Rafael Utrera Macías

[Sobre la obra de los hermanos Álvarez Quintero, el lector puede consultar en Criticalia los ocho artículos publicados con motivo del sesquicentenario de su nacimiento; para ello, puede pulsar en los números de los capítulos siguientes: I, II, III, IV, V, VI, VII y VIII; y también el artículo titulado Cuentos de cine en papel: desde Azorín a Buñuel. Comentarios a variantes literarias. Ricardo Baroja, Ramón Gómez de la Serna, Hermanos Álvarez Quintero (III)]


Con motivo de la conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de los hermanos Álvarez Quintero, Serafín (1871) y Joaquín (1873), desde 2021 hasta el final de este 2023, diversas instituciones y, especialmente, el Ayuntamiento de Utrera (Sevilla), han ido programando una serie de actividades que, tanto han mostrado las características de su abundantísimo repertorio teatral, como su capacidad para adentrarse satisfactoriamente en ámbitos paralelos, desde la popularísima zarzuela hasta el nuevo cinematógrafo sonoro.

Nuestra revista, “Criticalia”, no dejó pasar el acontecimiento y editó varios artículos, centrándose, obviamente, en lo más genuino de las numerosísimas adaptaciones que llevó a cabo el cine español (además del italiano, portugués, yugoslavo o canadiense) seleccionadas de entre el largo repertorio de los hermanos. De otra parte, dada la entusiasta aceptación de la obra escrita, representada o filmada, de estos populares comediógrafos, era momento de desentrañar, al tiempo, algunos textos de intelectuales, críticos teatrales, investigadores de la dramaturgia, etc., quienes, tanto en vida de los Quintero como hasta en fechas más recientes, habían denostado su trabajo bajo perspectivas diversas que aludían a los sectores sociales habitualmente representados, en la tipología de sus caracteres, en su andaluz popular, junto a otras muchas consideraciones. Frente a este negacionismo de procedencia intelectual, echábamos en falta una biográfica y bien ensamblada filmación que diera norte sobre los más significativos aspectos biográficos de los célebres comediógrafos y diera sur sobre sus oficios, en el más amplio y respetuoso de su sentido, sin obviar, evidentemente, lo más granado y significativo de su “ópera omnia”, tan aplaudida y considerada en la mayor parte de su carrera.


Sembrando sueños: notas biográficas y estilo literario de Serafín y Joaquín

La conmemoración arriba citada se ha clausurado, en este final de 2023, con un sugerente título cinematográfico: Sembrando sueños. La dirección de este documental ha corrido a cargo de Alfonso Sánchez, un cineasta que, junto a Alberto López, formaron el dúo cómico denominado “Los compadres”; ambos ganaron con sus diálogos, ya radiofónicos/televisivos, ya en YouTube, popular conocimiento; posteriormente, en el ámbito cinematográfico, varios largometrajes, El mundo es nuestro, El mundo es suyo, El mundo es vuestro, Para toda la muerte, etc., les otorgaron amplio y merecido reconocimiento.

El estreno, ahora, de Sembrando sueños, adscribible al género “documental”, puede suponer un oportuno giro en la filmografía de Alfonso Sánchez como director, aunque no puede extrañar que así sea porque las innatas cualidades de un cineasta no tienen por qué circunscribirse a un único género. Diríamos que la composición y el carácter de este nuevo título le permite al director confirmar sus capacidades cinematográficas más allá de un exclusivo modelo cómico, como ahora tendremos ocasión de justificar.  
Muy oportunamente, el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva se inauguró con el estreno de Sembrando sueños, film producido por “Enciende Televisión S.L.” junto a la colaboración de distintas instituciones oficiales. Unos días después, el recortado “20 festival (de cine) de Sevilla” lo incluía en su sección “Panorama andaluz” y efectuaba su estreno sevillano en el renovado Cine Cervantes, el local más antiguo y céntrico de la ciudad (situado en la sevillana calle Amor de Dios, frente al Instituto San Isidoro, donde estudiaron bachillerato ambos hermanos), abierto de nuevo para proyecciones diarias; era, precisamente, el mismo escenario donde, en 1888, se había representado la primeriza obra de estos novicios escritores: “Esgrima y amor”; en ella, el resuelto Serafín y el moderado Joaquín, aunaban sus ingenios, desde entonces, para una sola escritura; no extraña, pues, que, años más tarde, su “ex libris”, se compusiera, simbólicamente, de un barco con dos velas, naturalmente movidas por un único viento.


