Frank Borzage (Salt Lake City, 1894 – Los Angeles, 1962) fue uno de los más interesantes cineastas norteamericanos que estuvo a caballo entre el período mudo y el cine sonoro. Comenzó como actor en 1912, y pronto simultaneó esa carrera (que siguió ejerciendo hasta 1918) con la de director, que sería a la postre la que le daría fama y honores. Durante la etapa del cine mudo hizo algunas películas muy notables, como el potente melodrama El séptimo cielo (1927), que le reportó el primero de los dos Oscar que obtendría a lo largo de su carrera, y también Torrentes humanos (1928). Ya en la época sonora brillaría con Liliom (1930), Bad Girl (1931), por el que le concedieron su segundo Oscar, esta Adiós a las armas (1932), y Deseo (1936). Después su estrella ya no brilló tanto y se dedicó a hacer productos profesionales, muy correctamente puestos en escena, pero sin que el anteriormente demostrado talento de Borzage apareciera más que intermitentemente.
Adiós a las armas se reputa como una de las mejores adaptaciones que se hayan hecho de la obra de Ernest Hemingway, aparte de ser la primera versión que se rodó de una de sus novelas, de título homónimo, publicada en 1929. La historia se ambienta en la Primera Guerra Mundial, cuando se la conocía solo como la Gran Guerra. En el ejército italiano sirve como conductor un soldado norteamericano, Frederic, que se enamora perdidamente de Catherine, una enfermera. Cuando el soldado yanqui es trasladado a otro destino, envía cartas a su amada, pero su capitán, Rinaldi, creyendo poco conveniente que se distraiga con amores, no envía esas misivas, ni tampoco le entrega al soldado las que le remite Catherine. Frederic, sin noticias de su amada y loco por reencontrarse con ella, con la que se había casado en secreto, deserta y marcha en pos de su joven esposa...
Film emocionante, preñado de un determinismo fatalista que cuadra perfectamente con el tono y el sentido de la novela de Hemingway, Adiós a las armas es uno de esos clásicos incontestables del primer período sonoro, el de los años treinta, que cimentaría las dos mejores décadas del cine de Hollywood (vale decir, entonces, del cine mundial), las de los años cuarenta y cincuenta.
Un jovencísimo Gary Cooper era ideal para el papel del romántico enamorado que lo tira todo por la borda para reencontrarse con el amor de su vida. Helen Hayes le da perfecta réplica. Ambos, como todo en esta época aún, tienen todavía el sello del cine mudo, ese tono que no perdería el cinematógrafo hasta algunos años más tarde. El film consiguió dos Oscar, al Mejor Sonido y a la Mejor Fotografía, y estuvo nominado también a Mejor Película y Mejor Dirección de Arte.
(13-12-2019)
83'