Vinieron del espacio

Jack Arnold fue un sólido profesional del cine del Hollywood clásico que durante los años cincuenta nos dio algunos títulos merecidamente míticos, siempre en el género del fantástico o la ciencia ficción. Se pueden citar al menos dos memorables, La mujer y el monstruo (1954), plasmación en el ingenuo celuloide de la época del mito de la bella y la bestia, de sugestivas connotaciones, y El increíble hombre menguante (1957), donde un accidente científico llevará a un ser humano a una progresiva disminución física imposible de detener, lo que da lugar a emocionantes aventuras de todo tipo y a un final abierto, de raíces filosóficas, que entronca con sencillez con la búsqueda de la trascendencia por parte de la raza humana.

Vinieron del espacio, de la misma década, no llega a esa altura, pero es sin duda una notable película, dotada de un ritmo narrativo espléndido y donde se juega con varios temas de lo más interesante, como el recelo del ciudadano medio a cuanto desconoce, a lo extraño, y con la necesidad por parte del ser humano de estar abiertos a nuevas posibilidades, a nuevos mundos.

Arizona, en los años cincuenta. En el desierto vive John, escritor y astrónomo; está con él su novia, Ellen, con la que va a casarse en breve; mientras miran por el telescopio, un objeto llameante cruza el espacio y se estrella a unos kilómetros de allí. John llama a un amigo, quien les recoge en su helicóptero y vuelan hasta donde se ha estrellado lo que parece un meteorito. Pero cuando John entra en el cráter, se encuentra con una especie de nave espacial; cuando sube a la superficie, nadie parece creerle...

Tiene Vinieron del espacio la gracia de lo naif, de lo ingenuo, cuando el mundo, y el cine, era muy sencillo, cuando las soluciones de guion no se cargaban la coherencia, la lógica que todo libreto debería tener. El guion es de Harry Essex, reputado escritor de la época para cine y televisión, sobre una historia original del gran Ray Bradbury, uno de los realmente grandes en su género, la ciencia ficción. Arnold puso su buen oficio, y aunque es evidente que los efectos especiales de la época “cantaban” mucho, esa mismo ingenuidad de los mismos (como la mirada subjetiva del alien, hecha con un simple filtro como si fuera una lente) enaltece esta pequeña joya del cine B de fantasía, terror y ciencia ficción de la mejor época del género en los USA.

Con actores que no llegaron a tener una repercusión internacional, como Richard Carlson y Barbara Rush, pero que se ajustaban perfectamente a sus personajes, Vinieron del espacio queda, como se ha dicho, como una obra pequeña y modesta, valiosa en su candidez argumental pero tan hermosa en su humilde planteamiento.