Un acercamiento curricular

El director, Sánchez, fue consciente del reto que asumía, no tanto por el cambio de género y formato cinematográfico como por el desconocimiento de las personalidades y obras de ambos hermanos, sin olvidarse, además, del distanciamiento de aquel universo, social y literario, en el que debía sumergirse.

Sabiamente, guionista y director huyeron, para efectuar la narración de los hechos, de la todopoderosa y única voz en off, tantas veces inoportuna y siempre omnisciente, de uniforme y monótona elocución; en todo caso, dejarán que oigamos a los hermanos informando o describiendo aquel hecho o situación cuyas características merecen ser contadas con el subjetivismo correspondiente de quien, o quienes, las vivieron y, ahora, reviven desde su memoria; o, del mismo modo, para aquellas ocasiones en que la supuesta voz de un personaje, ya histórico, ya literario, ofrece una información imprescindible para el espectador.

Es el caso de un soneto, bien situado al principio del documental, donde no deben buscarse tanto los febles valores literarios como el compendio de informaciones que los autores, los Quintero, proporcionan sobre ellos mismos. Y esto, con voz propia y delicado tratamiento fotográfico y cinematográfico, donde la humildad de sus declaraciones combina, honestamente, con sus íntimas inquietudes, tan humanas como literarias. Las once sílabas del último verso dicen “sembrando sueños porque nazcan flores”; el aspecto durativo del primer verbo se entiende como un alcance intemporal y, la del segundo, con futurible valoración colmado de esperanza. Más allá de tales posibles significaciones, la información que el soneto proporciona, compendio y resumen de una vida, merece la pena que nuestros lectores lo conozcan previamente al momento de su proyección.

Dice así:
“Nacimos entre espigas y olivares/ El uno esperó al otro en la lactancia/ Y en el primer pinito de la infancia/ ya escribimos comedias y cantares/
Después, libros y novias y billares/ memorias que ilumina la distancia/ Luego, una juventud cuya fragancia/ envenenan agobios y pesares/
Fuimos cuanto hay que ser, covachuelistas,/ estudiantes, diablillos, editores/ críticos, pintamonos, retratistas./  Y, hoy como ayer, sencillos escritores,/ que siguen a la luz de sus conquistas/ sembrando sueños porque nazcan flores”.

Muy probablemente, esa mencionada juventud, envenenada por “agobios y pesares” es una referencia a la vida disipada del padre, don Joaquín, quien, en Sevilla, la “práctica de la esgrima” le servía para dar “sablazos” a diestro y siniestro, al tiempo que ejercía modos de conducta social escasamente aconsejables para mocitos aún sin mayoría de edad. En compensación, Pedro, el hermano mayor, cuidó de la formación literaria de los muchachos echando mano de la buena biblioteca familiar, donde nunca faltó le presencia de los clásicos. Seguidamente, en el mismo soneto, se precisan una serie de términos alusivos a los distintos trabajos ejercidos en los primeros tiempos de su estancia madrileña donde la copia de documentos jurídicos y las variantes del dibujo cubrían las necesidades imprescindibles de la cara vida en la capital.


De las fuentes informativas al enfoque del documental

Para la composición y montaje del documental, el director se ha servido, prioritariamente, de tres fuentes informativas: el legado personal de la familia Álvarez Quintero mantenido por el Ayuntamiento de Utrera (Sevilla); la documentación y papeles personales conservados en la Sociedad General de Autores de España (SGAE), y un conjunto de personas, ya especialistas en los autores, ya con oportuno criterio sobre los comediógrafos que, a lo largo de la proyección, irán informando y dando cuenta tanto de significativas o anecdóticas cuestiones biográficas como de rasgos y estilos presentes en la diversa variedad de las obras. Las entidades antes mencionadas han aportado materiales importantes, cotidianos unos, literarios otros, junto a un sin fin de obras, documentación esencial y excelente material fotográfico; éste, debidamente presentado tanto por la mejora de su cromatismo como por la significación de su temática, nos da cumplida información de variados aspectos curriculares, ya importantes, ya anecdóticos, desde lo íntimo a lo público, de los hermanos escritores.


