Serie: La Emperatriz

Estreno en Netflix.


El personaje histórico de Isabel de Baviera, más popularmente conocida como Sissi, la que fuera emperatriz de Austria durante prácticamente la segunda mitad del siglo XIX, ha sido llevado al cine y la televisión con profusión y en diversas épocas. Si el canon clásico lo estableció el cineasta austríaco Ernst Marischka con su trilogía de los años cincuenta, iniciada por Sissi (1955) e interpretada por Romy Schneider, en uno de los papeles que la lanzó al estrellato, en una visión más bien relamida y monarquizante del personaje histórico, la propia Romy, a las órdenes de Visconti, se encargaría de desbaratar esa imagen gazmoña en Ludwig (1972). En estas primeras décadas del siglo XXI parece haber aumentado considerablemente el interés en la figura de Isabel de Baviera, si tenemos en cuenta que en ese período se han producido hasta cinco audiovisuales, tres de ellos en los últimos tres años, en concreto la serie Sisi (2021), el largometraje La emperatriz rebelde (2022) y esta serie La emperatriz (2022).

Nos parece evidente que el interés popular por la figura de Isabel de Baviera viene dado por su carácter rebelde, en una época en la que las personas que pertenecían a la realeza (ahora también, pero menos...) estaban constreñidas a normas tan rígidas como, con frecuencia, absurdas.

Katharina Eyssen (Starnberg, Alemania, 1983), la creadora de esta La emperatriz, se formó como actriz en Estados Unidos, asistiendo al mítico Actor’s Studio, desempeñándose como intérprete desde finales del siglo pasado. Sin embargo, a finales de la primera década de este siglo XXI, Katharina parece haber encontrado su verdadera vocación como guionista, y desde entonces se dedica exclusivamente a esta faceta creativa. No tiene como tal todavía una carrera demasiado larga, pero nos parece que apunta maneras personales, como se desprende de esta serie.

Con una primera temporada (que es la que comentamos) de 6 episodios, La emperatriz se centra en los primeros 6 meses de Isabel de Baviera como emperatriz consorte de Austria, cuando la joven es elegida por el emperador Francisco ("Isabel o ninguna", dicen que le espetó a su madre cuando ésta le puso reparos), aunque en principio la señalada para ello por la dominante emperatriz madre era Elena (conocida como Nené), la hermana de Sissi. A partir de ahí, sinceramente enamorados los dos jóvenes, el trono será un martirio para Isabel como consecuencia de verse en todo momento dominada por su suegra, que le imponía su criterio constantemente valiéndose de su ascendencia sobre Francisco, al que hasta entonces había tutelado de forma abrumadora. Paralelamente, un movimiento revolucionario clandestino del pueblo concibe la idea de asesinar a los emperadores para proclamar la república…

Nos parece que La emperatriz tiene un evidente tono romántico, con la historia de amor entre Isabel y Francisco, pero es un tono no excesivo y, desde luego, no exclusivo. De hecho, buena parte del relato se extiende hacia algunos de los hechos históricos de aquel 1854 en el que se ambienta la línea central de la serie, el año de la boda imperial, tales como las dudas sobre la implicación austríaca en la guerra que en aquel año contendían varias potencias europeas como Francia, Inglaterra y Rusia. También se hace alusión con frecuencia al ánimo modernizador del emperador, deseoso de, entre otras iniciativas, dotar al país de una red de los entonces incipientes ferrocarriles que lo arrancara de la Edad Media en la que prácticamente aún se mantenía. Los movimientos conspiratorios del hermano de Francisco, Maximiliano, para hacerse con el trono, y las maniobras de la emperatriz madre para utilizar a Isabel como marioneta y mero vientre gestador para tener hijos que perpetuaran la dinastía serán otros de los temas históricos presentes en la serie, así como el movimiento revolucionario que se infiltró en Palacio e intentó acabar con la vida de los emperadores. Maximiliano, por cierto, sería años más tarde Emperador de México, aunque pagó con su vida ese trono sobrevenido.

Estamos entonces ante una serie sólida, bien narrada, con un tono romántico que nos parece consustancial al proyecto, pero también hablando sobre política, sobre hechos históricos, sobre conspiraciones para alcanzar el poder. Isabel aparece aquí, como en realidad fue, como una mujer adelantada a su tiempo, una mujer que quería tomar sus propias decisiones, si bien con frecuencia nos parece que su modernidad tal y como la presentan aquí es excesiva incluso para una princesa rebelde como fue ella. Pero ya se sabe que las licencias artísticas lo aguantan todo, como ciertos anacronismos (algunos peinados y vestidos, algunas alambicadas coreografías) que no se corresponden en absoluto con la realidad, aunque ya sabemos, desde María Antonieta (2006) de Sofía Coppola, que la hibridación entre historias antiguas y canciones modernas es algo perfectamente admisible.

Se puede decir sin faltar a la verdad que la miniserie tiene un tono femenino, quizá no feminista; porque los personajes que realmente "cortan el bacalao", como dice la frase hecha española, son mujeres, en especial la propia Isabel, pero también su suegra, la emperatriz madre, una fémina calculadora, fría e inmisericorde, sin compasión para nada que no fueran los objetivos que se tenía marcados para la pervivencia y supremacía de su dinastía, en una época en la que los países eran propiedad del trono de turno.

Con una correcta realización, no especialmente personal, aunque gusta de ciertos movimientos de cámaras, como “travellings”, la serie se aprecia costeada y bien ambientada en palacios de la época, en concreto en el llamado Schloss Weissenstein, situado en Pommersfelden, una pequeña localidad próxima a Núremberg, sacando buen partido tanto de los exteriores como de los interiores, suntuosos sin recargamiento. En este aspecto formal, gustan los títulos de crédito iniciales, realizados jugando con la técnica del caleidoscopio, bonitos y originales.

Por ponerle un pero a la serie, tendríamos que retomar de nuevo esa visión demasiado moderna de Sissi, como si fuera una mujer de nuestro tiempo, no una aristócrata del siglo XIX; aunque este tipo de anacronismos (como los mentados de vestuario y música) son también hoy día bastante habituales, suelen rechinar más, lógicamente, que los de la mera ambientación visual o musical. Tampoco nos ha convencido el actor que interpreta al emperador Francisco, Philip Froissant, demasiado dubitativo y blando, cuando el monarca reinó en el llamado Imperio Austrohúngaro durante casi siete décadas, convirtiéndose en uno de los soberanos más longevos de la Historia y (lo que es más importante) siendo uno de los más influyentes de su época. Devrim Lingnau, la joven actriz que encarna a Isabel o Sissi, nos parece más atinada, su juventud ayuda mucho a dar el papel de chica ingenua a la que el matrimonio con su primo el emperador le cambió, literalmente, la vida.



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La Emperatriz - by , Nov 24, 2022
3 / 5 stars
"Isabel o ninguna"