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Tras el éxito de la serie Isabel, Televisión Española encargó a Diagonal TV la continuación de la historia tras la muerte de la Reina Católica. Se decidió que la siguiente serie sería la vida de otro monarca fundamental en el devenir del país, Carlos I de España y V de Alemania, nieto de los Reyes Católicos, aunque para conectar ambas historias, la que se contaba en Isabel y esta Carlos, rey emperador, se rodó una película para cine, La corona partida (2016), con dirección de Jordi Frades, uno de los creadores de ambas series, y que vino a vincular las dos sagas históricas, contando la vida de la reina Juana, a la que la Historia conoce como la Loca, que fue monarca nominal de España, aunque en realidad jamás ejerció en la práctica tal cargo, postergada sucesivamente por su marido, Felipe el Hermoso, por su padre, Fernando el Católico, y por su hijo, Carlos I.
La serie Carlos, rey emperador consta de una única temporada de 17 capítulos, a través de los que se narra la llegada a España del joven Carlos de Habsburgo, hijo de Juana la Loca pero criado en Flandes, donde nació. Era, por tanto, totalmente ajeno a la idiosincrasia, a la cultura, a las costumbres de España, e incluso desconocía casi por completo el idioma castellano. Eso y el hecho de, al ser coronado en nuestro país, rodearse de cortesanos flamencos para ejercer el poder, enojó a la nobleza castellana, pero también al pueblo llano, que terminarían alzándose en armas, en un episodio que la Historia conoce como la Guerra de las Comunidades de Castilla, en la que los llamados comuneros de Villalar, comandados por Padilla, Bravo y Maldonado, lucharon contra las tropas del monarca, revuelta que, como cabía esperar, fue reprimida a sangre y fuego, siendo ajusticiados los cabecillas. Con ese traumático comienzo daría comienzo el mandato de Carlos, que sería rey de España, emperador del Sacro Imperio Germánico, rey de Nápoles, Cerdeña y Sicilia, rey de los Países Bajos, Duque de Borgoña, soberano de las Indias Occidentales y de un vastísimo imperio a lo largo de todo el mundo conocido, en puridad el hombre más poderoso de la Tierra. Pero el reinado de Carlos de Habsburgo estuvo lleno de peripecias de todo tipo, como cabía esperar, que son las que cuenta (con las inevitables licencias poéticas...) la serie.
Sin embargo, y en contra de lo que sucedió con Isabel, la audiencia no respondió de igual forma, y ello a pesar de que los equipos técnico y artístico de ambas series fueron muy similares, tratándose de una serie costeada y con unos estándares de producción más que suficientes. Sin embargo, mientras que Isabel, en su exhibición a través de La 1 de TVE, llegó a alcanzar picos de 4,7 millones de espectadores, Carlos, rey emperador llegó, como máximo, a 2,8 millones, casi la mitad de audiencia (datos de FormulaTV). La explicación quizá resida en el hecho de que Carlos, rey emperador no contó con una presencia carismática como la de Michelle Jenner al frente del reparto de Isabel, una muy joven actriz que hizo toda una creación del personaje de la Reina Católica, mientras que el también joven actor Álvaro Cervantes desmerecía notablemente del poderoso personaje del rey que fue dueño de medio mundo. Cervantes carecía, en efecto, del carisma necesario para que este emperador resultara convincente, para que nos creyéramos que, efectivamente, no solo fue amo y señor absoluto de decenas de millones de súbditos en los múltiples territorios bajo su dominio, sino que, además, fue capaz de mantenerlos bajo su férula durante los cuarenta años (1516-1556) que duró su reinado.
Por lo demás, nada que reprochar a una serie que combinó, igual que Isabel, los hechos históricos que se sucedieron durante el mandato de Carlos I con la necesaria “ficcionalización” de esos hechos para hacerlos más amenos y atractivos para el público, en una historia bien trenzada y que mantenía razonablemente el interés, con las sucesivas dificultades de todo tipo a las que tuvo que enfrentarse el monarca a lo largo de su dilatado reinado, hasta retirarse al monasterio de Yuste tras abdicar en su hijo Felipe II. Cabría añadir que, si el modelo de Isabel fue, como dijimos en su crítica, la serie británica Los Tudor, el de Carlos, rey emperador sería, precisamente, su antecesora, Isabel. Lástima que esta nueva serie no concitara el favor del público, porque los sucesivos monarcas de la Casa de los Austrias, en especial Felipe II y Felipe III, podrían haber dado mucho juego en sucesivas series; no digamos el endeble y enfermizo Carlos II El Hechizado, a cuya muerte, además, se abrió la caja de Pandora que, tantos años después, sigue dando dolores de cabeza en España (Gibraltar, Cataluña).
A la buena factura y sólido empaque de Carlos, rey emperador contribuyeron poderosamente un buen plantel de realizadores, entre los que destacan los siempre eficaces Oriol Ferrer y Salvador García Ruiz, y un vastísimo reparto con buena parte de lo más granado del cine español de este siglo XXI, entre los que destacaríamos la juventud y sin embargo ya notable sapiencia de Blanca Suárez, la madurez de actores de reparto tan seguros como José Luis García Pérez, Víctor Clavijo y Nathalie Poza, y la veteranía de gente tan estupenda como Susi Sánchez y Eusebio Poncela.
(08-03-2020)