Un cuarteto: de dudosos asertos a gozosas aseveraciones

En beneficio de la argumentación necesaria, Alfonso Sánchez reúne a un grupo del que forma parte él mismo y añade a su compadre, Alberto López, junto a las actrices Carmen Canivell y Antonia Gómez, convertidos todos en exploradores de un mundo literario que, por inclemencias del tiempo literario, no les fue dado conocer, salvo muy superficialmente, o, como mucho, en alguna reciente representación de comedia quinteriana. Este cuarteto bucea en posibles informaciones, controla lo imprescindible, desdeña lo superfluo, asevera lo valioso, mientras reniega de cuanto es vano para su causa. Conforman un dúo de parejas convertidas en motor de la información y, al tiempo, en lectores intérpretes de los textos, ya para explicarlos como para precisarlos, en modo y manera, o, simplemente, para encontrarles el último matiz con el que los autores los definieron. La “dinámica de grupo” que ejecutan a lo largo del documental funciona como acertada “voz en in” grupal que, llena de entusiasmo, se corea a sí misma cuando delibera sobre “la risa”, o, por mejor decir, de “la bendita risa”.

A este respecto, viendo sus gozosas aseveraciones o sus dudosos asertos, recordamos que Freud tuvo el acierto de relacionar la risa con el sueño; ambos son factores que permiten oportuna liberación en el ser humano, bien cuando la visión o audición de algo opera precisa transformación en una normalizada conducta. A su vez, Bergson, profesor de nuestro Antonio Machado, estudió la risa desde diversos puntos de vista, entre ellos el psicológico, según el cual, la represión del individuo, por razones sociales, tiende a ser eliminada, al menos por unos momentos. Del mismo modo, los surrealistas entendieron que la verdadera libertad del humano se da, preferentemente, si no exclusivamente, en el sueño, donde las presiones o represiones, ejercidas por los demás sobre cualquiera de nosotros, desaparecen. Freud según su personal cientifismo así lo afirmó y Buñuel, por su parte, de modo semejante, así quiso filmarlo. Los Quintero, posiblemente entendieron la cuestión de forma menos “científica”, menos erudita, porque hicieron de la observación, costumbre, y ello, sin pararse en distinciones sociales, dado que todas las clases, desde la pequeña burguesía al pueblo llano, vienen a estar representadas en sus muy variados tipos: el saciado y el hambriento, el abstemio y el borracho, la chismosa y la prudente, la guapa y la vulgar, junto a un sinfín de opciones posibles, nacidas de su propia inventiva o tomadas de la misma vida real; no en balde, guasones y envidiosos, les llamaban “los hermanos tintero” por tomar nota, in situ, de aquella curiosa situación o aquel rasgo del personaje al que, más tarde, se le sacaría todo el partido posible en la obra en ejecución.


Invitados

La narración cubre los 73 minutos de metraje con un plantel de invitados que, en razón de sus conocimientos sobre la biografía personal, el currículum literario de su “opera omnia” o las experiencias al representarlas en las tablas, van exponiendo el contexto sevillano, primero, y el madrileño, después, los rasgos más significativos de las mismas, tanto de su argumentación y funcionamiento de los personajes como de la carpintería teatral con la que la obra se construye; no faltan plurales y diversas referencias al habla andaluza y a los mil y un modo de llevarla al término preciso según el carácter o la tipología de los protagonistas.

Sus obras sirvieron para que sus personajes lucieran en la aparente vulgaridad de su vida cotidiana o en su lúcido discurrir. El hombre suele aparecer más egoísta, más vanidoso, más tonto, mientras que la mujer está siempre al quite por su capacidad para resolver ya el mínimo problema doméstico o, por el contrario, los hechos sociales que apuntan, si no a la mismísima tragedia, sí al drama, unas veces en la burguesía y otras en el pueblo llano. Doña Clarines, Consolación, Malvaloca, por reducirlas a tres, son celebridades en la Historia del Teatro Español, del mismo modo que las actrices, generalmente con compañía propia, para quienes los Quintero escribieron por expreso deseo de ellas mismas, son nada menos que Pastora Imperio, Catalina Bárcena, María Guerrero, Lola Membrives o Rosario Pino. Nada de ello impedía que su concepción del rol femenino en su coetánea sociedad estuviera ligada a ser modelo en el entorno doméstico y fuera de él, ejemplo para la mismísima mujer del César. De ahí que la publicación de su artículo “La mujer española” desatara las educadas iras de doña Emilia Pardo Bazán, quien, con toda razón, deseaba otros destinos menos conservadores y hogareños para sus compatriotas; en cualquier caso, para la condesa, los famosos comediógrafos eran “mis admirados y jóvenes amigos”.

Estos comediógrafos o dramaturgos no se afanaron en ejercer el arte de Talía exclusivamente; son autores de 38 zarzuelas escritas para Chapí, Serrano, Valverde, etc. Y, además de una ópera, “Becqueriana”, con música de María Rodrigo, estrenada en el Teatro de la Zarzuela, cuyos derechos de autor sirvieron para la ejecución del monumento a Bécquer, en el sevillano Parque de María Luisa.

