Serie: Todos mienten

Estreno en Movistar+.


Pau Freixas (Barcelona, 1973) es un escritor y director de cine y televisión catalán con una ya bastante larga trayectoria en el audiovisual, donde ha conseguido apreciables éxitos como la serie Los misterios de Laura, pero sobre todo, en comandita con el guionista Albert Espinosa, es el creador de la serie Polseres vermelles, que tuvo tal éxito en su pase por la televisión catalana, la TV3, que fue emitida también a través de un canal nacional, Antena 3, con el título de Pulseras rojas, e incluso ha conocido su adaptación a las cinematografías de otros países, desde Estados Unidos, donde Spielberg produjo la serie Red band society, hasta Francia, con el título Les bracelets rouges, pasando por Alemania, donde se llamó Club der roten bänder, e incluso Chile, donde se tituló Pulseras rojas, como en España.

Lo cierto es que Freixas es un cineasta competente que saber filmar, como demostró en esos y otros productos de perfecta factura. Otra cosa es que atine con el tema y con la forma de enfocarlo, lo que nos parece que no ocurre con esta miniserie de 6 capítulos, Todos mienten, que parece una versión del Cluedo localizado en ambientes selectos de la clase alta española.

La acción se desarrolla en nuestro tiempo, en la ficticia localidad de Belmonte (existen varios pueblos en España con ese nombre, pero ninguno de ellos tiene costa, como ocurre aquí). En un entorno de clase media-alta o directamente alta, conocemos a Macarena, a la que todos llaman Maca, profesora en un instituto de la localidad. Mientras está en clase hay un revuelo entre sus alumnos, cuando a los móviles de todos ellos llega un vídeo de fuerte contenido sexual en el que se ve a Maca con uno de sus alumnos (que no está en esa clase), Iván, de 18 años recién cumplidos, a la sazón hijo de su mejor amiga, Ana, siendo íntimas ambas familias. El terremoto afectará, lógicamente, a las dos familias, pero también a sus amistades, desencadenándose una espiral de sucesos de imprevisibles consecuencias...

Lo cierto es que Todos mienten cuenta con una factura técnica impecable: Freixas plantea su miniserie con un lujoso envoltorio en el que no falta de nada, desde numerosos planos secuencia de estudiada y milimétrica ejecución, hasta amplios y complejos movimientos de cámara, pasando por una intrincada narrativa con constantes flashbacks y feedbacks, saltos atrás y adelante que no parecen demasiado justificados por el relato y más parece un puro alarde que otra cosa.

Pero si el envoltorio es exquisito, que lo es, el contenido es mucho más endeble, rozando la fruslería. Freixas y sus numerosos coguionistas enjaretan un guion lleno de trampas, de giros argumentales, estén justificados o no, con diálogos generalmente insustanciales, diálogos con frecuencia de besugos, puestos en boca de personajes que hablan mucho pero dicen poco. Estamos ante un guion incongruente, inverosímil, lleno de lagunas y de giros conforme a lo que interesa a los guionistas, con unos personajes que son también bastante marcianos, como de cartón piedra, algo ajeno a los intérpretes, en general solventes, pero con papeles imposibles. Estamos entonces ante una serie discursiva, digresiva, lenta, donde la acción apenas avanza, con escenas manifiestamente prescindibles que no colaboran a la fluidez de la trama, encenagada desde prácticamente el minuto uno en el vidrioso tema del vídeo sexual entre la adulta y el cuasi menor, tema morboso que, se intuye, fue el motor de toda la historia, que después hubo que revestir con un argumento rocambolesco y más bien truculento.

Como está ocurriendo con más frecuencia de la deseable en el mundo de las series, todo aquí está calculado, como hecho a escuadra y cartabón, para dar un producto aseado y más o menos molón, aunque lo que suele ocurrir en estos casos es que tanto cálculo, tanto ingrediente prefabricado y artificial, juega en contra de la credibilidad de la serie.

Hay, como siempre en este tipo de productos, una búsqueda bastante forzada de la inquietud, con escenitas que supuestamente deberían inducirnos al desasosiego, sin conseguirlo casi nunca. En este sentido, la música del valenciano Arnau Bataller nos pareció endeble, lejos de otros “scores” suyos mucho más entonados, como el reciente de Way Down.

Pareciera que el sentido último de la miniserie, además de hacer un thriller que parte de un contenido morboso para después derivar en una pura trama criminal, sería la de hacer una cierta crítica a la clase alta (aquí el nivel es de caballos, barcos de recreo, buenas casas...), una mirada poco amable sobre las miserias de los que materialmente todo lo tienen, aunque quizá esa abundancia de bienes tangibles suponga un déficit en otras áreas (espiritual, si quieren, afectiva, por qué no puramente sexual). Pero, si era esa la intención de Freixas y sus coguionistas, nos parece que esa crítica queda muy diluida, casi invisible, muy en segundo plano de la intriga extenuantemente planteada.

En cuanto al apartado interpretativo, todos se ven perjudicados por el tono al que se ven compelidos, con griteríos y sobreactuaciones histéricas que en nada ayudan a componer sus personajes. Y eso que el elenco es de primera clase, con gente tan buena como Leonardo Sbaraglia, Juan Diego Botto y Ernesto Alterio, entre los actores, e Irene Arcos, Natalia Verbeke y Eva Santolaria, entre las actrices, un elenco que en otras ocasiones hemos apreciado mucho más atinados, aunque ya decimos que nos parece que no ha sido culpa de ellos. Los intérpretes jóvenes todos muy endebles, en especial Lucas Nabor, que interpreta al chico del vídeo sexual, que esperamos mejore conforme vaya cumpliendo años, porque por ahora lo vemos bastante crudo.

(25-02-2022)


Todos mienten - by , Feb 25, 2022
1 / 5 stars
El exquisito envoltorio de una fruslería