Enrique Colmena

En estos días se ha cumplido (el 6 de junio, concretamente) el octogésimo aniversario del Desembarco de Normandía, con gran prosopopeya y actos de todo tipo en los lugares donde tuvo lugar aquel acontecimiento que, ciertamente, inclinó decisivamente la balanza de la Segunda Guerra Mundial (junto al avance del Ejército Rojo por el este de Europa) a favor de las potencias aliadas, fundamentalmente Estados Unidos, Unión Soviética, Reino Unido y Francia. Fue un día ciertamente histórico, que incluso dio lugar a algún a modo de acrónimo como el entonces famoso “Día D, Hora H”, por cuanto fue una operación que se mantuvo en secreto y que dio lugar a varias añagazas de los servicios de seguridad aliados para engañar a sus homólogos nazis.

Ese aniversario nos mueve a revisar cómo ha visto el cine otras fechas históricas del siglo XX, cómo los ha reflejado en la pantalla, grande o pequeña, siendo ese el motivo esencial de estas líneas y de los siguientes artículos que iremos publicando sobre este mismo tema. Por supuesto, siempre sin ánimo de ser exhaustivos, sino solo de comentar algunas de esas fechas que están en la Historia como momentos realmente decisivos en el devenir del mundo, y cómo el llamado Séptimo Arte se ha hecho eco de ellos. La idea, desde luego, no es hablar sobre hechos históricos que se desarrollaron a lo largo de un tiempo más o menos largo (por ejemplo, la Primera o la Segunda Guerra Mundial), sino de días concretos que fueron importantes, a veces incluso cruciales en los hechos que después se desarrollaron.


28 de junio de 1914: El Atentado de Sarajevo

Si lo hacemos desde un punto de vista puramente cronológico, que parece adecuado teniendo en cuenta el tema del que hablamos, la Historia del siglo XX, quizá el primer gran acontecimiento que nos encontramos, y que en realidad tuvo una repercusión muy superior al hecho mismo, fue el que se conoce como el Atentado de Sarajevo, que tuvo lugar el 28 de junio de 1914 (se cumple este año, por tanto, el 110 aniversario), el magnicidio que tuvo lugar en la capital bosnia, Sarajevo, en el cual el anarquista serbio Gavrilo Princip asesinó al archiduque Francisco Fernando (a la sazón heredero del Imperio Austrohúngaro) y a su esposa, Sofía Chotek, que estaba embarazada. El magnicidio ocurrió por un cúmulo de carambolas que lo hicieron quizá inevitable, desde un primer intento en el que resultaron heridos algunos miembros de la escolta, empeñándose posteriormente el príncipe en acudir al hospital a visitarlos; en el trayecto hasta el recinto sanitario el chófer del coche se extravió, con lo que sin querer se puso a tiro de Gavrilo, que prácticamente pudo matarlos a placer. Aquel atentado (resultado de un cúmulo de azares desafortunados) sería la chispa que encendió la espoleta que terminaría en la entonces llamada Gran Guerra, actuando como un pavoroso efecto dominó que pronto se reveló imparable.

Sobre las películas que se han hecho en torno a ese Atentado de Sarajevo quizá la más conocida puede que sea un clásico del cine francés, De Mayerling a Sarajevo (1940), un film del gran Max Ophüls que comenzó a rodarse en 1939, se tuvo que detener al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, para retomar su rodaje en el verano de 1940, siendo finalmente prohibido por las nuevas autoridades nazis al ocupar Francia, no pudiendo ser estrenado hasta 1945, una vez liberado el país. La historia parte, como indica el título, de otro acontecimiento importante, en este caso producido en el siglo XIX, en 1889, el suicidio (aunque parece haber dudas sobre si realmente lo fue o no...) del entonces heredero del Imperio Austrohúngaro, el príncipe Rodolfo, suicidio que aconteció en Mayerling, cerca de Viena. A partir de entonces, Francisco Fernando sería el heredero de la corona del imperio; el film de Ophüls, es cierto, es más una película de corte romántico, contando la historia de amor entre el que estaba llamado a ser el emperador de uno de los mayores imperios de la época, y una mujer que no era de sangre real y que, por ello, tuvo que sufrir no pocos desplantes por parte de la corte del emperador Francisco José, en un film plenamente imbuido de la elegancia y la clase que el cineasta alemán sabía imprimir a su cine; no obstante ese tono eminentemente romántico, el film incluye detalladamente el trágico final de la pareja que iniciaría el devastador efecto dominó que arrasaría Europa durante los siguientes cuatro años.

