Enrique Colmena

Hay dos Holmes famosos; sobre Sherlock no hay nada que decir. En cuanto al otro, John, popular estrella del porno, baste decir que su "tarjeta de visita", según dicen, medía 35 centímetros... No es raro, pues, que el cine de Hollywood, tan falócrata, haya dedicado ya dos títulos a biografiar, de tapadillo o por las claras, a este varón que, si las crónicas no mienten, se "calzó" algo así como 14.000 señoritas a lo largo de los varios cientos de filmes X que protagonizó durante las décadas de los setenta y los ochenta. Hace siete años, Paul Thomas Anderson se inspiró libremente en la azarosa vida de Holmes para su interesante "Boogie nights", ambientado en la industria del porno, con Mark Wahlberg como el superdotado de prodigiosa herramienta y Burt Reynolds como el director que le encumbraría. Ahora, en "Sueños rotos" ("Wonderland"), el casi novato James Cox biografía directamente a esta estrella del porno, centrándose en su última época, cuando se vio envuelto en un feo asunto criminal que le costó la cárcel y, a la postre, la ruina total: drogadicción, sida, muerte.
Y es que el cine comercial cada día coquetea más con el porno: por citar sólo un par de ejemplos, en "Romance X" o en la recentísima "Nine songs" (aún por estrenar en España) hay desde penetraciones explícitas hasta felaciones en vivo; eso por no citar los ya casi arqueológicos "El diablo en el cuerpo" o "El imperio de los sentidos", precursores de esta tendencia. La tentación del cine normal por la transgresión que supone poner en pantalla sexo de verdad, no fingido, probablemente haga que, no tardando mucho, las escenas explícitas sean la regla, en vez de la excepción, como hasta ahora ocurre. Tiempo al tiempo...