Serie: Lola

Disponible en Movistar+.


La figura de Lola Flores, como se encargan de decir las personas que la conocieron, e incluso las que no la conocieron pero la admiraron, ha sido, es y será irrepetible. Con ella se hacen verdad tópicos como el de “nace una como ella cada cien años”, porque resulta que es totalmente cierto. Fue una mujer de escasa formación pero con una privilegiada inteligencia natural, y, lo que es más importante, dotada de una extraordinaria capacidad para el arte, en especial el relacionado con el jondo, el flamenco, la copla… lo que se suele llamar, a veces, lamentablemente con cierto tono despectivo, “canción española”; pero no solo en eso, porque también incursionó en otros temas, otros palos (ya que hablamos del flamenco…), en los que siempre brilló con luz propia, a veces también por los despropósitos en los que su escasa educación le hacían incurrir.

De Lola Flores ya se había hecho un apañado biopic en cine, titulado Lola, la película (2007), dirigido por Miguel Hermoso, que contó con Gala Évora, una de las componentes del grupo Papá Levante (recuerden aquello de "aunque parezca mentira/ me pongo colorada/ cuando me mira"…) como la Faraona, uno de los diversos apodos que recibió la jerezana. Aquel film no estaba nada mal, y ponía en imágenes una recreación de la vida de la diva, valga el casi trabalenguas, con apariciones como la de José Luis García Pérez interpretando a Manolo Caracol. Anteriormente no fue difícil rastrear su personaje, aunque con nombre cambiado y algunas otras circunstancias distintas para que no fuese reputado como un biopic encubierto, en otra película, Las cosas del querer (1989), de Jaime Chávarri, donde Ángela Molina era un trasunto de Lola Flores, Ángel de Andrés López lo era de Caracol, y Manuel Bandera de Miguel de Molina

Ahora es el documental el formato elegido para esta miniserie de 4 capítulos en el que Movistar+, con el concurso de The Mediapro Studio y su filial 100 balas, ha llevado a la pantalla la vida y la obra de la Lola de España, otro de los grandilocuentes apelativos con los que se conoció a la artista. Como director y creador figura Israel del Santo, veterano profesional del audiovisual que en los últimos años se ha especializado en documentales históricos en los que suele combinar imágenes y vídeos de archivo con recreaciones de los hechos sucedidos interpretados por actores generalmente poco conocidos; esos documentales históricos pueden ambientarse tanto en tiempos muy pretéritos (El corazón del imperio, Conquistadores Adventum) como en épocas más contemporáneas (El Palmar de Troya, esta Lola).

Del Santo opta por una estructura clásica de documental, con hasta 44 personajes entrevistados, de toda laya, aunque todos, lógicamente, conocedores de Lola Flores, desde muy diversas perspectivas: fundamentalmente su familia, con sus hijas Lolita y Rosario y su hermana Carmen; pero también sus colegas de profesión, con un variado abanico en el que, sin embargo, los que más abundan son precisamente los jóvenes, y también con un muy diverso arco artístico, desde flamencos puros como Poveda a fenómenos mundiales como Rosalía, desde un C. Tangana a una María Peláe, desde una Alaska a una Carmen Linares, pasando por Martirio, Eva la Yerbabuena, la Tremendita… Todos ellos haciendo suya la herencia artística de Lola, reivindicando su legado, el de una mujer fuera de su tiempo que, en afortunada frase, aunque brutal, a fuerza de zafia, de Juan el Golosina (uno de sus amigos y admiradores irredentos de siempre), “cuando todas estaban con los santos sacramentos y la virginidad, Lola había toreado en las plazas que le salía del jigo".