Curiosamente, en ese mismo año de 1940 se rodaría otro film sobre el mismo tema, también en Europa, pero en este caso en Hungría, con el título de Sarajevo y dirección del magiar Ákos Ráthonyi, aunque en este caso el magnicidio resultaba más un paisaje que el asunto principal, que se centraba en una historia de amor que, eso sí, estaría marcada por aquel asesinato y por sus funestas consecuencias en Europa.

A mediados de los años cincuenta se rueda en Austria otro film sobre el atentado, de nuevo titulado Sarajevo (1955), con dirección de Fritz Kortner, y en cuyo reparto el único nombre conocido era el de un actor que en las siguientes décadas gozaría de gran popularidad, Klaus Kinski, que interpretaba a uno de los conspiradores contra el archiduque y su esposa.

Esos dos últimos títulos citados, es evidente, eran films modestos; no es el caso de Atentado: el día que cambió el mundo (1975), una superproducción de varios países de la entonces órbita soviética, la Yugoslavia de Tito (que era la nacionalidad que llevaba la voz cantante), más Checoslovaquia, cuando aún permanecía unida, más Hungría y, por parte de la Europa capitalista, la entonces Alemania Occidental. Dirigía Veljko Bulajic, un veterano cineasta yugoslavo especialista en cine espectacular, y contó con un reparto de lo más cosmopolita, con el canadiense Christopher Plummer como el archiduque, la brasileña Florinda Bolkan como su esposa, y el austríaco Maximilian Schell como uno de los conjurados, en una costeada reconstrucción de época que no reparó en gastos; faltaban entonces poco más de tres lustros para que, tras la muerte de Tito, Yugoslavia se fuera por el sumidero de la Historia y ellos también tuvieran sus correspondientes guerras fratricidas, de todos contra todos...

Ya en el siglo XXI, y coincidiendo con el centenario de aquel infausto acontecimiento, las televisiones austríaca y checa se unen para filmar una versión para la pequeña pantalla, que en España llevó el título de Sarajevo. El atentado (2014), tratándose de una pormenorizada recreación dramatizada sobre los hechos ocurridos, un atentado que, al margen de segar dos vidas humanas, actuó como catalizador para que estallara una conflagración bélica como nunca se había visto hasta entonces en el mundo (un cuarto de siglo después comenzaría otra que fue incluso peor; pero esa es otra historia...). Este telefilm fue dirigido por Kurt Mündl y Andreas Prochaska; este último, por cierto, además de director de larga aunque poco distinguida trayectoria, fue también montador de algunos films de Michael Haneke.

Por último, hace solo unos pocos años una película anglo-norteamericana, The King’s Man: la primera misión (2020), tercera entrega de la popular saga iniciada por Kingsman: Servicio Secreto (2014), incluía entre las diversas aventuras de sus protagonistas (pioneros de ese ficticio servicio secreto británico en el que los espías se disfrazaban sandungueramente de sastres) la recreación del asesinato de Francisco Fernando y de su esposa Sofía, una recreación, digámoslo ya, minimalista, que imaginaba el coche del heredero, con su correspondiente carga aristocrática, circulando por una calle desierta en una Sarajevo de guardarropía o cartón piedra, dando marcha atrás, y siendo tiroteado por un solitario Gavrilo Princip que estaba tan ricamente sentado en una terraza tomándose un café (las cosas de las películas fantásticas, ya se sabe...).

Ilustración: Christopher Plummer y Florinda Bolkan como el archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía, en Atentado: el día que cambió el mundo (1975), de Veljko Bulajic.

Próximo capítulo: En el 80 aniversario del Desembarco de Normandía: días históricos del siglo XX en el cine. El Asalto al Palacio de Invierno (II)