El documental de Alfonso Sánchez, no pierde ocasión para prestar atención a otros afanes o intereses de Serafín y Joaquín; en tal sentido, se nos muestran con efectivos detalles algunos inventos del siglo XX a los que estos hombres de teatro acogieron con entusiasmo: valgan como ejemplos la radio y el cinematógrafo. El primer medio sirvió para sesiones de teatro radiado, novedad en el momento y hecho consagrado posteriormente; del segundo, ya hemos dado cumplida cuenta en esta revista con ocasión de los guiones escritos para el nuevo arte, el primero “El agua en el suelo”, así como su presencia y participación en la “Compañía Española Americana” (CEA) y la controversia de los críticos de aquel arte, ya hablado, contra los componentes de la citada compañía.

Las opiniones de los invitados y su correspondiente elocución han sido oportunamente situadas en los tramos correspondientes a cada materia, ya biográfica, ya sobre la obra; al tiempo, las ilustraciones de imágenes, acompañamientos musicales, fragmentos de películas, etc., están muy bien ensambladas en el conjunto de la secuencia y aportan no sólo valores temáticos sino visuales, narrativos, rítmicos a cuanto se nos quiere transmitir.

La cantidad de fotografías, junto al excelente tratamiento de su cromatismo, convierten ciertas partes del documental en un álbum biográfico-profesional de enorme valor histórico-literario. Las secuencias seleccionadas de algunos títulos cinematográficos, especialmente de las versiones de Malvaloca, son acertado ejemplo del trasvase literario al cinematográfico ejercido por el cine español sobre la obra quinteriana desde 1918 hasta la década de los sesenta.

Guionistas y director no han pasado por alto las penalidades sufridas por los hermanos Quintero al producirse el levantamiento militar de 1936; media guerra civil permanecieron en prisión donde sólo la protección y las ayudas de Melchor Rodríguez, el anarquista director general de prisiones, buen amigo de los escritores, pudo paliar las desventuras e insatisfacciones de tal situación y estado. Cuando se les deja en libertad, Serafín vuelve a su casa de El Escorial, pero, lamentablemente, muere al día siguiente, el 12 de abril de 1938. Las dos velas del barco, ya sólo disponen de una, aunque Joaquín siga escribiendo en nombre de los dos y con ambas iniciales en las portadas…

El cuarteto de “Mundo-ficción”, aquel de dudosos asertos o gozosas aseveraciones, bajo la dirección de Alfonso Sánchez, ha ganado la batalla al desconocimiento y al modo de resolución cinematográfica. Las breves interpretaciones finales de las actrices Carmen y Antonia ejemplifican, con un solo ejemplo de “Sangre gorda”, como el espíritu y la letra de los Quintero han impregnado el discurrir narrativo de Sembrando sueños, el documental de Alfonso Sánchez donde no podía faltar su compadre Alberto López. Y al final, nunca hubo unos títulos de crédito tan chistosos como estos….


Ficha técnica y artística

Producción: Enciende Tv. Director: Alfonso Sánchez. Productora: Agus Jiménez. Guionista: Ana Graciani. Montaje: Carlos Crespo Arnold. Directora de producción: María Cancio. Documentación: Carmen Pombero. Documentalista: Marta Jiménez. Fotografía: Elisa Moreno. Sonido: Juan Cantón. Música: Pablo Cervantes. Directora de Arte: Pilar Angulo. Actores en local de “Mundo-ficción”: Alfonso Sánchez, Alberto López, Carmen Canivell, Antonia Gómez. Duración: 73 minutos.

Invitados:

Historiadores: Javier Mena. Dramaturgos/as: José Luis Alonso de Santos. Antonio Onetti. Carmen Pombero. Catedráticos/as de Universidad: Mariano de Paco. Marta Palenque. Lola Pons. Escritores: Arturo Pérez Reverte. Alfonso Domingo. Profesoras: Carmen Fernández Albéndiz. Directores/as de teatro: Manuel Gómez Ortiz. Juan Carlos Rubio. Ana López Segovia. Directora Cedoa: María Luz González Peña. Radiofonista: Ángeles Afuera. Humoristas: José Mota. Santiago Segura. Exvicepresidente del gobierno: Alfonso Guerra.

Ilustración: Caricaturas de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. Autor: Rafael Utrera Rivas. Dibujadas en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. 1923.