Serie: Quédate a mi lado

Disponible en Netflix.


Harlan Coben es un escritor norteamericano (Newark, 1962) con una ya apreciable carrera a sus espaldas. Escribe generalmente novelas policíacas, con tramas complejas y amenas, con frecuencia centradas en personas a las que hechos de su pasado, que parecían superados, vuelven para ponerlas en difíciles tesituras. Desde 2006, fecha en la que se adaptó por primera vez uno de sus textos a la pantalla, se han versionado ya un buen número de sus novelas; en 2018 Coben firmó un contrato con la todopoderosa Netflix para adaptar hasta 14 de sus títulos, de los que, a la fecha en la que escribimos estas líneas, se han grabado ya 6, incluida esta Quédate a mi lado, miniserie británica de 8 capítulos.

La historia, ambientada en nuestro tiempo, comienza con la desaparición de un chico durante el Mardi Gras, el Martes de Carnaval, tras haber estado de desfase en una fiesta en un club nocturno llamado Vipers. Simultáneamente, varios personajes verán alteradas sus vidas: Megan, una mujer en torno a los cuarenta, con pareja y tres hijos, siente revivir su turbio pasado cuando, 17 años atrás, llamándose entonces Cassie, huyó de ese local, donde trabajaba como “stripper”, para iniciar una nueva vida, al ser acosada constantemente por un mal tipo llamado Stewart, que desapareció también ese mismo día, otro Martes de Carnaval; ahora alguien le ha dicho que han visto a Stewart vivo, y entonces Megan teme por su vida y por su nueva familia. Por su parte, Ray, que fuera fotógrafo de prestigio, ahora está de capa caída tras haber sido abandonado por Megan/Cassie cuando esta desapareció huyendo de Stewart. El policía Broome, por su parte, sigue obsesionado con aquella desaparición de hace 17 años, y las coincidencias en la fecha de la nueva persona desaparecida le hace albergar esperanzas de poder resolver aquel caso, en el que se implicó personalmente...

Con unos (es cierto) títulos de crédito muy imaginativos, esta miniserie de 8 capítulos aspira a mantener la atención sobre su más bien alambicada trama, jugando la carta, tan actual y tan justa, de la acre denuncia del maltrato conyugal o de pareja, a partir de una serie de desapariciones ante las que la Policía se muestra impotente, y cómo esas desapariciones (y las posteriores y supuestas apariciones de los desaparecidos) convulsionan la vida de una mujer que había rehecho su existencia tras huir de un infierno, pero también del que parecía, entonces, el amor de su vida. A partir de esas historias que se entrecruzan, los creadores, Daniel O’Hara y Lindy Heymann, a su vez sobre la materia argumental suministrada por Harlan Coben, presentan una historia ciertamente curiosa, que mantiene, en general, la atención, si bien es cierto que abusa de algunas de las convenciones del thriller televisivo. O’Hara y Heymann, peritos en series (sobre todo el primero; la segunda es, además, especialista en vídeos musicales), ejecutan una filmación funcional, más bien impersonal, con la típica recurrencia a la musiquilla de misterio que subraya innecesariamente escenas sin nada de particular. Esa filmación funcional con cierta frecuencia se torna nerviosa, con un montaje rápido y entrecortado, como para imprimir ritmo de forma artificial. El repetido recurso a los “cliffhangers” falsos tampoco ayuda demasiado a la solidez de la miniserie como artefacto de intriga.  

Lo cierto es que la trama criminal que se nos narra tiene bastante de artificial, con esa falta de profundidad que parece consustancial a los productos distribuidos por el Netflix más comercial, en una intriga elemental hecha como a escuadra y cartabón.

Es cierto que al final todo cuadra (más o menos...) y el resultado es razonablemente agradable si no se le pide mucho más que pasar un rato entretenido. Con buena factura general, sin embargo en el apartado de la actuación algunos de los intérpretes nos parecieron ir con el piloto automático, como la protagonista, Cush Jumbo, cuya cara de palo con frecuencia se confunde con cara de culpable, cosa poco recomendable cuando eres la prota, o Richard Armitage, que parece estar diciendo, “yo que he rodado la trilogía de El hobbit a las órdenes de Peter Jackson, ¿qué hago aquí?”. Claro que eso mismo podría decir James Nesbitt, el policía, y este sí que se implica y hace un trabajo más que decente.

Aunque desde el punto de vista interpretativo quizá los mejores son el actor Hyoie O’Grady y, sobre todo, la actriz Poppy Gilbert, que encarnan a una pareja de peculiares asesinos y torturadores, conocidos sarcásticamente como Ken y Barbie, unos personajes que, sin duda, podrían tener mucho más recorrido, unos redomados hijos de puta con una gracia refinadamente sádica, y a los que ciertamente podría habérseles sacado mucho más partido.

Interesante la utilización de singulares paisajes urbanos de las localidades donde se grabó la serie, como la imponente escultura blanca de 20 metros titulada “Sueño”,  una cabeza de niña con los ojos cerrados, concebida y ejecutada en Saint Helens por el escultor barcelonés Jaume Plensa, pero también el hermoso Silver Jubilee Bridge, el vistoso puente que une las localidades de Runcorn y Widnes, recurrentemente utilizado en esta historia de (literalmente...) ida y vuelta.


Quédate a mi lado - by , Feb 16, 2022
2 / 5 stars
Atrapada por su pasado