Estructurada en 4 capitulos, Del Santo nos va contando la historia de Lola Flores, desde sus humildísimos orígenes en su Jerez natal, en 1923, hasta su muerte en Madrid en 1995. Apoyándose en la multitud de entrevistas realizadas con múltiples personajes conocedores de Lola Flores o que se reclaman deudores de ella, Del Santo narra los primeros escarceos artísticos de la joven jerezana, en una familia en la que el hambre era un miembro más, sus primeras oportunidades, su salto a Madrid con toda la parentela, sus difíciles inicios en la capital de España en los primeros años de la postguerra, un tiempo en el que llegó a pedir limosna para poder mantener a sus padres y hermanos. Tras los primeros años, tan duros, llegaron los primeros éxitos, su progresivo afianzamiento en los escenarios, también sus primeros amores, en especial el que mantuvo durante varios años con Manolo Caracol (“me lo enseñó todo del sexo”, diría ella), bebedor, mujeriego, putero, pero que cantaba como nadie, en una relación finalmente tóxica de la que la Faraona tuvo que escapar a fuerza de redaños. Vendría el salto del charco, su presentación en Estados Unidos, con el famoso “ni canta ni baila: no se la pierdan”, que la leyenda atribuye al crítico de espectáculos de The New York Times, aunque a lo mejor se lo inventó Lola, que fue una adelantada de las “fake news”... en América se hizo popularísima en México, con varias películas, volviendo a España ya en olor de multitud, convirtiéndose a lo largo de las siguientes décadas en un auténtico mito nacional.

Del Santo no se limita a mostrar a la Lola artista, sino que también, a través del montaje de las declaraciones de las numerosas personas entrevistadas, la sitúa en su momento histórico, fundamentalmente el franquismo, con la manipulación que el régimen hizo de ella, pero también de cómo Lola utilizó esa manipulación para su propio beneficio y el de su familia.

A través de los cuatro capítulos de la miniserie, titulados Ni canta ni baila, La Faraona, Extraterrestre y El brillo de sus ojos, el creador y director hace una pormenorizada semblanza de uno de los personajes históricos más significativos de la segunda mitad del siglo XX en España; los pasajes de las entrevistas se intercalan con imágenes de archivo, tanto fotográficos como videográficos, e incluso  con recreación a través de animación.

Conoceremos entonces diversos aspectos de la diva, algunos más conocidos que otros, como que, en puridad, no tenía técnica de baile; la propia Lola decía de sí misma que era una “bailarina de intuición”. Disfrazaba las mentiras y las verdades, siendo en eso una adelantada de lo que en el siglo XXI se conocerá como “posverdad”, construyendo su propia leyenda; de esta forma, la máscara que creó se convertiría en su propia esencia. No fue en lo único en lo que fue una adelantada a su tiempo: de hecho, cuando, en los años ochenta, pidió que cada español le diera una peseta para solucionar sus problemas con Hacienda, estaba inventando, sin saberlo, el “crowfounding” o micromecenazgo tan popular en este siglo XXI. Pero es que además, con canciones como la popularísima Cómo me las maravillaría yo, se adelantaría a la invención del “rap”. Incluso se la considera una paleo-feminista, probablemente sin que ella tuviera idea de ello, por haber vivido su vida de forma absolutamente libre, en un tiempo en el que tal cosa era anatema, en el que la mujer tenía que dedicarse a parir, cuidar de los hijos y quedarse “con la pata quebrada en casa”, como decía el brutal aforismo machista. Incluso fue una adelantada de los derechos de las minorías sexuales, una mujer claramente pro LGTB cuando esas siglas ni estaban ni se las esperaban.

Aunque hubiera gente que la consideraba una cateta, lo cierto es que Lola maduró intelectualmente y en los últimos tiempos hablaba con mucha seguridad y solvencia; se relacionó con gente tan famosa y diversa como Ava Gardner, Winston Churchill, Evita Perón, Richard Burton, Edith Piaf, Frank Sinatra y Gary Cooper, entre otras muchas personalidades de primerísima línea del siglo XX.

La miniserie Lola resulta ser, entonces, una muy estimable aproximación al fenómeno de masas que fue Lola Flores, un muy documentado acercamiento a una indiscutible figura histórica del arte y la cultura popular en la España del siglo XX.


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Lola - by , Apr 05, 2022
3 / 5 stars
Una figura indiscutible del siglo XX en España