Enrique Colmena

Cosas de la vida: Amenábar nació en Chile porque su madre, de esa nacionalidad, vivía allí con su marido, español. Corría 1972, pero con apenas un año el pequeño Alejandro y su familia se mudaron a España, venteando quizá la tragedia del 11 de septiembre de 1973, cuando Pinochet derroca a Salvador Allende y arroja al país andino a una pavorosa situación de represión, tortura y muerte. Pero su país de adopción sería pronto su país, sin apellidos, tanto por el origen español de su padre como por su infancia y juventud, pasados e integrados en la vieja piel de toro ibérica. Desde pequeño este muchacho introvertido y con aspecto un tanto enclenque demostró una peculiar afición por el cine, sobre todo por el de intriga y misterio, y cuando tuvo edad de poder hacer carrera empezó a hacer cortos, con títulos como "Himenóptero" (por cierto, nombre que ha dado a su flamante productora) y "Luna", que llamaron la atención de José Luis Cuerda. Claro que antes el joven Alejandro tendría que pasar por la Facultad de Ciencias de la Información (rama Imagen) de Madrid, donde las asignaturas se le atrancaban. Un profesor en concreto, el por lo demás excelente crítico Antonio Castro, le suspendió, y el alumno se vengaría años más tarde haciendo que un doble del maestro que le dio calabazas las pasara canutas en su primer largometraje. Eso fue ya en 1996, cuando, con un escaso presupuesto, aportado por la productora de José Luis Cuerda, que creyó desde el principio en él, hizo "Tesis", que revoluciona el cine español del año. Trata con credibilidad el tema del "snuff-cinema" o cine con asesinatos de verdad, ambientándolo nada menos que en la propia Facultad de la que era alumno, y con un desparpajo que lo hace convertirse pronto en un filme de culto. La intriga estaba contada con admirable tino y, si bien al final perdía los papeles al no saber cómo llegar a un desenlace que estuviera a la altura del planteamiento y nudo, lo cierto es que su impacto en el público español fue considerable. Los Goyas obtenidos no hizo sino reforzar la impresión de que, imperfecto como era, "Tesis" era un originalísimo filme que nos descubría a un cineasta de pura raza.
Aquella rareza dio pie, ya con más medios, a su segunda película, "Abre los ojos", ahora con otro tema singular: la fugacidad de la belleza humana y la posibilidad de que la hibernación ofreciera sueños indeseables. Visualmente mucho más perfecto que "Tesis", su fascinante envoltorio y temática llamarían la atención de Tom Cruise, hasta el punto de que el astro americano compraría los derechos para Estados Unidos, aunque el resultado, "Vanilla sky" (literalmente, "el cielo de vainilla"), dirigido por Cameron Crowe, no estuvo a la altura del original, ni mucho menos. "Abre los ojos", además, se convirtió, en la época, en la película española más taquillera de todos los tiempos, título que, irremediablemente, perdería más tarde.
La amistad con Cruise y su entonces esposa Nicole Kidman le llevaría a la coproducción con el matrimonio yanqui de "Los otros", nuevo filme de intriga y misterio, ahora con mistress Kidman en el papel protagonista y un lóbrego caserón victoriano (aunque estuviera rodado en Santander...) como escenario, a vueltas con una madre, sus hijos pequeños, que padecen de fotofobia, y unos sirvientes un tanto chocantes... La película fue un éxito total, cautivado el público por la frescura y solidez argumental y visual de esta historia de fantasmas intercambiados, de luces y sombras, hasta el punto de que se convertiría en la película española más taquillera en nuestras fronteras, e incluso en Estados Unidos rozó la mítica barrera de los cien millones de dólares de recaudación.
Por eso es una gozada ver crecer a Amenábar, ver cómo sus sugestivos juegos de misterio y terror, tan estupendos, han sido sustituidos en "Mar adentro" por una profunda indagación en el alma humana, en lo que nos hace vivir, pero también en lo que nos compele a acercarnos al abismo y, ¡ay!, arrojarnos a él. Hermosa y sencilla hasta hacer daño a la vista, este minimalista filme es la culminación, por ahora, de una carrera que sólo ha hecho ascender desde aquellos primeros y algo cutres cortos, que presagiaban un talento desmesurado en fase de crisálida. Pues bien: el cascabullo, como decimos en mi tierra, se ha roto, y dentro había una bellísima mariposa. Un cineasta que tiene la rara capacidad de pensar en cine, no en literatura o teatro, sino directamente en cine, y cuyas películas son, fundamentalmente, imágenes; originalísimas imágenes, con buenos diálogos, es cierto, y magníficamente musicadas por él mismo, pero, sobre todo, imágenes, cine puro.