tópicos, con su familia de rancio abolengo que no puede ser más de cliché, con sus adorables viejecitas que (en eso sí son distintas) se quieren y no precisamente con un amor fraternal, con su novia que ve peligrar un futuro de opulencia por la ocurrencia que ella reputa senil de su abuela, con la madre artista que ha hecho de su capa un sayo con respecto a su hija, con su cura “enrollao” y progre, aunque dentro de un orden... y así, todo. Lo más original quizá sea sacar al hermano de la prota que se ha convertido al islam por el amor de una mujer (aunque inicialmente dicen que el tal hermano es gay...), y no ya original, sino directamente marciano, es que la postura del moro converso y de su santa (o como se diga en la fe coránica) con respecto al religiosamente poco ortodoxo amor lésbico sea de una comprensión total: ¡ay, que estos moritos no van a gozar de las 72 vírgenes, o las que sean!  

Hubiera hecho falta en este guion otra mano experta que hubiera eliminado sandeces, que no hubiera tirado de situaciones tan chocantes como la parte final con todos encerrados en la casa de Sofía sin poder salir (sí, como en El ángel exterminador, pero sin querer...), y por supuesto, el tan sobado recurso al alucinógeno tomado involuntariamente, recurso que ya en Primero de Guion hubiera supuesto el suspenso fulminante de la interfecta.

Qué desperdicio, entonces, de un equipo técnico-artístico tan apañado... qué bonitos paisajes los de Lanzarote, repetidamente presentados en pantalla, que para eso el Cabildo de la isla ha puesto sus buenos cuartos... qué ocasión perdida para hablar del amor lésbico en las edades avanzadas, un tema escasamente hollado por el cine (a bote pronto solo recordamos la estupenda Las herederas, del paraguayo Marcelo Martinessi)... qué falta le hace a la comedia española alguien con la cabeza bien amueblada que haga guiones solventes, no una acumulación de escenas sin ton ni son.

(16-09-2020)


Salir del ropero - by , Sep 16, 2020
1 / 5 stars
¡Qué desperdicio!